Sicilia, 1280 (parte 2)

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*Música de la época en multimedia*

Los ojos de la joven doncella estaban fijos en su reflejo, el espejo le mostraba a una pulcra doncella y no la aprendiz de bruja que solía parecer. Sólo un baño, mejores ropas y un peine le había hecho semejante cambio y ahora su cuerpo lucía un vestido verde, verde como una esmeralda, su largo cabello estaba trenzado adornado con florecillas que iban cayendo en cascadas. Sus mejillas sonrojadas y sus labios rojos le daban más belleza, se miró bastante en el espejo sintiendo que todo estaba mal.

Cuando Chestibor le pasó la daga en la mano supo que no había vuelta atrás, los remordimientos serían después y no en ese momento. Guardó la daga en su pierna derecha, debajo de aquel vestido, estaba lista para su misión.

Lo que Dye no sabía es que iba a enfrentar a su destino.

***

Dalibor se paseaba por el pueblo, andaba bastante alegre por haber ganado el día anterior ese torneo y ver como las personas le miraban con admiración inflaba más su ego. No andaba su armadura, en cambio vestía con prendas más simples, cómodas y livianas. Una capa color café de abertura lateral era lo que resaltaba, en aquella abertura se dejaba entrever su espada que siempre le acompañaba.

Iba por el pueblo, saludando a las personas, algunos niños correteaban y se acercaban a hablarle, estaba entretenido con un pequeño niño cuando escuchó un grito a lo lejos. Rápidamente se tensó, las personas se alarmaron y los niños que antes jugaban salieron corriendo.

— ¡Ayuda! — gritaba la voz de una mujer, desenvainó su espada sin dudarlo listo para ayudar a la persona que le necesitase.

Corrió hacia donde provenía la voz y ahí entre forcejeos se encontraba una damisela en apuros, un hombre bastante alto le tenía sujeta de la cintura intentando quitarle el vestido.

— ¡Alto ahí! — Gritó enojado — ¿Quién se cree vos para hacerle daño a una damisela? — puso en guardia su espada, aquel hombre le miró con una sonrisa.

Su plan había funcionado.

—Esta mujer que os defendéis me debe dinero — explicó. Dalibor iba a decirle que la soltara porque eso no justificaba su abuso pero en ese momento Dye alzó la vista.

Un choque se provocó en ese momento, aquellos pares de ojos se miraron fijamente sin comprender muchas cosas, sólo existía ese lazo invisible que les unía. Dye no comprendía aquello, no entendía ese sentimiento cálido en su corazón, había un remolino de sentimientos que le confundían y para Dalibor era lo mismo. Parpadeó saliendo de la ensoñación.

—Soltadla ahora — pidió comenzando a sentir rencor hacia aquel hombre.

Chestibor la soltó sin dudarlo, su plan había ido como quería, ahora el resto era cosa de la muchacha. En cuanto la dejó se fue corriendo de ahí, huyó lo más rápido que pudo y en la cabeza de Dye sólo estaba la petición de Chestibor.

"Seducidle y matadle."

¿Pero cómo haría aquello si toda su alma le decía que estaba mal?

Bajo el sol del pueblo, dos amantes se encontraban otra vez y de nuevo debían enfrentarse.

— ¿Estáis bien? — guardó su espada y se acercó a ella. Dye asintió ligeramente, no podía mirarle a los ojos sabiendo lo que haría — ¿Cuál es vuestro nombre? — quiso saber Dalibor.

—Dye — carraspeó ella bajando la mirada, evitaba ver sus ojos a toda costa.

— ¿De verdad vos le debéis dinero a ese hombre? — las preguntas de Dalibor le ponían más nerviosa. Jamás podría seducirlo, pensaba Dye.

Reencarnación / KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora