Capítulo 4.

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- ¿Qué no te lo dijo? - Cuestionó el albino dando la vuelta en una esquina, llevaban 10 minutos en carretera.

- Me dijo que había besado a un chico, pero creí que eras tú. - Respondió haciendo obvia la respuesta.- Como recuerdo que me dijiste que hiciéramos un rapidito.

- Imbécil, si nos besamos. Pero fue después de que besaras a Yami ¡Fue genial como te le lanzaste! - Río deteniéndose en un alto.- ¿Tu hermana esta bien no?

- Sí, le dije que se encerrara en su cuarto, nunca la arriesgaría en uno de mis problemas. Puedo ser reventado, grosero, todo. Pero no pondría en peligro a mi única familia.

- También esta tu abuelo y tu madre...

- A esa mujer no la menciones, por favor. - Habló rápidamente callando a Bakura, el sólo negó con la cabeza.

Tanto como Bakura y Yugi se preocupaban por la rubia menor, sabiendo lo que su madre la obligaba hacer. Estudiar, y siempre ser la mejor. La número uno en todo el mundo, como Yugi dejó de estudiar hace dos años por las presiones de su madre hacía el. Así que ella desquita su coraje con Rebeca obligándola a hacer todo lo que Yugi no pudo y contratando maestros especiales. Es decir, profesores que le enseñasen en casa.

Por esa misma razón cuando Yugi podía se la llevaba lejos de ese infierno al parque, o algún otro sitio a que se divirtiera. Claro a escondidas de su madre. Sí sabía algo de eso, su hermana pagaría todo.

Yugi sacudió sus cabellos tricolores frustrado mirando al espejo y notó un auto atrás de ellos con un cabello conocido por el, fijo más su vista y era...

- ¡Mierda, acelera Bakura!

- ¿Por qué?

- ¡Yami está detrás de nosotros! - Ambos miraron hacía atrás, y si en efectivo era Yami quien miraba a Yugi con enfado.- ¡Acelera carajo!

- ¡No puedo, si me paso la luz roja me quitan el auto imbécil!

- No lo haces tu, lo hago yo y sabes que soy capaz de arrojarte por la ventana. ¡Ya no seas marica!

Gritó desesperado el tricolor apurando a Bakura, el no tuvo otra opción que obedecer a su amigo y arrancar a toda velocidad violando las leyes de transito, Yami no dudo en seguirlos. Pero le sería difícil, el auto de Bakura era un Ferrari, y el de Yami una camioneta.

Bakura esquivó con facilidad los carros que se le ponían en frente moviendo sus cuerpos de un lado a otro como si se tratase de una atracción. El tricolor estaba confiado en que lo perdería de vista con el automóvil de Bakura. Así que se relajo en el asiento estirando sus pies mientras Bakura manejaba a toda velocidad.

- Vamos, lo haces muy bien. - Dijo burlonamente mirándolo, este le saco su dedo de en medio. Este lo mordió de forma juguetona, Bakura sacó su dedo.

- Espérate hasta llegar al hotel calentón. - Soltaron una carcajada ambos, hasta que la camioneta de Yami logró ponerse a la par suya.

- ¡Detengan este auto! - Ordenó mirando a Yugi y luego a la carretera, así sucesivamente.

- ¿Quién me lo ordena? ¿Tú? ¡Ja!

- ¡Mocoso detén el auto!

El movió su dedo negando con una sonrisa. - No-oh.

Yugi tomó una caja de clavos que había en una parte del asiento y se la mostró a Yami, este palideció mirándolo amenazadoramente.

- No lo harías.

- No me rete como en Blockboster. - Abrió la caja acercándola a la ventana.

- ¡Mutou, no lo hagas!

Mi pequeño problema.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora