Francia, 1789 (parte 2)

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Los cabellos de tonos dorados se movían con el viento mientras sus cortas y pequeñas piernas corrían por todo el campo. Su sonrisa se movía de un lado a otro entre las flores, flotando como si fuera otra bella flor. Cada que sus ojos se iban a posar en aquel joven que le cuidaba desde lo más lejos y apartado, parecía que su alegría cobraba otro sentido y se regocijaba en una completa felicidad.

—¿Qué pasa, pequeño Dauphin? — Preguntó su nodriza al ver ese regocijo, el pequeño daba saltos, con florecillas en la mano.

—Es aquel chico, que siempre me cuida desde lejos — se atrevió a decirle a su querida nana con la que tenía toda la confianza que un niño de ocho años podía tener.

—Ah, nuestro Joel — supo de inmediato Geneviéve a quien se refería.

Todos lo sabían, que el Dauphin tenía preferencia por Joel, que no importaba cuándo o dónde fuese, si lo veía corría hacia él como si fuera su mejor amigo, la persona que más quería...Pero, Joel guardaba sus distancias, era tan indigno de si quiera mirarle y aun así se permitía hacerlo.

—¿Por qué no se acerca, nana? Yo quiero jugar con él, quiero escuchar su voz, jamás lo he hecho — pidió sentándose en el pasto, la mujer observó toda su dulzura e inocencia. La feliz ignorancia de un infante.

—No puede, Donatien, tiene trabajo — le llamó en ese apodo que el pequeño tanto amaba para hacerle comprender, aunque sea un poco la difícil realidad en la vivía.

—¿Yo soy el Dauphin, cierto? — Geneviéve asintió ante esa pregunta tan simple.

—Claro, lo eres — le aseguró.

—Entonces, ordeno que él juegue conmigo — aquella mujer soltó una gran risa por la perspicacia del niño.

—Se hará lo que usted pida — pasó su dedo por la naricilla roja del chico y volteó a ver hacia donde estaba Joel, observando, le llamó con un gesto.

El joven caminó dudoso al verse siendo llamado, quizá le pediría que se fuera y que no acosara al príncipe.

—Joel, como mandato real, nuestro Dauphin te exige como compañero de juegos — anunció la nodriza con voz apremiante.

—¿Yo? — Preguntó señalándose, sus ojos se posaron en el niño que sostenía su cara con sus manitas.

Sus ojitos brillaron al por fin escuchar la voz de Joel, haciéndole sentir cosquillas en su estómago, mejor que cuando comía algo delicioso, mejor que las caricias de su madre.

—Sí, tú — le dijo el pequeño levantándose y yendo hacia él, tomó su mano con la delicadeza de pequeño emocionado — Ven

Y lo jaló hacia el campo, para comenzar a correr de nuevo, sin preguntarle si quería jugar o no, podía ser un capricho o simplemente sentía que al igual que él, Joel deseaba lo mismo.

—El pequeño Dauphin tiene un nuevo amigo — comentó una de las doncellas que acompañaba a su reina en el paseo que realizaba.

Cuando vieron que por ahí jugaba el pequeño, el grupito que acompañaba a María Antonieta se detuvo a apreciar tal espectáculo de belleza.

—¿Perdón? — miró sobre su hombro a la que dio eso, la chica retrocedió ante la mirada de su monarca — Mi hijo no tiene como amigo a un esclavo — y dicho eso, siguió con su paseo.

Entre flores, las dos almas reunidas danzaban con felicidad. Ni la gran diferencia de edad les impedía sentir el torbellino de sentimientos. Ah, pero el cruel destino...

—¿Estás bien, Dauphin? — Joel se detuvo a ver el pequeño rostro tan pálido y los ojos desorbitados. Buscó a la nodriza con mirada preocupada.

—Oh no, otra vez...— se apresuró a ir hacia donde estaban ambos y lo tomó entre sus brazos.

—Me duele la cabeza — se quejó recargando su cabeza en el hombro de Geneviéve.

—¿Qué sucede? — suplicó saber.

Hace sólo unos minutos atrás, estaba sujetando la mano del pequeño, recibía una cálida sonrisa para su corazón y él también sonreía, difícilmente lograba hacerlo, pero al estar a lado de su Donatien, lo hacía a la perfección, sin problema, como si respirara.

—La salud del príncipe siempre ha sido delicada — informó llevándoselo de ahí para cubrirlo con sábanas.

Se quedó parado, observando su cabecilla dorada recargada en el hombro de la mujer que le llevaba devuelta a su castillo. El pequeño buscó a Joel, al encontrarlo observándole, levantó su manita, queriendo alcanzarlo, anhelando que no le separasen de nuevo de él. A tan corta edad, no comprendió a qué se debía tal ansiedad, sólo intentó alcanzarle desde tan lejos y Joel hizo lo mismo, alzó su mano como si estirándose un poco más pudiera tocarlo.

Sin embargo, fue inútil. Dejaron caer sus brazos, rendidos.

***

En las calles se rumoreaba el despilfarro, la avaricia, la poca consideración de esos reyes que se paseaban en lujos, organizaban fiestas continuas mientras que su pueblo vivía en la hambruna.

—Tú no comprendes, Joel, porque vives en ese palacio, pero aquí afuera sólo hay miseria — le decía el hombre que surtía los alimentos, el esclavo se encargaba de eso, de hacer mandados al pueblo — Pero eso durará poco, ya verás

—¿A qué te refieres? — por unos momentos sintió miedo, algo le decía que su Dauphin corría peligro.

—La gente ya no está conforme, no quieren morirse de hambre mientras ellos se dan banquetes cada día — miró hacia el pescado que estaba empacando, grandes cantidades que sólo servían de prueba.

—¿Y harán...?

—Lo único que se puede en estos casos...usar la violencia

Tragó duro, tomando la comida que debía llevar. Pensando en eso de camino, ¿y si mataban a su Donatien? ¡No, no podría pensar en ello! En no ver esa suave sonrisa, esos ojos puros...

Ah, pero ¿a quién engañaba? Crecería, se volvería el monarca de Francia y él estaría en el mismo sitio que estaba, amarrado de por vida a ser un esclavo. Pronto esos ojos dejarían de transmitirle alegría y sería desprecio lo que vería reflejado junto a su figura.

Si tan sólo fuera libre, sin ataduras y tuviera la misma condición...

Estaba bien, sería el mismo si eso le permitía estar a su lado. Al menos agradecía ser esclavo porque así había conocido a esa alma, con esa gracia que caía del cielo y le regalaba felicidad a su tormentosa vida.

Sí, ser esclavo estaba bien para Joel, porque su dueño era un regalo y no un castigo. 



¡Hola chicxs! Lamento que la vez pasada no hubo cap pero tenía un examen y no pude poner al día aquí y hoy estuve a punto de no subir porque mi mamá vino a verme y me trae de aquí a allá, no me quejo porque me anda comprando cositas 7u7r pero me senté a escribir pa' ustedes porque las amodoro ♥ espero les haya gustado, nos leemos el otro lunes :*

Traigo un datillo (ɔ◔‿◔)ɔ ♥

Dato 1: Dauphin fue un título reservado a los príncipes herederos al trono de Francia que fuesen hijos legítimos del monarca reinante.  

Dato 2:  La Fonología es la parte de la lingüística que estudia los fonemas o descripciones teóricas de los sonidos vocálicos y consonánticos que forman una lengua. Nada que ver con esto pero de esa materia fue mi examen :'v ahq


Reencarnación / KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora