Memoria de Almacenamiento Volatil

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No era el tipo que se interesaría en temas relacionados con el hardware, pero cierto día quiso llevar sus creaciones de software al mundo físico.

No le resulto complicado programar los componentes, el sabia los principios en los que se basa cualquier programa así que adaptarse a un nuevo lenguaje de programación no era especialmente problemático.

Lo realmente difícil fueron los componentes físicos.

Llevaba unos cuantos años recolectando maquinas viejas y dañadas. Decía que algún día le servirían sus partes, pero ese día no había llegado aún. Quiso pues, bajo un arranque de creatividad caprichosa destruirlo todo y salvar solo lo que necesitaba.

Consiguió de ciertas impresoras, engranajes, barras metálicas, luces led, halógenas y fluorescentes, motores paso a paso, motores de corriente continua y montones de circuitos que finalmente resultan inútiles al ser programables una sola vez en su vida.

Cuando observo el deshuesadero, se dio cuenta de que no tenía idea de qué hacer con él.

Solo era un montón de chatarra potencialmente útil, pero nada realmente útil.

Pasaron los días y continuó su vida, pero observaba de vez en cuando los documentos de electrónica y repasaba sus programas analizando como portarlos al mundo físico.

Uno de sus programas pertenecía a un sistema de inteligencia artificial básico que movía unas articulaciones virtuales en tres dimensiones.

Solo movía un brazo de tres articulaciones.

Levantar, bajar, rotar y agarrar. Eso era todo.

Pero el sistema aprendía a sostener objetos que se le proporcionaran y moverlos a donde se le ordenara, con el tiempo, hacerlo por su cuenta según había aprendido.

Era su proyecto de grado, el que le valió la graduación con honores. Pero sabía que no era gran cosa, algo así lo podría hacer cualquiera y los sistemas de inteligencia artificial que existían en los juegos eran más "inteligentes".

De todas formas, opto por llevar a la realidad su proyecto como primer paso para la introducción al mundo real.

Una pequeña plancha de madera pesada serviría de base.

En el centro, un eje metálico permitiría la rotación del brazo en 360°.

Dos varas convenientemente recortadas servirían de estructura de soporte y se unirían mediante una articulación, en la cual, los motores salvados de la impresora servirían de músculos para el movimiento.

En la base instalo las placas de circuito impreso y un pequeño controlador, el cual programo en lenguaje ensamblador una forma simplificada de su inteligencia artificial.

La traducción de la inteligencia resulto bastante sencilla en realidad.

Ya que no tenía que simular físicas ni métricas, ni crear objetos ni entidades, solo tuvo que dedicarse a analizar y traducir los lenguajes para su implementación.

El resultado, un rustico brazo robot, apenas diferente de los muchos que circulan por la red, pero con una inteligencia que el mismo programo.

Los primeros comandos fueron sencillos.

Subir, bajar, girar, agarrar.

Todo igual a como lo probaba en el mundo virtual y se comportaba tal y como lo hacia allí.

Viendo que su obra estaba terminada y el resultado era satisfactorio, se sintió capaz de hacer cualquier cosa.

Probo esta vez a hacer algo más sencillo.

Los frutos del tiempo. Relatos cortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora