El guardián de la historia

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Un festival de colores, se desarrolla a través de mi ventana, el carnaval de Rio de Janeiro ha comenzado.

Con sus coloridos trajes bailan alegremente sin preocuparse por lo que pueda suceder. La gente desfila con extravagantes carrozas adornadas con motivos diversos, generalmente naturales y modificados al capricho de la mente humana.

ajo mi ventana, dibujo cada uno de los sonidos de este gran evento. Casi 150 horas de picos valles y montañas, canales, frecuencias y ondas, todo lo he registrado. La mitad de esta pared está llena con música colores y fiesta, mientras que la otra mitad tiene los sonidos.

El festival ha acabado.

Desde hace mucho tiempo que estoy aquí encerrado. Es imposible salir, aunque tampoco quiero hacerlo. La gente se ha vuelto loca, piensan matar todo lo que se mueva. He llenado las paredes de mi casa, la mitad de arriba, la llamo, "mi ventana", donde dibujo marco a marco el desarrollo de cada festival del que haya conocido, aunque ahora solo sean un recuerdo lejano de una época que pudo vivir despreocupadamente.

La mita de abajo, represento los sonidos que corresponden a los fotogramas que he dibujado.

Me encantaría tener una cámara o una pantalla, pero esas cosas dejaron de existir hace décadas. Me gustaría tener lápices de colores o pinceles con pintura, pero esas cosas dejaron de existir mas o menos por esos mismos días.

Me quedan tan solo dos paredes que llenar y ningún recurso con los que sobrevivir.

Una caja de lápices medio vacía es lo último que queda, he tenido que quemar todo lo demás. El festival de las flores y las frutas en Ecuador me ha dado envidia.

Solo puedo dibujar 150 horas de imágenes y sonidos sobre lo que algún día fue una fiesta en honor a la fértil tierra que otorgaba generosamente sus frutos a quien le dedicara su esfuerzo.

Las danzas acompañadas de instrumentos típicos no hacen más que traerme nostalgia.

Cuando comencé, fue una forma de alegrar mi encierro en busca de refugio emocional además del fisico. En esta época, las habilidades intelectuales no sirven para sobrevivir y yo nací con las más extrañas.

Puedo recordar vívidamente eventos del pasado, aun sin haber estado allí aunque soy sordo. Como complemento a mi capacidad, también soy capaz de ver los sonidos, por lo que no tengo problema en oír lo que dibujo. Por último, soy incapaz de olvidar, asi que estoy condenado a seguir reviviendo sucesos que ya no tienen importancia.

Hay una rendija por la que puedo ver afuera.

Están matando a una persona y no sé por qué.

Nadie se defiende, pues morir es lo que esperan.

Nadie defiende a nadie, pues ya todos tienen las manos manchadas en sangre.

No hay futuro, solo queda el pasado que me sigue acogiendo en mundos sin duda hermosos.

Esta vez, dibujare el festival obon de Japón.

Vestidos de elegantes kimonos, las personas se preparan para su fiesta más alegre. Al ritmo de los tambores danzan felizmente mientras otros comen deliciosos manjares que solo se preparan ese día.

Pero espera, me faltan los sonidos.

Bajo mi ventana dibujo líneas muy apretadas en forma de zigzag, debo componer con mucho cuidado los sonidos del evento. Solo me queda un lápiz y este se gasta rápidamente.

La casa parece no aguantar más las agresiones de los que están afuera.

Leo los sonidos que he dibujado por ultima vez y los tambores comienzan a sonar.

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Nota del autor

Este relato bien puede ser una escena de alguna de las novelas que he escrito, pero no lo he pensado bien, así que lo llamare one shot XD


Los frutos del tiempo. Relatos cortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora