[27.] Aparatos de tortura. Parte I.

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Hoy traigo un poco de "culturilla general".

Si eres sensible a descripciones sangrientas, dolorosas y con alto contenido de sangre y macabro lenguaje te aconsejo que no sigas leyendo... o quizás sí.


La Edad Media fue uno de los períodos más oscuros en la historia de la humanidad. Caracterizado por la violencia, la irracionalidad y el deterioro; el profundo estancamiento de la época medieval se desarrolló durante unos 1000 años, aproximádamente entre los siglos V y XV. Las preocupaciones del ser humano estaban vetadas únicamente al campo de lo divino, el Hombre creía que su breve existencia debía ser dedicada a Dios y especialmente a la institución de la iglesia, lo cual significó enormes desigualdades, sangrientas conquistas y todo lo que ya bien sabemos.


El toro de Falaris

Uno de los dispositivos de tortura más populares de todos los tiempos. El toro de Falaris lleva su nombre por Falaris, uno de los más terribles tiranos de Sicilia. Falaris pidió que le construyeran un nuevo y eficaz instrumento para la tortura y el asesinato, siendo Perilous el griego quien no tardó en complacer al tirano. El flamante dispositivo constaba en un enorme toro de bronce puro, dentro del cual cabía una persona. El toro tenía una entrada que sólo podía abrirse desde afuera, unos orificios en la nariz y otros en los ojos de la imagen, dentro se colocaba a la víctima y debajo del toro se hacía una inmensa fogata que quemaba viva a la víctima. El toro se calentaba y se enrojecia, salía humo por los orificios de la nariz y un color rojo brillaba siniestramente en los orificios de los ojos. Según se cree, el primero en caer dentro del toro de Falaris fue Perilous el griego, condenado por el propio Falaris.


El aplastapulgares

Ésta es una de las máquinas de tortura más simples y antiguas que existen. El aplastapulgares, como no es difícil imaginar, es un dispositivo de hierro mecanizado que se colocaba en la mano y que la iba mutilando gradualmente. El mismo se podía ir regulando para aplastar y destruir primero las uñas, luego los dedos, los nudillos y si así se deseaba, finalmente la mano entera. Este aparato se le colocaba generalmente a ladrones, la persona no moría pero sufría un dolor supremo en sus manos, el aplastapulgares tenía tres barras de metal dispuestas de forma vertical entre las que se colocan los pulgares, mientras, una madera maciza se desliza hacia abajo por las barras de metal y los dedos son aplastados, mediante un tornillo de metal que aplica cada vez más fuerza.


El potro

El potro se utilizó en muchísimas partes de Europa durante muchos años. Básicamente, la víctima es colocada en una incómoda cama de madera con una manivela o una rueda mecánica de metal a la cual se le aplicaban cuerdas y cadenas que sostenían los miembros y las articulaciones. Al girar la manivela, las cuerdas se tensaban hasta dislocar cada una de las articulaciones sujetadas, romper huesos o incluso arrancar la extremidad.


La rueda

La invención de la rueda fue una de las más importantes de la historia de la humanidad, cambió la vida de los Hombres y hoy, cualquier cosa tiene una rueda. Pero en la Edad Media, las ruedas también se utilizaron para la tortura. La máquina de tortura conocida como la rueda consistía en una enorme rueda en la cual se maniataba a la víctima, debajo se encendía una inmensa fogata y durante horas, se hacía girar la rueda sobre el intenso fuego, literalmente cocinando a la víctima. Girando sobre su propio eje, la rueda mantenía la víctima cual pollo al spiedo, ardiendo lentamente, explotando en un mar de ampollas, humo y sangre.

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