Capítulo 11: Vacaciones de Navidad

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Era la tercera vez que revisaba mi equipaje: cinco camisetas, dos jerséis, una térmica, dos vaqueros, los pantalones de la nieve, las gafas de sol, la ropa interior y tres libros. Mañana era el gran día, las vacaciones de Navidad comenzaban oficialmente y mi familia y la de Lauren se iban a esquiar juntas. Admito que cuando me enteré  de estas vacaciones conjuntas estaba realmente emocionada, pero las semanas han pasado y nada va a salir como me lo imaginaba, mi cerebro había creado numerosas escenas donde mi vecina y yo esquiábamos juntas, nos lanzábamos bolas de nieve con complicidad, huíamos de nuestros padres y hermanos y nos quedábamos solas para besarnos… pero algo me indicaba que esto no iba a pasar, Lauren apenas me había dirigido la palabra desde que me descubrió espiándola cuando estaba con la chica del pelo azul. Al principio yo me lo tomé normal, pensé que simplemente era una de esas veces donde mi vecina pasaba de mí y luego volvía a mi vida como si no hubiese ocurrido nada. Pero no, parecía como si nuestra relación hubiese vuelto al verano, cuando llevábamos años sin habernos dicho más que un “hola y adiós” Todo estaba frío con ella y por más que yo tratara de acercarme e interactuar, Lauren nunca estaba receptiva. Aun así intenté que se notase lo mínimo posible que estaba mal, no quería que Marielle le cogiera tirria a mi vecina, ella no estaba dispuesta a soportar todo lo que supone una relación con Lauren, pero yo sí. 

Esa noche me acosté suspirando, como todas las anteriores desde que Lauren estaba en mi vida.

-¿Has guardado ya tu maleta? - Me preguntó mi madre mientras iba de un lado para otro de la cocina, preparando sándwiches por si nos daba hambre durante el viaje.

-Sí, hace rato que ya lo tengo todo. - Contesté con un tono neutro.

-En ese caso, ¿podrías hacer tú los bocadillos? A mí aún me quedan cosas por hacer. -Me pidió mi madre, a diferencia de mí, ella era un desastre con estas cosas, siempre iba de correprisas y se dejaba las cosas esenciales para lo último.

-Claro. -Relevé a mi madre y comencé a esparcir el atún por el pan, en estos momentos era justo lo que necesitaba, una actividad mecánica que me apartase de todo pensamiento.

A las 8 salimos de casa, media hora después de lo previsto, mi madre se había retrasado porque no encontraba la sombrilla. Yo me preguntaba qué clase de persona necesitaba una sombrilla para ir a esquiar, pero bueno, lo dejé pasar, una más de sus excentricidades no nos haría daño. Arrancamos el coche y fuimos  seguidos por los Jauregui, que habían estado esperándonos la media hora. Estábamos a seis horas y media de compartir cinco días juntos y de momento parecía que no había un buen presagio.

Pasamos el viaje cantando y jugando a las palabras encadenadas. En estas cosas sí que sabíamos ser una familia en toda regla.

-Por fin hemos llegado -Dijo mi padre alegremente mientras estiraba sus brazos.

-Esto es precioso, Alejandro. -Exclamó mi madre.

Al final mi padre había conseguido que uno de sus socios le prestase su cabaña en el Monte Cloudmont, en Alabama. Estaba cerca de las pistas de esquí y era muy espaciosa, lo suficiente como para albergar a dos familias. Estaba situada en un lugar idílico, con nieve por todas partes, arboles muy altos y blancos, apenas se veía el color marrón de los troncos.
Estábamos observando el lugar maravillados cuando los Jauregui llegaron en su coche. Los tres hermanos y los padres se bajaron rápidamente y contemplaron el lugar. A continuación mi padre abrió la puerta de la casa y todos pasamos a investigar. El salón era muy amplio, con muebles de roble oscuros y tapicería roja, había una chimenea enorme y los sofás estaban dispuestos a su alrededor. Había una barra de bar y muchas botellas, parecía que el amigo de mi padre era un gran amante del whiskey.
La cocina era impresionante, sin desentonar con el resto de la casa, muy bien equipada y una de sus paredes era una cristalera que dejaba ver un patio exterior. En el piso de abajo había una habitación con dos camas. Había tres habitaciones más, dos con camas de matrimonio y una con dos camas individuales.

Deseo sexual en abundancia [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora