Sicilia, 1280 (Parte 1)

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Se aferraba firmemente a la rienda de su caballo, el sonido del guantelete contra el cuero resonaba en esos momentos de tensión. Una gota de sudor resbaló por su frente, el calor es sofocante ahí dentro y lo único que pensaba en ese momento aquel caballero, es en lo mucho que deseaba derribar a su enemigo.

Antes de que la señal fuera dada, mordió sus labios con tensión, sujetó todavía con más fuerza aquella lanza, metal con metal. Y cuando la bandera apareció ante sus ojos, movió sus pies golpeando los costados de su caballo y este relinchó antes de dar marcha. Dejó a un lado la rienda y puso su escudo protectoramente segundos antes de que su enemigo lograra atinarle algún daño.

En las justas lo importante era la precisión, saber exactamente el momento y la forma en que se debe atacar. Requiere años de práctica pero el caballero Dalibor de Aragón había sido una inminencia en su campo, eso no había pasado inadvertido para nadie, ni para el propio Rey.

Es por eso que ese día, la multitud estaba expectante de verlo en duelo. En el momento en que su lanza fue la vencedora, llegando a impactar en el peto de su contrincante, la muchedumbre ardió en gritos y exclamaciones.

¡Ese era su caballero! ¡El gran Dalibor de Aragón!

Para suerte del joven que ahora yacía tirado en el suelo, era una justa amistosa. Por eso seguía con vida, Dalibor bajó de su caballo para llegar hasta donde estaba el otro caballero y le tendió la mano.

— ¿Estáis bien, joven caballero? — Preguntó con educación. Él podía ser una fiera en combate pero fuera de aquellos duelos, era alguien generoso. El joven se levantó rápidamente negando la mano que le tendían.

—Sí — habló quedamente y con una voz algo extraña.

Dudoso de aquella actitud, Dalibor levantó su visera para intentar verle mejor pero su rival no hizo lo mismo. Simplemente se agachó unas cuantas veces en señal de respeto y salió huyendo con el caballo. Observó cómo salía corriendo de la arena ante los ojos de los demás espectadores.

— ¡Hoy celebramos con júbilo a nuestro gran caballero! — levantó una copa el Rey de Aragón en señal de victoria.

Dalibor olvidó de inmediato a aquel extraño joven y se inclinó para su pueblo. Además de haber ganado honor, también obtendría una generosa recompensa. Sin duda había nacido con una gran suerte que le acompañaba.

O eso creía.

***

Corría con gran fuerza, su misión había fallado por completo. Sabía, lo sabía muy bien, que nunca podría ante tal caballero. La armadura le pesaba enormemente, su pequeño y escuálido cuerpo apenas podía sostener la lanza y el escudo al mismo tiempo. Era débil, ¡demasiado débil! Y necesitaba toda la fuerza que pudiese obtener pero era imposible. Al parecer la vida le castigaba una y otra vez.

Y estaba en lo cierto.

Llevaba a su caballo mientras todo ese metal se movía con su cuerpo, el calor le sofocaba y se comenzaba a marear. Deseaba llegar ya a casa, comer algo, un pan siquiera y descansar pero al llegar a casa no encontraría nada de eso. Al pasar por las calles del pueblo, muchas personas le miraban con interés, jamás habían visto a un caballero como ese, tan pequeño.

La música resonaba en todo el lugar pero en su mente estaba todo gris, si no encontraba la forma de hacer las cosas bien, terminarían matando a su familia. Hasta el fondo del pueblo, allá donde los árboles abundan y la naturaleza seguía intocable, en una pequeña, vieja y casi inhabitable casa, vivía una familia bastante pobre.

—He llegado — anunció mientras entraba. Unos pequeños ojos le miraron con curiosidad, no había visto jamás a aquella persona. Se fijó en que su hermano menor le miraba con miedo, recordó entonces que el yelmo lo seguía usando — Soy yo querido Elis, no debéis temer... — cuando sus manos se quitaron aquel pesado metal que protegía su cabeza, una gran melena castaña cayó hasta su cintura — de tu hermana, Dye

Entonces Elis corrió a los brazos de su hermana mayor. Se había preocupado de ella toda la mañana mientras su madre convalecía en el otro cuarto, deseaba que ya llegara para que su madre quizá dejara de llorar del dolor pero no, la llegada de Dye no le mejoraría, menos si no tenía dinero.

En ese momento la puerta fue golpeada con brutalidad, Dye y Elis se espantaron. Se quitó aquella armadura, si le veían así vestida como un caballero la colgarían. Los golpes fueron más ruidosos hasta que ella abrió cuando estuvo lista.

—Oh, Dye, querida, querida Dye — aquel enorme hombre se metió en la casa bruscamente — espero que hayas cumplido la parte de tu trato — tenía tanto miedo de responder aquello, no lo había logrado, ni había estado cerca si quiera de hacerlo.

—No — susurró esperando algún golpe. Aquel hombre la miró y tomó su mentón.

—Creo que hemos estado haciendo las cosas mal, querida, he tenido un plan que sí servirá — le empezó a decir con la voz más rasposa, su aliento le llegaba y era desagradable — usaremos la poca belleza que tienes para lograr la misión

— ¿Mi belleza? — preguntó sorprendida.

¿Cuál belleza? Se preguntaba. Sus manos no eran finas sedas, estaban agrietadas, ásperas por el arduo trabajo, su piel se mantenía sucia y su melena enredada era más un nido de pájaros. Además esos grandes ojos que veía en el reflejo del río, cada que lavaba ropa, le decían que era una ojona y sus cejas gruesas, poco ayudaban. Se sentía bendecida de que no la acusaran de herejía por su aspecto.

—Sí, verás, la forma de llegar a un caballero es por el corazón — sonrió con malicia mostrando sus dientes podridos, ella arrugó el rostro con asco — estoy segura que hasta Carlos de Aragón no se resistirá de rescatar a una damisela en apuros

Y aquello le erizó la piel. Algo le avecinaba que ese plan sólo le metería en más problemas, ¿pero qué podía hacer? Negarse no era una opción porque había vendido su lealtad al Rey Pedro el Grande. Así es, la misión de Dye de Aragón era matar al caballero más fuerte del reino para asegurar la victoria del otro Rey. Intercambiaba la vida de ese caballero por la de su madre, para obtener su salvación. En los hombros de Dye había un gran peso, uno que a duras penas se imaginaba.

Porque el destino se encargaba de poner a aquellos amantes como enemigos siempre, sin importar los cambios en el contenedor de sus almas.

Continuará...


¡Hola chicas! yo siento que no me tardo tanto pero si lo sienten así, lo siento u.u tengo muchos más fics xD espero les haya gustado esta época y los cambios jijiji (D.O de chica me puede) comenten y voten que esta época será un tantito más larga :3

->Vayan a leer mi lindo ChanBaek, The Star Byun. Es muy diferente pero es linda :3

-Vero fuera:3



Reencarnación / KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora