Eran tiempos difíciles, aun lo son pero ahora tiene mejores herramientas para defenderse.
Cuando era joven, vivió en un barrio pobre, apenas tenía para comer pero siempre se mantuvo optimista.
La infraestructura de la ciudad era mala, las calles llenas de cráteres a menudo se llenaban de agua con las lluvias o se convertían en secos abismos durante las sequias.
Él tuvo un sueño. El leyó un libro que hablaba sobre los astros.
Tuvo la fortuna de conocer la astronomía en vez de la astrología y empezó a interesarse en los planetas y estrellas.
Por las noches despejadas de luna llena, afinaba lo más que podía sus ojos para tratar de notar cada detalle de la luna.
Aquella mancha de color diferente lo intrigaba, a veces tomaba la apariencia de un conejo y el halo de misterio se incrementaba conforme más la observaba.
Sus libros de texto mostraban una superficie árida y llena de cráteres, no muy interesante, pero no se desanimaba, le recordaba a su hogar.
De vez en cuando se le veía jugar saltando de cráter en cráter por las calles destrozadas como si explorara la luna y sus amigos a menudo le seguían el juego. Su entusiasmo siempre fue contagioso.
Así, fue forjando poco a poco su destino, él quería ser astronauta.
Creció estudiando con todo el empeño que podía poner.
Sus pocos recursos no le impidieron seguir adelante y empezó a cosechar becas para seguir sus sueños. Pero, también conoció ciudades en mejor estado.
Comenzó a despreciar aquella ciudad polvorosa y llena de cráteres donde se crio.
Los huecos en la calle no le parecían más que estorbos y a menudo hablaba sobre escapar de ese lugar asfixiante tan pronto como tenga la oportunidad.
Pero la ciudad ya le había cogido aprecio a él.
La alcaldía se había encargado de conseguiré una beca para estudiar en el exterior en una universidad prestigiosa, todos sabían de el a estas alturas.
Pero el, más feliz que todos, se marchó en busca de sus sueños.
Curiosamente regresaba de vez en cuando.
Los cráteres seguían allí, nadie podía hacer nada, la ciudad era pobre.
El seguía despreciando ese lugar pero seguía volviendo.
Cierto día, fue aceptado en un programa espacial.
Llego a ser conocido por todo el país como el primer astronauta de allí.
Se le ofreció incluso la oportunidad de vivir en otro planeta cuando el proyecto esté listo, pero el pidió tiempo.
Regreso a la vieja ciudad y pensó durante varios días.
Varios meses.
Los cráteres le parecieron la cosa más encantadora que había visto y le dolía no poder regresar a verlos. Fueron la raíz de sus metas cumplidas.
Y pensó: "¡Llegare a la luna desde mi hogar!"
Y comenzó su viaje convirtiendo a su ciudad en la primera ciudad de su país en iniciar la carrera espacial.
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Nota del Autor
Cierto día un compatriota quiso comenzar la carrera espacial en mi país.
Se lo acepto con gran entusiasmo, pero algo salio mal, su proyecto desapareció de los radares.
No se le dio ni una sola oportunidad de redimirse, y se lo hundió entre humillaciones y burlas.
Creo que fue un buen intento, espero que alguien mas tome la iniciativa y no deje que sigamos en el atraso tecnológico.
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Los frutos del tiempo. Relatos cortos
Short StoryEl tiempo fluye constantemente y con el van creciendo los frutos de lo que he sembrado. Esta colección de relatos es solo una pequeña cosecha de aquellas cosas que he aprendido y seguiré aprendiendo, una búsqueda por algo inalcanzable pero que di...