Las manos de Kaito se deslizaban por la suave tela, las prendas caían al suelo lentamente dejando ver aquel cuerpo que el tiempo había consumido poco a poco, sin embargo, no le importó. Besó su cuello pasando sus labios y erizando la piel que tocaba a su paso, los latidos de ambos estaban acelerados y bailando a un ritmo único entre los dos.
Con delicadeza fue pasando sus manos por su espalda, en un ligero roce y se estrechó más al cuerpo de su amado. Sentía pequeñas líneas en su cuerpo, cicatrices que su oficio había regado en toda su piel, marcado por diferentes guerras que había peleado desde niño. La que más resaltaba era un corte en su pecho que se extendía por toda su longitud, se separó ligeramente para poder apreciarlo y pasar sus dedos por la cicatriz.
No se imaginaba el dolor por el que había pasado y mucho menos la vida que llevó en todo ese tiempo, si lo hubiera conocido antes, quizá le habría ayudado. Pero, el pasado estaba ya lejano y en el ahora se encontraba desnuda enfrente de él.
—Kaito — susurró abrazándolo, no se cansaba de estrecharlo.
Sus finos pechos rozaron la piel del joven, enrolló sus dedos en el largo cabello de Mirai y se perdió en su sexo, la luz de la luna se filtraba por la ventana y algunos pétalos de cerezo entraban danzando. Las manos de ella terminaron contra el suelo por las manos de él que las aprisionaba mientras la besaba con ansía. Su cuerpo le volvía loco, como si hubiera pasado un siglo para poder consumirse y perderse en esa alma tan pura que era Mirai.
Luego de tantos años, ambos se fundían en uno solo, compartían cada respiración y el tiempo dejó ve avanzar en ese momento. Tiempo que luego regresaría de golpe y pidiendo un pago.
***
—Me están buscando — dijo entrando a la habitación con miedo, luego de tantos años peleando, por fin sintió temor de algo, de ser separado como tantas veces había sido en el pasado de ella.
—¿Quiénes? — Preguntó frunciendo el ceño, apenas podía moverse en su estado, él negó con la cabeza.
—Eso no importa — contestó para calmarla, se sentó a su lado y llevó rápidamente su mano al vientre hinchado de Mirai — Sólo debemos irnos de aquí
Sus miradas se toparon, la misma corriente estática que sentían cada que se encontraban jamás desaparecía y ahora se extendía hasta el cuerpo de ella que llevaba en su vientre a una pequeña criatura que crecía cada día. Si bien le dijeron que a su edad no era recomendable tener hijo, poco caso hizo.
—No moriremos, ¿verdad? — Pegó su frente al cuello de Kaito, acurrucándose en su calor — Las cosas han cambiado, tendremos un hijo...
Eso era cierto, el amuleto aparecía si se realizaba un acto de amor verdadero, su bebé lo era, ¿cierto?
En vez de contestar, Kaito la abrazó. Posiblemente habían cambiado las cosas, pero eso no garantizaba nada.
***
El curdo invierno regresó, el corazón de Mirai se inquietaba al ver de nuevo ese manto blanco, sentía que todo volvería a suceder igual, que las cosas no iban a salir bien y cuando escuchó los gritos, se levantó con cuidado. Del pasillo salió corriendo Kaito y tomó su mano llevándola al armario.
—No salgas de aquí por nada del mundo — le pidió antes de irse de nuevo.
Temblaba de terror, escuchaba la pelea que se estaba formando a fuera, los gritos, golpes, espadas desenfundadas. Rodeó su cuerpo con ambas manos, esperando a que todo acabara, que viniera Kaito para sacarla de ahí y decirle que todo acabó.
Sin embargo, sólo hubo silencio, tan sepulcral como aquella vez que Kaori murió. Esperó algunos minutos con miedo, cuando no pudo resistir más la impaciencia salió en su busca. No importaba que hubieran huido, que dejara la okiya en manos de Kumiko, porque les habían encontrado aun estando tan lejos.
Al salir se encontró con una masacre, sangre regada por todos lados, algunos cuerpos sin vida y en medio de todo a Kaito desangrándose.
—¡No! ¡No me puedes dejar otra vez! — Se arrodilló con esfuerzo, su panza poco le dejaba hacer en esos momentos.
—Lo siento, Mirai...pero al menos, he podido protegerte, ¿jamás lo había logrado, cierto? — Decía con esfuerzo, una espada estaba clavada en su estómago.
—Cierto — le dijo con lágrimas en los ojos, no podía verlo así, no otra vez.
—Cuida de nuestro hijo, sin el amuleto no romperemos la maldición nunca, quizá en otra vida lo logremos si sabemos eso de antemano — de su boca salía un hilillo de sangre y tosía con fuerza.
—¿Crees que reencarnaremos como hermanos? — Se acercó a él, pegando su frente lo más que podía y moviendo sus cabellos ensangrentados.
—Sería algo muy cruel, así que lo creo...— suspiró, su vida se iba lentamente de su cuerpo — Te amo...Mirai
Y con ello se fue nuevamente. Estuvo gritando y llorando un largo rato sobre Kaito, enfadada con la vida y con el juego que los dioses traían con sus vidas, pero juró que haría todo lo posible porque en su descendencia las cosas cambiaran.
Encontrar ese amuleto sería la misión de la familia Daigo.
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Reencarnación / Kaisoo
FanfictionSomos simples contenedores que se repiten una y otra vez. Cuando dos almas se entrelazan desde el primer momento en que se ven, se encuentran predestinados a encontrarse una y otra vez a lo largo de los años hasta que su amor logre completarse. OH D...