Dominique Weasley

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-Dominique Weasley- dice una voz fría y áspera.

La ginger levanto su vista y no pude sentir nada más que asco y odio, miraba a esa persona con repulsión. Sin dudarlo, cuando ella estuvo lo bastante cerca de Dominique, la Weasley le escupió la cara.

-Nunca lo lograrás- dijo la ginger- No podrás obligarme a matarla-.

-Créeme nadie te obligará a nada, tu sola lo harás- dice con la amargura de sus palabras-.

-Ni muerta lo haría- escupe las palabras- ¿Por qué? ¿Por qué lo haces?- pregunta viendo como aquella persona camina a la salida.

-Amor-responde en un susurro.

(...)

Los jóvenes caminaban por las calles frías de Londres, estaban a punto de entrar al cementerio. Habían tardado dos días en salir por completo de aquella cueva, aparte tuvieron que huir de una especie de "mortífagos", mejor dicho, de los seguidores de Henry, el primo de Gwendoline.

Los muggles miraban confundidos como un grupo tan grande de jóvenes caminaran al cementerio a plena luz de día, en horario escolar, pero a los magos no les importaba, ellos solo querían encontrar a Dominique Weasley antes de que suceda algo horrible.

-¿A quién tenemos que buscar?- pregunta Louis cuando lograron entrar.

-Henry Roche- responde la pelirroja- Probablemente esté en uno de los que parecen una casa en vez de lápida-.

-¿Cómo esos?- señala Rose- Son los únicos que se miran en este lugar.

Caminan hacía él con pasos lentos, no sabían que iban a encontrar ahí. El viento empezó a correr más frío que de costumbre y los arboles estaban congelados. Parecía un frío invernal y ya estaban a finales de primavera.

-¿Gwen estás haciendo esto tu?- pregunta Albus.

-No- responde la pelirroja- Lo juro por Merlín y no se deshacen cuando intento hacer fuego, este rápido se congela-.

-Dementores- dice Scorpius viendo a esas horrible criaturas.

-¡CORRAN!- grita Frank.

Albus toma la mano de Brooklyn y salen corriendo, todos se van directo a ese tipo de cabaña pero al llegar ahí se dan cuenta que está cerrada. Los dementores estaban mortalmente cerca y no dudaron en empezar a succionar la felicidad de todos ellos. Eran más de diez dementores atacándolos a la vez; los que sabían realizar un patronus no podían hacerlo por ser atacados. Sus fuerzas eran escasas pero trataban de realizar el hechizo, pero de sus varitas solo salía una escasa luz plateada que no alcanzaba ni 15 centímetros de largo.

James no podía respirar, sentía que se le iba el aire, pero tampoco podía dejar que todos sus amigos y su familia se desvaneciera frente a él. Con la poca fuerza que le quedaba, tomó su varita en mano y realizo el hechizo. Una gran luz plateada los protegió a todos, en el centro, lideraba un enorme ciervo con grandes cornamentas. Ni el patronus de Harry Potter se comparaba con el de James; era simplemente majestuoso. 

Los dementores huyeron luego de que el hechizo terminara y un James inconsciente cayó al suelo. Había usado demasiada energía vital y estaba cansado, sus ojos pesaban y por más que tratará de abrirlos no podía.

-¡James! ¡James!- gritaba Gwendoline viendo al azabache en el suelo- Por favor despierta- decía mientras lo movía de un lado a otro.

El azabache logró abrir un poco los ojos y sonrío -Con grandes poderes...Viene una gran necesidad de tomar una siesta. Despiértame más tarde (1)- dice citando a un personaje de un libro que le encantaba a Gwen. 

La Maldición Potter |En Edición|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora