Los frutos del tiempo. Relatos cortos

El Ejemplo a Seguir

Fue el niño más feliz que había en toda la cuadra, sus padres habían traído a casa al hermano que siempre pidió por un descuido en su planificación familiar.

Decidió entonces, que iba a ser el guardián de tan pequeña criatura y jugaría todo el tiempo con él, que nunca se aburriría y sería un ejemplo a seguir.

Crecieron juntos y, efectivamente, cumplió su palabra.

Jugaban a diario, y el menor llego a admirar mucho al mayor, lo imitaba en todo lo que podía y esto llenaba de orgullo al niño.

Cuando el menor enfermaba, el niño se quedaba junto a él para cuidarlo, incluso noto una enfermedad y aviso a sus padres con tiempo. No quería descuidar nunca a su hermano.

Pero un día, se dio cuenta de que no podía ver bien.

Sus ojos empezaron a degenerar a tal punto que empezó a chocar contra las cosas que no alcanzaba a ver.

Sus padres no comprendieron el asunto, hasta que sus notas cayeron, solo los constantes regaños de los profesores que hacían llorar al niño los hizo comprender que algo iba mal.

Finalmente, le diagnosticaron miopía y le asignaron lentes.

El niño estaba desconsolado, había pasado por muchos sinsabores, pero al menos ya podía ver mejor, las cosas tenían que ir mejor.

Pero el menor comenzó a chocarse contra las cosas como lo hacía el niño.

Él, alarmado, creyó que su hermano también lo estaba imitando en esto y llorando trataba de evitar que lo imitara.

Pero el menor seguía chocando e incluso comenzó a llegar llorando porque sus profesores le regañaban al no poder ver lo que aparecía en la pizarra.

El niño estaba desesperanzado, su papel como hermano mayor estaba causando sufrimiento a su hermano menor. Pero sus padres lo comprendieron mejor que él. También el menor había desarrollado miopía.

Cuando el hermano menor llegó con un par de enormes lentes de pasta como los del niño, este sonrió, le felicito y se encerró a su habitación a llorar.

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Notas del Autor

La realidad es que nunca he dejado de fallar.