Lauren ha estado siendo genial estos días, en serio, ha sido un encanto conmigo y con toda mi familia:
Hemos horneado galletas juntas:
-Emmm...Lauren, esas galletas tienen forma de tetas.
-Sssh, tú calla, sino quieres que haga una con forma fálica.
Ha ayudado a mi madre a quitar las hojas atascadas en los canalones:
-Sinu, sujétame fuerte, no quiero caer al vacío. –Pedía mi vecina mientras mi madre la sujetaba por los tobillos. Las dos estaban subidas al tejado y mi vecina no paraba de sacar hojas de los conductos.
-Tranquila, si tú caes, yo caeré contigo.
-Me quedo mucho más tranquila. –Respondió mi vecina un tanto irónica, sacando un puñado de hojas y depositándolo en un cubo.
Le enseñó a mi hermana y a Hannah a jugar al softball:
-Vamos Sofi, tenemos que eliminar a tu hermana y ganar este partido.
-Sí, Kaki tiene que morder el polvo. –Contestó mi hermana sádicamente.
-¡¡Oye, pero que voy con vosotras!! –Protesté.
-Lo sabemos, pero eres tan mala que nos estás perjudicando. –Lauren y mi hermana rieron y se chocaron la mano. Malditas sean. Parece que mi entrenamiento de softball con Lauren la otra noche no estaba dando resultados hoy.
Mi padre y ella leían juntos el periódico todas las mañanas, cuando uno terminaba con una sección, se la pasaba al otro y luego comentaban. Después cogían el libro de sudokus que teníamos en casa y se retaban a ver quién terminaba antes.
-¡No puedo creer que después de cuatro días, te haya conseguido ganar! –Mi padre aplaudía entusiasmado.
-Ha sido suerte, mañana no lo tendrás tan fácil. –Lauren rio, sabía perfectamente que le había dejado ganar. Yo estaba a su lado leyendo un libro y vi cómo mi vecina miraba compasiva a mi padre, que lo estaba intentando con gran concentración.
-Eso ya lo veremos, señorita...¿un ajedrez? –Preguntó mi padre ilusionado, parecía un niño de diez años que había encontrado por fin a alguien con quien jugar.
-Está bien, pero quien pierda tendrá que pedirle perdón al cartero, vuestras cartas llegan siempre medio rotas y llenas de barro.
La historia del cartero...mi familia llevaba un mes recibiendo las cartas medio destrozadas por culpa de una disputa que tuvo mi padre con este señor. El caso es que un día uno de nuestros paquetes llegó abierto y un tanto destrozado, el peluche que había encargado mi madre para Sofi de Tristeza, la de Inside Out, estaba destrozado por todo el jardín. Una persona normal hubiese pensado que había sido el perro de nuestra vecina de enfrente, la señora Robinson, que era un cánido del demonio, pero mi padre no, él pensó que el cartero odiaba esa peli y destrozó el paquete. Le gritó un poco, un poco bastante y el hombre decidió vengarse llenando todos los días nuestro correo de barro.
-No, no pienso disculparme con ese canalla. –Protestó mi padre con los brazos cruzados.
-Entonces tendrás que ganarme la partida. –Desafió Lauren.
Llevamos dos días recibiendo el correo en perfecto estado, mi padre se tuvo que tragar sus palabras.
A la noche toda la familia (y cuando digo toda la familia incluyo a Lauren), jugábamos al Pictionary, o veíamos películas juntos. Nos encantaba tenerla ahí, siempre aportaba un toque humorístico o interesante. Estaba siendo una persona tan normal que ni ella misma se lo creía.
El día que Lauren tuvo que volver a su casa, mi padre fue el que más lloró. La despedimos los cuatro en el umbral de la puerta. Abrazó a mis padres fuertemente y cogió a mi hermana en brazos para despedirse mejor. El abrazo que me dio a mí fue tan fuerte que me hizo volver a la realidad, ya no la íbamos a tener más por casa, se iba y no habría más galletas, ni juegos, ni besos por las noches. Ya no habría nada, solo un cuarto vacío y su olor en mis sábanas.
-Vuelve pronto. –Le pidió mi padre arrastrando sus lágrimas con el dedo índice.
-Sí, podríamos regalarles a tus padres un viaje por Navidad para que se vayan, así tendrías que volver. –Propuso mi madre, cogiendo las manos de Lauren entre las suyas.
-Me parece una idea estupenda. La cama de Camila era tan cómoda que ya no sé si voy a poder volver a dormir en la mía. Muchas gracias por todo, de verdad. Lo he pasado fenomenal y me he sentido como en casa.
Sofi se enganchó a su pierna derecha.
-No te vayas, por favor.
-Volveré, Sof. Además, podéis invitarme siempre que queráis, no voy a la guerra, solo a la casa de al lado. –Lauren bromeó y nos dio a todos su característica sonrisa, cogió sus pertenencias y nos dijo adiós con la mano. Los cuatro la seguimos con la mirada, la forma en la que atravesaba nuestro jardín y giraba hacia su casa era una de las escenas más tristes que habíamos presenciado, mucho más que las de cualquier película que hubiésemos visto esos días. Nos había ganado a todos y ahora nos partía el corazón al irse.
-Me alegro un montón, Camila, de que todo haya ido tan bien. –Me dijo Marielle, había ido a su casa a visitarla y estábamos tiradas en su sofá.
-Gracias. Ha sido genial y ahora ya no está. Estoy sumida en la miseria.
-Bueno, tía, pero tienes los recuerdos, ha sido una experiencia genial, deberías sentirte afortunada por haberla tenido.
-Lo sé, lo sé, pero no puedo evitar estar triste. No puedo evitar sentirme mal.
-Supongo que es normal sentirse así después de haber experimentado la felicidad más absoluta.
-Ya, no había problemas, no había malos momentos, no tenía que preocuparme por nada, era eso, era feliz. –Me llevé una mano a la cara y la deslicé desde mi frente hasta mi barbilla, intentando quitarme todo mal.
-Si lo que te hace feliz es estar con ella, creo que ya tienes algo claro en la vida.
-Mi objetivo es Lauren Jauregui.
Sabía que Marielle no era muy fan de Lauren después de averiguar que se traía algo malo entre manos, por eso le agradecía un montón a mi amiga que me apoyase con esto.
-Y dices que tu padre lloró cuando se fue. –A Marielle se le escapó una risita.
-Tendrías que haberlo visto, parecía un niño viendo cómo se llevaban su juguete favorito.
-Joder, no sabía que se llevaban tan bien.
-Ya te digo que Lauren lo ha hecho fenomenal esta semana. Es el encanto que tiene, es difícil luego separarse de alguien así.
-Qué tierna eres. –Me dijo mi amiga dándome una palmadita en el muslo.
-Ay, calla. –Me sonrojé tanto que podría haber encendido un fuego.
Volví a casa para ayudar con los preparativos de Año Nuevo, esperaba animarme con toda mi familia y pasar un buen rato. Antes de llegar a mi puerta, decidí desviar mi mirada hacia la casa de mi vecina, más coches de lo normal estaban aparcados en su puerta y las luces de Navidad iluminaban la casa creando un ambiente festivo. Seguro que llevaba puesto un jersey verde con un reno rojo y estaba atiborrándose a mazapanes sentada en el sofá.
Las horas pasaron y el año llegó a su final. Mi casa estaba muy animada, todos nos estábamos divirtiendo, cuando de repente vi que se iluminaba la pantalla de mi móvil.
"Feliz Año Nuevo, Camila, espero que no te hayas atragantado con la cuenta atrás, me gustaría tenerte a mi lado un año más"
A penas llevábamos unos minutos de Año Nuevo y Lauren ya estaba haciendo que mi año fuese el mejor de todos.
"Feliz Año Nuevo, Lauren. Milagrosamente estoy sana y salva y dispuesta a pasar otro año contigo"
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¡Sorpresa! Estoy intentando ser mejor persona, a ver cuánto me dura.
¡Besos!
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Deseo sexual en abundancia [Camren]
SonstigesCamila Cabello tiene las hormonas revolucionadas por culpa de la buenorra de su vecina, Lauren Jauregui. Las dos chicas comienzan a ser cada vez más cercanas y Lauren va introduciendo a Camila poco a poco en su turbulento mundo. Camila se dejará lle...