17

790 89 21
                                    

Con Matilda, de cinco meses apenas cumplidos, en brazos, Mauro se hallaba estático. Inmóvil. Su beba lo hacía inmensamente feliz y le enseñaba nuevas formas e intensidades de amor, con cada día de vida. Su mujer, Fernanda, era una gran compañera, a la cual apreciaba muchísimo.

En ese instante, sin embargo, un hueco se abrió en su pecho, como un agujero negro al cual había decidido ignorar una vida, mientras se comía todo su interior. Hacía un calor espantoso y Matilda llevaba un adorable sombrero de pescador en la cabeza. De no haber sido así, habría comenzado a sufrir el sol, mientras él permanecía quieto.

Estaban esperando a Fernanda, que había entrado a comprar una planta en el vivero, al otro lado de la calle, para una pareja amiga que acababa de mudarse. Mauro, con inocencia, se había acercado a un local de ropa femenina, que tenía vinilos de colores con forma de mariposas y flores en el vidrio, para entretener a su hija. Sin embargo, el maniquí en la vitrina le había parado el corazón.

Era un cuerpo blanco delgado, sin rostro, mas con anteojos de sol con forma de corazón. Llevaba una musculosa y un short de mezclilla y una melena caoba se ocultaba bajo una capelina.


Bajo la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora