Nunca mas Volverá a Suceder

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En una gran exposición de arte, se anunció que una obra muy particular estaría presente, y que se podría comprender solo ante la combinación de diversos ojos. El anuncio atrajo a mucha gente.

El gran salón tenía muy pocas cosas en realidad.

Se lo podría describir como un vacío agónico de recuerdos disonantes colgados de una pared tan blanca como el suelo y el techo, de una pureza tal que ni las huellas se notaban al caminar por el salón.

En las paredes, se presentaban oscuras obras, no tanto por sus colores, más bien por su temática.

Se podía ver, rostros desesperados gritando sin sonido, paisajes bañados en los fríos colores de la noche, cuerpos retorcidos tanto angular como circularmente pero la mayor parte de las obras representaban de alguna forma la desesperación.

Un cuadro, sin embargo, al frente de la puerta de entrada desentonaba del resto.

Brillantes colores del día adornaban cada uno de los trazos.

Árboles frondosos eran el escenario de un grupo de niños jugando felizmente en un día soleado, la alegría de sus rostros era tal que animaba a quienes venían de los otros cuadros melancólicos pero el titulo resultaba inquietante.

"Nunca volverá a suceder"

Cuando ya había pasado cierto tiempo, la gente notaba que algunas personas iban saliendo apesadumbradas después de ver el alegre cuadro central.

La curiosidad fue mayor al descubrir una pequeña perilla que servía para ajustar la iluminación que incidía sobre el cuadro, aunque esta apuntaba más al espectador que al cuadro.

Un tipo miraba con cuidado la imagen y sintió que vio algo al entrecerrar los ojos, como si cambiara cuando la luz también lo hacía así que tomo sus gafas de sol y se las puso para observar y confirmar sus sospechas.

La imagen, resultó alterada, de tal forma que no quedaba nada del brillo de alegría que caracterizaba a la imagen original.

Pensó que tal vez eso sea lo que hacía que las personas salieran apesadumbradas al observar el cuadro y noto que todas tenían algún tipo de gafas al momento de salir.

Su compañero, quien tenía lentes con una tecnología que permitía que se opacaran ante una mayor incidencia lumínica, no los tenía puestos en ese momento, pero le pidió que se los pusiera y describiera el cuadro.

— Es un precioso cuadro de un grupo de niños jugando en el bosque — dijo indiferente

— Ahora ponte tus lentes

— Se ve igual...

El tipo sabía que sus lentes no eran para protegerse del sol, si no para ver los objetos que se encuentran más lejos de su campo de visión, pues, tenía una ligera miopía, así que se acercó a la perilla y comenzó a ajustar la luz.

— El bosque se ha oscurecido, los niños se ven mayores pero siguen jugando — comento intrigado el compañero

Volvió a ajustar la luz, al segundo nivel para continuar el experimento

— El bosque se ha oscurecido aún más, parece de tarde y el sol se ve algo nublado y ha cambiado de posición, los arboles tienen tonalidades más oscuras y los niños se ven aún más crecidos.

Con curiosidad y ya rodeados de otros curiosos, algunos de ellos usando sus lentes con las mismas características de su compañero, volvió a ajustar otro nivel más.

— El bosque tiene algunos árboles marchitos, el sol está completamente cubierto por nubes, ya no hay hierbas verdes en las bases de los árboles, los niños continúan jugando pero se ven casi adultos, debilitados y algo encorvados.

El público se sentía incómodo al ver los grados de ajustes y comenzaban a conjeturar el significado de lo que veían.

El tipo ajustó un nivel más, previendo lo peor y observo la reacción de su compañero.

— El bosque está lleno de árboles marchitos, parece de noche, casi no se ve nada, hay solo hierbas secas, han aparecido algunas alimañas y en el suelo están los niños, no mayores, si no como al principio, parecen muertos y desnutridos.

La gente se sentía mal, ninguno de los otros cuadros que presentaban su propósito directamente les había causado tal pesar, algunos hasta se sacaron sus lentes a pesar de ir trastabillando debido a su mala visión, otros, no podían sacarse las gafas por lo intenso de la luz que iluminaba el cuadro, condenándolos a ver lo que no querían ver.

El compañero del tipo lloraba frente al cuadro, pero seguía observando.

— ¿puedo dejar de ver? — preguntó

— C... Claro, pero aun quiero hacer un último experimento.

Apagó la luz y le quito los lentes de aumento a un viejito que pasaba por ahí.

Desde el principio la ilustración ya estaba presente, pero nadie la había podido ver.

Ante la distorsionada imagen de todo el contexto por el desenfoque de las gafas de aumento, el cuadro se manifestaba como la representación de un bosque seco, lleno de arbustos retorcidos, con los cadáveres de algunos de los niños, no todos los del principio, también de las alimañas que se vieron en la última representación, incluso los insectos estaban muertos, ya no había nada que pueda continuar la putrefacción, por lo que probablemente todo quede de esa manera, por toda la eternidad.

Los frutos del tiempo. Relatos cortosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora