Egipto 51 A.C.

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El sol tenía más fuerza de la usual, seguramente su dios Ra les estaba bendiciendo con su fulgor. Miró hacia la cama llena de seda en la que su esposa reposaba, tenía una belleza inigualable, mas no le amaba, era su propia hermana y en el testamento de su padre quedó claro que ellos debían desposarse.

—Oh querido Ptolomeo, ¿en qué piensas? — se acercó moviendo sus suaves curvas así como todas las joyas que le acompañaban.

—En lo mucho que Egipto ha crecido mi reina — ronroneó en ese idioma tan tosco que sólo él podía hacer sonar como si fuera un cántico de éxtasis — ¿Eres feliz a mi lado querida Cleopatra? — preguntó tomando la mano que ella posaba en su pecho desnudo.

—Claro que lo soy —aseguró con una media sonrisa.

Se quedó callado observándola, ella seguramente sabía lo que planeaba, no era una mujer ingenua, eso lo sabía de sobra. Él podía ser joven pero seguiría su camino, un camino que le llevaría a un rumbo desconocido.

***

Su querida hermana había salido huyendo, jamás contó con el hecho de que se aliaría a su mayor enemigo y cuando vio la entrada de esos extranjeros sintió odio y repudio. Todos susurraban cosas, de cómo él moriría pronto en manos de esos romanos.

—Traigan a uno de esos romanos — exigió el joven faraón

Se sentía impasible porque la derrota estaba cerca. Miró hacia la puerta de la sala de su gran palacio, con brusquedad traía a un romano, lo llevaban casi arrastrando. Se acercó con sed de sangre, al menos tendría la honra de haber matado a uno de esos bárbaros que invadía su tierra.

—Lo encontramos merodeando por el palacio — le comentó uno de sus soldados

—Así que mandaron a alguien a vigilarnos — con el cetro bañado en oro levantó el rostro del hombre que yacía casi tirado en el suelo — mal día para ti — dijo antes de quedar mudo de asombro ante el rostro que estaba enfrente de él

Ojos grandes que brillaban como si el mismo dios Ra iluminara desde ahí, piel pálida que seguramente había sido poco quemada por el sol y unos labios carnosos que le invitaban a saborear lo orígenes romanos. Entonces su enojo se disipó por un momento porque había algo en ese pequeño hombre que llamaba su atención por completo, como si no fuera la primera vez que sus ojos se toparan. Apretó sus labios sin saber qué decir, ese hombre le veía de la misma forma pero salió de su aturdimiento.

—Pronto vendrá mi gobernante a cortar tu cabeza — se atrevió a decir con una media sonrisa, recibió el golpe del faraón en el rostro, su centro de oro se clavó en la cabeza de él con fuerza para castigarle.

—Y yo cortaré la tuya — le advirtió en un perfecto griego — llévenlo a una mazmorra — ordenó molesto.

Sus ganas de querer matar a uno de esos forajidos se desvanecieron, debía prepararse para lo que se enfrentaría. En poco rato se encontró huyendo, le había acorralado, él había sido entrenado para ser un gobernante, no para ser un soldado, no tenía con qué hacer frente. Corría en el pasillo de las mazmorras con prisa, los pasos de sus perseguidores se hacían sonar en el lugar, sin pensarlo mucho se metió a la primera que encontró.

— ¿Huyendo? Te he advertido que vendrían a cortar tu cabeza — se giró para ver al mismo pequeño hombre de grandes ojos.

—Cállate — ordenó pero la sonrisa burlona de él le hizo pensar que en cualquier momento gritaría acusándole.

—Faraón inútil que pierde ante su hermana — le susurró, se acercó hacia él y el pequeño romano se fijó en los ojos marcados con líneas negras características de esa civilización, tenía unos labios gruesos que formaban una mueca de molestia en ese momento

—Quizá perderé pero tú te vendrás conmigo — musitó sacando su espada y apuntando hacia él quien estaba amarrado sin poder moverse.

—No le temo a la muerte — anunció sin más, fijó sus grandes ojos hacia el más grande y los cerró esperando a su verdugo.

—Lo que tú digas — pronunció.

Antes de clavar su espada sintió la necesidad de besar un párpado del romano, esos grandes ojos no podían ser verdaderos. Y justo cuando su espada se clavaba en el estómago del romano de grandes ojos, abrían la puerta para también darle el mismo destino...He ahí la muerte del faraón Ptolomeo.

Los hilos vuelven a moverse. La reencarnación otra vez comienza.


¡Hola chicas! whoa, esto es medio extraño pero creo que comenzarán a comprender todo esto pronto. Los primeros serán cortos pero ya luego haré más historia, espero les guste mi primer fanfic KaiSoo <3 yo lo amo con todo mi kokoro. Esto va para mi Maní, se lo había prometido tiempo atrás y al fin aquí está, te prometo que pronto comenzaré a trabajar con el otro fic <3

¡Feliz Año Nuevo a todas! Mucho amor KaiSoo para todas las lectorxs de este nuevo fic :3




Reencarnación / KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora