Mi pequeño problema.

Capítulo 17

Pasó una semana desde aquella noche y la confesión que hizo Yugi hacia Yami sobre su terrible crimen contra la chica llamada Alexis, fue como un golpe bajo para el mismo psicólogo.
Simplemente no podía creer la clase de sujeto que era la persona que amaba, no lo aceptaba.

— Así que se lo contaste. —habló el rubio comiendo una manzana.

-— Estaba ebrio, no sabía que lo decía. La jodí toda.

Jounochi y Yugi se encontraban en las áreas verdes del Internado mirando hacia el cielo fumando el tricolor un cigarro que consiguió de Marik en su habitación.

Le aborrecía ahora fumar, pero le relajaba. Y no podía conseguir alcohol que no fuese el de la medicina.

— ¿Y qué? no es como si él te importará ¿o sí? — lo miró ansioso obteniendo el silencio del menor.— wow, el gran Mutou Yugi teniendo sentimientos por alguien ¡llamen al psiquiatra!

— Callate. No diría que... sentimientos.

—Veamos; durmieron en un hotel, fueron a una cita, se mensajearon, se besaron, tuvieron un ligero roce, bailaron, te cuidó durante tu peda, te acompañó a lo de tu hermana.. -—Jounochi contaba cada cosa que Yami hizo por el con los dedos —oye viejo, ya en serio. Te estás enamorando de él.

—Debo dejar de contarte mi vida — replicó mirando al cielo —y no lo estoy. Da asco el amor.

— No lo da.

—¿Ah no?

-— No.

—¿Te has enamorado? — quiso saber invadiéndole la curiosidad. Jou asintió. — ¿quién?

—Fue hace mucho. No tiene importancia.

— Cuentame. —pidió sacudiendo el brazo de su amigo insistiendo.

— No lo haré. Juré jamás contarlo.

— Como quieras. — se rehusó a seguir rogándole—Jou, yo no sé que es el amor.

—¿El amor a tu madre?

—Ese desapareció hace siglos, y mi padre me destrozó el amor que le tuve. — confesó sintiendo el aire resoplar en su rostro, se acercaba el verano. — sólo amo a Rebeca.

— Yugi, ese es amor de hermanos.

— ¿Qué no cuenta o que?

Pasaron hablando de cosas aleatorias para tratar de olvidarse de todo lo que les había pasado. Yugi recordó la escena en el hotel en cuanto Jounochi le contó de uno de sus vídeos pornográficos que hizo con su vecina de 27 años.
Esa noche le hizo mierda el corazón, jamás vio a Yami tan molesto.

Esa noche dos semanas antes.

— Monstruo Yugi, ¡eso eres un monstruo! — gritó perdiendo la compostura con el menor que estaba en la esquina aterrado. — ¿Cómo pudiste? ¡Estás mal de la cabeza, enfermo para hacer algo así!

—¡Fue un juego! ¡Ya se lo dije!

—Juego mis bolas. — gruño rompiendo la otra lámpara. —hacerle eso a una mujer es como hacerlo a tu hermana ¿Qué no te das cuenta?

—¿¡Qué puedo hacer!? ¡Ya la jodí, ya, fue pasado! ¡Usted que le importa!

— Me importa la conducta de la gente, en pocas palabras ¡La tuya imbécil!

El corazón de Yugi se encogió por las palabras que le decía que tuvo que cubrirse los oídos al oír un vago recuerdo similar a esta situación.