Capitulo 17
Diciembre 25, 2008
-Dile hola a mama, Juli- ella miro a Ana con escepticismo.
-Oa- dijo, agitando su manita. Empezó a balbucear y a jugar con la mano inerte de su madre.
Julia había ampliado su repertorio de palabras inmensamente, y hasta le decía papa a Roger, lo que nos hizo increíblemente felices. Los meses siguientes a aquellos besos, habíamos continuado con nuestra rutina, solo que salíamos a citas, íbamos a toques, cocinábamos juntos. Habíamos compartido todo en estos últimos meses, y el estuvo para mí cuando Ana cumplió un año en coma. Fue uno de los peores días de mi vida. No pude salir del hospital en todo el día. Eva tampoco se despego de Ana, pero pudimos tolerarnos.
El doctor Lucio nos dijo que podíamos tomar la decisión de llevarla a una residencia de reposo, pero habíamos decidido dejarla internada. El costo lo acarrearíamos entre Manuel y yo. Y Lucio era el neurólogo oficial del caso de Ana, y estaba poniendo empeño en encontrar el tratamiento que haga que Ana vuelva. Estaban haciéndole fisioterapia, además de mantenerla nutrida. No había ningún rastro de infección o ulceras. Eso era buena señal. El estado físico de Ana era muy bueno, por lo que, en ese sentido estábamos tranquilos.
Esta era la segunda navidad de Julia sin Ana y tratamos de que fuese lo mas especial posible. Teníamos un árbol en casa, con los regalo debajo de él y habíamos hecho una cena, con mi Abue, Lea, Roger y yo. Manuel se había solidarizado con su esposa, y había estado con ella en el hospital. Mi madre había agradecido ese gesto, y había aceptado ir a casa, lo que era un avance tremendo.
Ella no salía del hospital jamás, y había traído fotos y trofeos de Ana, que estaban esparcidos por toda su habitación. Allí había pegado algunas fotos de Julia, sus primeros dibujos y algunos recortes de prensa que tenia archivados. Mi madre los había dejado, y eso me alegraba.
-Julia va a entrar en el jardín pronto, ya estamos preparando todo. Ella está contenta... - le seguí contando, mientras Julia se bajaba de mi regazo. Empezó a jugar con los trofeos de su madre y se distrajo lo suficiente como para dejarme hablar y llorar sobre la mano de mi hermana.
No importaba lo que Roger o mi Abue dijesen, el vacio siempre estaría en mi corazón. Y en esos días festivos, me sentía muy sola. Aunque Roger y Julia me habían ayudado a traer la alegría a mi vida. A veces, me sentía culpable, y venia al hospital a calmar mi culpa. Otras, me sentía feliz, pues es lo que Ana hubiese querido, que la vida continuase.
Todo había cambiado en estos meses, hasta mi apariencia. Había ido a cortarme el cabello, comprado ropa nueva, habíamos empezado a redecorar el apartamento y le compramos un hermoso juego de cuarto a Julia de color rosa. Todos estábamos cambiados, más felices. Más centrados en nuestro mundo.
Había hablado con Roger sobre eso. Al entrar Ana en coma, todas nuestras vidas habían dado un giro para bien. Dejando de lado el hecho de que mi hermana había perdido su vida, yo había construido mi vida a través de la perdida de mi hermana, y me iba bien. A pesar de todas las lágrimas y el dolor, había atravesado y superado mis miedos. Pero no dejaba de sentir la falta de Ana. Su sonrisa, sus manos, sus juegos de tenis, sus dulces ojos... todo de ella me hacía falta.
-Te prometo que hare que Julia sea la mejor niña, Ana.- bese su mano y la deje sobre su abdomen de nuevo, como cada vez que iba a verla.-Vamos, Juli.
La cargue y ella se despidió de Ana con un suave movimiento de sus manitas. Abrí la puerta con cuidado, y vi a Roger esperándonos. Julia se lanzo a sus brazos y el la tomo, dándome tiempo de calmarme, respirar y seguir adelante. Al salir del hospital, conduje hasta casa de mi Abue, donde compartiríamos ese día. La verdad, es que sin Julia en nuestras vidas, jamás habríamos celebrado una navidad sin Ana. Eso era imposible si quiera de pensar. Pero ahí estábamos, riendo, comiendo y hablando. Las horas y los días se habían pasado en un aventón...
A la vuelta de la esquina estaba el año nuevo, un nuevo año sin Ana. Un nuevo año lleno de retos, sorpresas y metas. Mire a mi familia, a la pequeña que sostenía en mis brazos, y me sentí completa y culpable. En todos los sentidos.
Cuando Roger y yo llegamos a casa, lo primero que hice fue encender mi laptop. Tenía que escribir sobre Ana, sobre mis sentimientos. Ella tenía que saber que todo esto no iba a afectar lo que sentía por ella. Por mi hermana... mis dedos tocaron el teclado y empecé a escribir.
"Es en estos momentos en los que siento flaqueza, en los que siento que no puedo seguir. Entonces, toda nuestra vida encaja, todo lo que siempre soñé se hizo realidad, pero tú no estás con nosotros. Entonces mis sueños no tienen sentido, Mis metas no tienen sentido. En mis sueños, siempre estabas tú, en mis metas siempre estabas tú. Y ahora, solo tengo que mirar a los ojos de Julia, para recordar porque tengo que seguir. Ella es el reflejo de ti, de todo lo que tú representabas. Por eso es que puedo continuar, aunque mi alma jamás podrá dejarte atrás.
Vuelve, Ana.
Tu hermana que te adora,
Manu."
Apague el computador y me levante de la cama, que ahora compartía con Roger. Me quite los pendientes y me solté el cabello. Me mire al espejo, y no reconocí a la mujer de ojos marrones que me devolvía la mirada. Era otra persona, una mujer hecha y derecha que yo en realidad no conocía. Roger entro en la alcoba y se acerco a mí, me beso el hombro y yo me deje hacer. En todo este tiempo, nuestra intimidad había sido limitada a solo besos, coqueteos y citas, a pesar de dormir todas las noches en la misma cama. El había respetado mi decisión de esperar, de saber que iba a pasar con lo nuestro. Y ahora, que estábamos seguros del amor del otro, por fin podría entregarme a él, con la certeza absoluta de que no me defraudaría. De que no me dejaría, a pesar de todos mis defectos, y mis virtudes. Él era el hombre para mí, yo ya era suya en muchos sentidos y este, en el plano sexual, no sería la excepción. Entonces me gire hacia él, lo bese con premura, y el entendió. Entendió que yo estaba lista.
--No sabía que sería así...--admití consternada, sobre el pecho de Roger.
El acaricio mi cabello y rio.
-Cariño, eso ha sido espectacular.
-Sé que soy nueva en todo esto, y que debo aprender...- el me beso en medio de la frase.
-Vamos a aprender juntos, amor. Por eso no te preocupes.
Acepte su beso mientras volvíamos a sumergirnos el uno con el otro.
Era increíble las vueltas que daba la vida, lo susceptible que podía ser el tiempo, lo inimaginable que podía ser el futuro. Nada de lo que estaba pasando nos lo esperábamos, todo era nuevo, todo era distinto, hermoso, triste y trágico. Mi hermana no estaba pero teníamos que seguir con nuestras vidas, y eso es lo que habíamos hecho, habíamos seguido. Sin mirar atrás, con Ana en nuestros corazones.
O solo me estaba mintiendo a mí misma. Solo el tiempo lo diría.
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La Vida Sigue
RomanceAna y Manuela son hermanas inseparables, invencibles, que siempre han estado para la otra. La circunstancias de sus vidas, tan distintas las hacen aprender día a día que la vida sigue, sin esperar, sin detenerse. ¿Podrán Ana y Manuela lograr superar...