Inglaterra, 1595 (Parte 3)

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Dominic sentía como el sudor de su cuerpo resbalaba lentamente y las sábanas se pegaban a él, estar en ese reposo no le hacía sentir mejor ni por asomo, pero le habían aislado de todo por esa enfermedad, nadie le decía cuál sería su destino. No podía dejar de pensar en Joan, en aquel teatro donde se ocultaba su amor y lo mucho que extrañaba seguir actuando que estaba enamorado de él, porque realmente no era actuación.

Miró el techo muy confundido por la bruma del mal que le ensombrecía, sentía a su mente estirarse hacia lo desconocido y cuando sentía que sus ojos se cerraban profundamente, un pequeño golpe le espabiló.

Volteó a buscar de dónde provenía tal sonido, cuando vio como una pequeña piedra se impactaba sobre el vidrio de su ventana, su mente se despejó del todo. Con lentitud se levantó de la cama, se asomó a buscar entre las sombras a quién interrumpía su sueño.

—Dominic — alzó su voz Joan lo suficiente para que su amado le escuchase, pero no para que los demás lo hicieran. Cuando se encontró con el rostro resplandeciente del chico en la ventana, no pudo evitar mostrar una gran sonrisa al pensar en que esa escena se parecía a una que durante días han estado representado — Habla. ¡Oh! ¡Habla ángel resplandeciente!... Porque esta noche apareces tan esplendoroso sobre mi cabeza como un alado mensajero celeste ante los ojos extáticos y maravillados de los mortales, que se inclinan hacia atrás para verle, cuando él cabalga sobre las tardas perezosas nubes y navega en el seno del aire

El joven en la ventana no pudo evitar soltar una traviesa risa de sus pálidos labios, verle ahí le animó de inmediato, sólo necesitaba ver a ese hermoso rostro adornado de una sonrisa para sentirse vivo otra vez.

¡Oh Joan, Joan! ¿Por qué eres tú hombre? Niega a tu padre y rehúsa tu posición; o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré yo de estar prisionero

Sonrió abiertamente y se apresuró a tomar una hiedra que se enredaba en la pared para subir, poco a poco fue escalando la pared de piedra del lugar. Dominic le tendió la mano cuando estaba bastante cerca, se aferró de su mano y en un ligero descuido, su pie resbaló, jalando al otro chico con él.

Pero, Joan logró estabilizarse y subir de un jalón antes de llevarse a su amado a la muerte. Entró al cuarto cayendo sobre Dominic, se removió encima de él y se levantó con el apoyo de sus palmas.

—Lo siento — dijo apenado, estaba enfermo así seguramente sólo estaba siendo una molestia — ¿Cómo te sientes?

—Bien, muy bien ahora que estoy debajo de ti — pasó su mano por el rostro de Joan.

—Estás muy pálido — se fijó en como su piel estaba perdiendo el color, sus mejillas ya no estaban sonrosadas, así como sus carnosos labios parecían resecos como el papel.

—Lo sé — respondió conociendo muy bien su estado de salud — Mejor vete o te pasaré esta enfermedad...

—Hazlo, moriré contigo — rozó su nariz con la de Dominic, sintiendo la diferencia de temperaturas entre ambos.

—No — susurró bastante tentado de juntar sus labios, se contenía por el bien de Joan, aunque tenerlo tan cerca...

—Vamos a otro lado — soltó de repente, se paró de un salto y miró toda la habitación con detenimiento.

—¿A esta hora de la noche? Mejor mañana si quieres— posó su dedo índice en los labios de su amado para silenciarlo.

—No, me refiero a huir de aquí, a un lugar en donde nadie nos conozca y podamos ser libres — le explicó tomando su mentón.

—¿Existe un lugar así? — Joan afirmó asintiendo varias veces.

—Cualquier lugar a tu lado será nuestro edén — se acercó más a aquello labios que tanto quería, a punto de cerrarse, Dominic habló.

—Vamos — dijo finalmente dando paso a la euforia de ambos.

Entre ambos empacaron las pocas cosas que tenía Dominic, llevaron solamente lo indispensable y una pequeña cantidad de dinero. Salieron de prisa hacia donde estaban las salidas de productos de la ciudad, listos para viajar en una pequeña carreta...sin embargo aquella energía que el más bajo poseía se esfumó.

—Joan...creo que mi carne no resistirá más — se recargó en el hombro de él mientras el movimiento del caballo le arrullaba.

—¡Cuántas veces los hombres son felices al borde de la muerte! Quienes los vigilan lo llaman el último relámpago. ¿Puedo yo llamar a esto relámpago? — Exclamó Joan mirando a su pequeño acompañante que se desvanecía a su lado, tan lentamente y sentía que también le jalaba con él.

Contigo he de quedarme para ya nunca salir de este palacio de lóbrega noche. Aquí, aquí me quedaré con los gusanos, tus criados — aquel juego que era recitar la obra que los unió, se había vuelto su destino.

Y luego de eso, Dominic dio su último respiro.

¡Soy un triste juguete del destino! — Gritó lleno de dolor Joan, se había quedado solo en ese mundo y no quería eso, por ello la locura del amor le llevó a tomar su daga, justo como Romeo al ver partir a su Julieta — Con esta daga, terminaré con mi sufrimiento, oh Dominic, espera por mí en el otro lado

Justo en el corazón.

Porque nunca hubo historia más triste que esta, la de Dominic y su Joan.


¡Hola chicxs! Adivinen quien tiene que hacer un pequeño ensayo para mañana y sólo tiene dos párrafos?  7u7r sí, yo :'v eso es más triste que lo de arriba :'( Les vengo a dar anuncios express (? y es que ahora les daré pequeños datos en los capítulos ya que me comentaron que esto les enseñaba, so... me despido dejándoles besitos en sus frentes y muchos abrazitos :*

Dato1: En la literatura del siglo XIX, era muy común que los escritores asesinaran a las amadas del protagonista con la enfermedad de la tuberculosis, porque se palidecían y el canon de belleza era la piel pálida (vaya machismo :v) 

Dato2: Se tiene la sospecha de que Shakespeare era bisexual, hay rastros de ello en algunos poemas suyos. Yo sé que extrañaron a Shakespeare-senpai 7u7r

Dato3 (extra): La homosexualidad era bien vista en la antigua Grecia, se creía que así se podía pasar el conocimiento 7u7r  

Dato4(YOLO): Vendo tacos de canasta 7u7r

Reencarnación / KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora