México, 1519 (Parte 3)

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Malitzin se paseaba entre los invitados, era una mujer con una belleza única y exótica, no había hombre que no se detuviera a verle por unos segundos, uno de los tantos hombres que lo hacía era Hernán Cortés. Zyanya observaba en silencio aquello, no se metía ni juzgaba hasta que se dio cuenta de los planes que tenía su señora.

—Usted nos condenará a todos — se atrevió a decir Zyanya, sabiendo lo que se avecinaba.

—Y tú jamás me entenderías — soltó antes de dar la orden para que apresaran a la joven.

Pero estaba equivocada, ella comprendía a la perfección lo que es estar condenada a un amor que no podía darse. Atrapada en la jaula, confinada a la soledad, Zyanya lloraba porque sentía a la muerte acercarse a grandes pasos, el cielo se teñía de negro y pronto la lluvia fue el reflejo del dolor que llevaba en el alma la chica.

Se tapó los oídos con las manos cuando comenzó a escuchar los gritos de las personas, su cuerpo temblaba al darse cuenta que todas las personas que le importaban y conocía iban muriendo. Estaba tan sumergida en el dolor que cuando escuchó que alguien abría la celda de su prisión, pensó que sólo era su turno de morir ya.

—Zyanya — llamó una voz que reconocía a la perfección, alzó la vista encontrándose con los bellos ojos de Dionisio.

Días atrás le había enseñado su nombre y aunque lo pronunciaba de una forma chistosa, tenía un encanto único cuando él la llamaba con ese acento peculiar. Le tendió la mano enseguida, parecía agitado y se le veía nervioso, miraba hacia atrás con temor.

—Anda, vamos, no tenemos mucho tiempo — movió su mano hacia ella para que se animara a tomarla y así lo hizo, aceptó el destino que le esperaba.

Corrieron por los pasillos de la pirámide de piedra en la que se encontraban, Dionisio jalaba a la chica y trataba de correr lo más a prisa que podía. Pronto salieron del lugar y cuando los ojos de Zyanya vieron lo que sucedía afuera, pensó que tal vez había llegado al infierno.

Varios cuerpos inertes se formaban en hileras, los gritos histéricos de las personas y las antorchas iluminaban el lugar, moviéndose de un lado a otro, haciendo que los mareos de ella fueran peores. Las arcadas le llegaron y tuvo que vomitar sin poder resistir lo que veía, era horroroso.

—Lo siento — musitó él sobando su espalda, se sentía mal porque aquello lo habían comenzado ellos.

Dionisio se opuso todo lo que pudo cuando escuchó lo que su general iba a hacer, pero poco importaba la opinión de un simple geógrafo que sólo estaba ahí para trabajar. En cuanto comenzó aquello, se escabulló como pudo y fue a buscar a Zyanya, no iba a dejar que ella muriera, eso jamás.

—Ven — la jaló hacia las afueras de esa ciudad de piedra para escapar.

Algo aturdida le siguió, tenían que pasar un buen tramo para llegar al inicio del bosque, escapar sería una odisea en ese momento. La matanza estaba en su apogeo, los Cholultecas se arrepentían enormemente de confiar en esos forasteros, sobre todo cuando traían consigo a sus más grandes enemigos, los Tlaxcaltecas, pero era ya demasiado tarde para arrepentimientos.

La lluvia seguía cayendo, creando un mar rojo en la plaza central, los truenos no eran más que la banda sonora junto al sonido de las armas de los españoles. Gritos, llanto y dolor, maldecían una tierra, eliminando a un pueblo.

La mente de la chica se estaba aturdiendo cada vez más, cada que veía lo que sucedía a su alrededor quería volver a vomitar y sabía que era cuestión de tiempo para que su final llegara a ellos.

Si tal vez el dolor no la hubiera cegado.

—Espera, Dionisio, quiero intentar decirte algo — lo detuvo un instante, uno que sería fatal. Él se giró hacia ella, no entendía bien lo que le intentaba decir, pero Zyanya había escuchado esa palabra que Malitizin le dijo a su amante y sabía lo que significaba esa palabra — Dionisio, yo — en ese momento la fulminante ballesta atravesó justó en el tórax de ella, llevándose también consigo a él. Zyanya vomitó sangre antes de seguir con lo que quería decir — t-te a— el dolor se iba propagando por todo su cuerpo, respirar era doloroso y aunque mucho lo intentó, no pudo terminar de confesar su amor.

Sin embargo, antes de volver a la rueca del destino, como última voluntad, deseó no tener ese don otra vez.

No quería volver a saber lo desgraciada que era.

Y así, viendo a Dionisio, ambos cerraron los ojos teniendo como escenario a la matanza de Cholula.




¡Hola Chicxs! no sé si me quedó bien esta parte, vamos que matar al Kaisoo una y otra vez me está secando el cerebro (cambiaré el título a '100 formas de matar al KaiSoo jjajajaj) espero les haya gustado x.x les traigo avisos de a montón, el primero es que ya me puse horario así que los lunes les toca a nuestros bebés malditos así que ya saben, Lunes de Reencarnación para iniciar hermosa la semana y si no llego a subir un día será porque la universidad x.x otro cosa, el domingo es 14 y haré un especial, me echaré una época ese día que será una romanticada mía, espero les guste mucho, también publicaré un fic de Luhan que es algo extraño pero creo que les gustará, espero le den amor y ya por último, vengo a fangirlear porque muchos de mis fics hetero están nominados en los IceCream eso (no recuerdo como se escribe xD) e igual The Star Byun como  mejor fic nuevo, sólo eso. Vayan a votar por Joey que está nominada en varias categorías sajfhjd me despido ya, ciao :*

Pd. Ya no odio a Taemin debió haber pasado en mejor fic de humor -hace huelga y demanda a lo Krisus- ¿vieron el trailer que hice de YNOAT? sjfhjds 

Reencarnación / KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora