G W E N ' S P . O . V :
Kate ya sabía de mi estado, desde antes de salir. Me parecía tonto que viera eso, pero debe haber una explicación lógica, la mayoría de las veces las hay. Aún seguíamos en la casa de Brooklyn, no nos iríamos hasta que Dominique y la niña se recuperen. La niña nos había dicho que se llamaba Daisy y que vivía solo con su padre, quien era hechicero. Nos contó que un día estaba con su padre paseando por las calles muggles cunado una luz brillosa le llamó la atención por lo que fue tras de ella, estaba en un callejón oscuro cuando dos señores salieron de la nada. Lo último que recuerda fue despertar en ese feo lugar llenó de hombres malos.
-Gwen- dice Kate con una leve sonrisa- ¿Vienes un momentito?- asentí y camine hasta mi castaña amiga. Yo no quería que ninguno de ellos estuviera involucrado en todo esto, ellos no necesitaban esto.
-¿Que sucede?- pregunte confundida.
-¿Por qué aparecí en tu miedo? Digo es algo genial que te parezca importante pero yo ya sabía eso-.
Negué con la cabeza lentamente mientras buscaba las palabras adecuadas para explicarle- Realmente no sé la razón pero... Nique estaba es otro lugar y ustedes son las únicas verdaderas amigas que tengo. Creo que temía perderte como lo estaba haciendo con Dom- dije con voz temblorosa, eso era lo que temía perder a Kate y perder a James. Eran de las personas más importantes para mi.
La castaña sonríe ampliamente mientras se abalanza para abrazarme- Tu igual eres muy importante para mi Gwennie. Eres mi mejor amiga-.
-Y tu la mía- le respondí- Creo que iré a ver como están-.
Camine hasta la habitación de huéspedes que habíamos convertido en enfermería improvisada. Dominique seguía dormida y su respiración era muy calmada, en tanto Daisy miraba las caricaturas entretenida, no pasaba los 10 años. Le sonreí a la pequeña castaña la cual me regresó el gesto. Tomé los artículos de enfermería y cheque a Dominique.
Su piel había perdido más color y las ojeras eran más notorias. Tomé su pulso el cual era muy débil, le habíamos inyectado suero para que recuperara fuerzas pero no funcionaba. Hicimos varias pociones pero nada hacía efecto y eso nos asustaba. La ginger empezó a sudar y su respiración se volvió agitada. Tenía temperatura.
-¡CHICOS!- grite, ninguno tardó en aparecer por el umbral de la puerta- Consigan algo para la temperatura, no podemos dejar que suba más- les explique. Brooklyn regresó con un termómetro el cual coloqué en los labios de mi amiga.
Rose estaba leyendo un libro de pociones para ver si ahí encontraba algo que sería útil, mientras tanto Lorcan cargaba varias medicinas que podían ser útiles.
-Necesitamos llevarla a un hospital- dije- Su fiebre está en 39°, si sube más puede inducirse en un coma e incluso morir-.
Todos asintieron y recogimos nuestras cosas lo más rápido que pudimos, la pequeña Daisy estaba asustada, decía que Dominique le había dado la mitad de su comida y agua mientras estaban encerradas, por lo que la miraba como su heroína. Nos tomamos de las manos y aparecimos en Hogsmeade, tomamos los carruajes que nos llevaron al castillo. Una gran cantidad de aurores y profesores se nos acercaron. Madame Pomfrey se llegó a Dominique a la enfermería.
Estaba muy asustada, no quería perder a la ginger, no quería perder a nadie ni que nadie sufriera las consecuencias de esto.
-Cameron acompáñeme- dice McGonagall, caminó tras ella con la cabeza gacha.
Entramos a su oficina en donde la familia Weasley Delacour nos esperaba. La señora Fleur no tardó en abrazarme, la rubia lloraba desconsoladamente y el señor Bill tenía una expresión de alivio.
-Muchas gracias Gwen, me has traído de vuelta a otro de mis hijos- decía la señora- No sé que haggíamos sin ti- me sentí mal. Lo que pasaría si no estuviera no serían problemas.
-Será mejor que vayan a verla- les dije- Está en la enfermería- los señores Weasley agradecen y desaparecen. Me quedé sola con McGonagall la cual estaba sentada en su silla-¿Sucede algo?- pregunte nerviosa, solo quería algo de tranquilad.
-Por el momento nada, ¿has visto algo?-.
-Lo mismo de siempre: humo, alumnos corriendo y señores con ropa negra- le respondo- Aunque he descubierto el don que tenía Caroline- me dio una señal para que siguiera hablando- Ella podía curar a la gente mediante su voz, igual podía hacerla enfermar. Aparte creo que podía crear un tipo de espejismo, hacer que los demás vieran otras cosas en vez de lo que realmente pasaba-.
-¿Tu tatarabuela mencionó algo de ella?- pregunta.
Asentí- Dijo que presentía que nadie más tendría esos dones, que ellos murieron con ella- le explique- Pero no lo creo, he tenido este presentimiento de que alguien más puede hacer eso. No sé si lo conozca o no, pero alguien más lo hace-.
-De acuerdo, por ahora descansa, tu padre ya está enterado de tu regreso. Será mejor que disfruten estos momentos- asentí y salí de su oficina. Caminé a la Sala Común pero hay algo: No me sé la nueva contraseña.
Me quedé ahí parada esperando a que alguien que se la supiera pasará. Estaba charlando con el retrato de la Dama Gorda, la cual no me dejaba entrar a pesar de conocerme desde hace años. Maldito retrato.
-¿Por qué tan sola?- sonreí, conocía esa voz a la perfección. Y pensar que hace meses nos detestábamos. Aunque me doy cuenta que nunca odie a James, solo le sentía una envida, a él todo le salía bien sin necesidad de intentarlo o esforzarse mucho mientras yo siempre tenía que repasar antes de cualquier clase.
-No estoy sola, estoy con un retrato- le sonreí- Y contigo- me sonroje un poco. Es verdad que aún rondaba por mi mente la vez que el me dijo "eso" en la casa de mi abuelo, pero yo no sabía aún. Sabía que lo quería, incluso puedo decir amo, pero no sabía si lo correcto era decirle, aún tenía ese miedo de que la única tonta sea yo y que James solo busca un rato de diversión. ¡Por Merlín Gwen! No pienses en eso.
-¿Quieres hacer algo?- pregunta acercándose un poco a mi. No dude nada y terminé con la distancia entre nosotros. Se sorprendió por mi acto pero no tardó en seguirme el beso.
Me separé lentamente mientras sonreía- Tenemos que ir a clases. No podemos perder más tiempo- le dije mientras él entrecerraba los ojos.
-¿Enserio? ¿No podemos tomarnos el día?- hace un puchero de lo más tierno. Mordí mi labio mientras negaba- ¿Por qué eres tan correcta?-.
-No soy correcta, de hecho la mayoría de las buenas ideas de las tres son mías- dije defendiéndome- Es solo que si no convenzo a los demás de que soy buena en la escuela no me convenzo a mi misma-.
-Solo por hoy- dice James tomando mi mano y jalándola lejos de la Sala Común- Un día a lo James y Gwen, ¿qué dices?-.
Lo pensé, dentro de poco no tendría mucho tiempo para James y quiero aprender a disfrutar el momento con él. Asentí mientras corríamos por los pasillos del castillo, a la mierda si no somos nada oficial, disfrutaría esto mientras podíamos. Luego me preocupo por corazones rotos.
Por el momento tengo que disfrutar, soy una adolescente con hormonas, el corazón habla por mi no la cabeza. No quiero llegar a viejita y arrepentirme de cosas que no hice en vez de cosas que hice. Y como las moiras dijeron, yo forjó mi propio destino y quiero que sea el correcto, en donde mire hacía el pasado y diga: ¡Vaya que me divertí incluso en los feos momento!
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La Maldición Potter |En Edición|
FanficJames Sirius Potter sabía sobre la supuesta maldición de su familia, mejor conocida como la maldición Potter: Pelo azabache e indomable, ojos de la madre y ceguera extrema (está regla la incumple Albus, el tiene los ojos verdes de su padre y su cegu...