Y si una mirada pudiera contar todo lo que sentía, posiblemente las cosas hubieran sido de otra forma. En aquella pequeña Okiya, crecía cada día una aprendiz de geisha, que iba y venía en las calles de Hanamachi, mostrando entre cada salto de alegría el cambio que las estaciones provocaban en ella.
Unos ojos cautelosos la observaban crecer, alejada y cercana, ambas cosas al mismo tiempo. No importaba cuanto se acercara a su meta, Danno no tenía el mismo avance con su oneesama. Pero había algo, que le indicaba a Kaori que necesitaba mantenerse alejada de ella o podría propiciar algún inexplicable suceso.
Así pues, la pequeña Danno llegó finalmente a ser una Maiko. Y Kaori debía tenerla bajo su tutela todo el tiempo, acercarse más para aconsejarla en todo momento y cuidar sus pasos mientras la presentara en las casas de té.
—¿Estás lista? — Entró a su cuarto, encontrándose con una piel expuesta frente al espejo. Danno rápidamente intentó cubrirse, le causó cierta vergüenza que la encontrara así — Está bien, soy yo — le dijo acercándose, convencida de que no le turbaba en lo absoluto — te ayudaré a ponerte el kimono, el obi siempre es complicado — era tarea de alguien en la casa ayudar en esos detalles, le acomodó la prenda lo mejor que pudo.
En algún momento su mano rozó con la piel tan pálida que poseía, el cuerpo de Danno tembló al sentir su toque, había pasado demasiado tiempo desde que la tocó por última vez y su corazón se agitó al mismo tiempo que el de su Oneesama. Levantó la vista hacia el espejo que tenía de frente, encontrándose con los grandes ojos de la joven, se sostuvieron la vista por varios segundos hasta que no pudo aguantar más.
—Bien, es hora del maquillaje — apartó la mirada buscando su excusa, abrió la caja donde se encontraba todo el material y le pidió que se sentara para comenzar a trabajar.
Pero, a su vista, la piel de Danno era perfecta y los polvos de arroz se ajustaban a la perfección. Había cambiado en pocos años, la piel dejó de tener ese color algo oscuro por la vida en el campo, se volvió tersa y suave. Sus labios más carnosos resplandecían con el color rojo que pintaba sobre ellos y el cabello en forma tradicional lucía perfecto. Frete a ella, apareció una hermosa geisha, que parecía el sueño de cualquiera con ese kimono con flores estampadas.
Le ayudó a levantarse, se vieron por varios segundos en los que no supieron qué expresarse con palabras y todo quedó en su mirada. A la deriva, como el humo que se disipa.
—Vamos — finalizó Kaori ese extraño momento, por eso se mantenía alejada, no importaba cuándo fuese, siempre se perdía en un trance cuando tenía a Danno cerca.
Ambas caminaron con esa delicadeza que les caracterizaba, les abrieron la puerta y varios elogios fueron recibidos por parte de todas en la Okiya. La Maiko, se infundo en sus okobo, grandes zancos que serían el medio en el que se transportaría durante algún tiempo, mientras lo hacía no quitaba la mirada de su Oneesama.
¿Qué extraño sentimiento era ese?
***
En el santuario, se agitaron los cascabeles y una oración comenzó, debían decirle a los espíritus qué clase de relación debían fungir cuando ambas se sentían perdidas en su mar de sentimientos, no sabían qué orar. Entonces, ambas tuvieron un mismo deseo, querían respuestas a todo lo que sentían, a ese extraño presentimiento de que no era la primera vez que se veían.
Cuando la oración acabo, debían intercambiar una bebida, dejando así sellado que estarían unidas como hermanas, por siempre.
—Es mi deber como tu Oneesama, darte un nuevo nombre — empezó a hablar mientras la tenía sentada al frente, Okasan, Kumiko y otras chicas presenciaban ese momento tan importante — Así que, a partir de ahora dejas tu nombre de niña, para ser...Mirai
Futuro.
La joven sonrió al escuchar su nuevo nombre y asintió con una sonrisa, no una practicada, sino real, solamente para quien tenía de frente. El corazón de ambas volvió a latir...
***
Las fiestas de té pronto fueron habituales para la aprendiz de geisha, le gustaban porque así podía estar al lado de su Oneesama y ser parte de su mundo. Todo iba bien hasta que fue puesta con un hombre, había olvida lo que era y el trabajo que debía desempeñar.
—¿Qué clase de talentos tiene...? — el cliente se detuvo al no saber el nombre de la joven maiko.
—Mirai, su nombre es Mirai — se apresuró a decir Kaori, la joven asintió dándole la razón con cordialidad.
—Mirai, bonito nombre. Dígame entonces, ¿qué clase de talento tienes? — Mantenía su neutralidad, pero ciertamente ganas de alejarse de ese hombre no le faltaban.
Sentía cierto desdén por cada uno de ellos, sabiendo que debido a ellos su amada Oneesama no era feliz.
—He cultivado diferentes, señor, desde canto hasta baile — sonrió tan pequeñamente para no dejar su encanto.
—Entonces, deberíamos escucharla cantar — pidió.
Terminó cantando algo tradicional, recibiendo miradas de completa devoción hacia su voz, tan encantadora y mágica. Como si los transportara a otro lado.
—¿Alguna vez ha escuchado usted sobre la Reencarnación? — Preguntó el mismo hombre que llevaba rato atendiendo.
—¿Reencarnación? — No entendía ese término.
—En el hinduismo se le conoce como Samsara, ir de una vida a otra hasta que se complete un ciclo...— de alguna forma, aquello llamó por completo la atención de ambas — Hay una historia que se cuenta sobre esto en diferentes civilizaciones, ¿quieres que se la cuente?
—Por supuesto — pidió metiéndose Kaori repentinamente, varios hombres en la pieza en la que estaban disfrutando de algo de sake se callaron.
—Entonces, es algo así...Cuando el mundo era tan joven y basto, cuando sólo existía una misma línea de vida, había dos personas que se amaban con completa profundidad, pero un día la desgracia cayó sobre ellos en forma de muerte, su tiempo era limitado y cuando entendieron lo que sucedería, pidieron un favor a su dios. Un amuleto para cada amante, que les permitiera seguirse encontrando en diferentes vidas y así seguir con su eterno amor, sin embargo, otro antiguo dios tuvo envidia de aquello, de que sólo a esos dos amantes se les permitiera seguir con su amor, así que ese dios robó un amuleto a uno de los amantes, rompiendo ese ciclo que llevaban. El dios que les regaló el amuleto, enfureció debido a los actos de ese ser, como castigo, convirtió a la pareja de ese dios en humano, para que así tuviera que verlo partir y venir por toda la eternidad, además de dejar el don de la Reencarnación a todos los humanos para no causar más conflictos. El dios que recibió el castigo, enfurecido, decidió maldecir a cada pareja que encontrara en su largo camino y por eso hay amantes que siguen muriendo en cada vida luego de su encuentro...Se dice que el otro amuleto se perdió en las diferentes líneas de espacio y tiempo, pero que, si una pareja logra encontrarlo, romperá su maldición — todos estaban callados, escuchando lo que parecía ser una historia más.
Sin embargo, en las miradas de Kaori y Mirai, no parecía sólo ser una historia ficticia, había algo que les decía que aquello era una verdad absoluta.
—Disculpe, ¿dónde podría encontrar ese amuleto? — Se atrevió a preguntarle Mirai al hombre con cabello blanco que tomaba el té tan tranquilamente.
—No lo sé, querida, nadie ha podido dar con él y hasta lo tachan de invento tonto...pero, posiblemente un acto de verdadero amor lo podría acercar a ti, ese amuleto vaga por las diferentes líneas de tiempo y espacio existentes...— confesó con cierta sonrisa misteriosa.
Repentinamente, Mirai dejó de tener repudio hacia él, sintiendo una calidez extraña provenir de su pecho. ¿Quién era ese hombre? Parecía caer del cielo, como si ambas hubieran sido escuchadas por los dioses...sería esa la respuesta que obtendrían años después.
¡Hola chicxs! Me debatía mucho por unir algunos puntos de la trama, pero ya lo solucioné, la semana pasada me frustré con eso y dejé el capítulo a medio hacer xD Se nota que ya estamos cerca del final? 7u7r espero les haya gustado, les mando un besote :*
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Reencarnación / Kaisoo
FanfictionSomos simples contenedores que se repiten una y otra vez. Cuando dos almas se entrelazan desde el primer momento en que se ven, se encuentran predestinados a encontrarse una y otra vez a lo largo de los años hasta que su amor logre completarse. OH D...