Lauren Jauregui era como esa ola que ha ido cogiendo fuerza en mitad del mar y rompe fuerte contra la arena, empapando todo a su paso. Tú estás ahí, tomando el sol tranquilamente en primera línea de playa cuando de repente ella llega y te arroya, dejándote tan mojada y desconcertada como si acabaras de llegar al mundo. A Lauren todo se le quedaba pequeño.
-¿De qué quieres hablar? –Pregunté un tanto temerosa.
-Cuando lleguemos a casa te digo, no tiene gran importancia. –Contestó vagamente.
-Está bien. –Dije sin insistir, no era el momento ni el lugar.
Cuando llegamos a casa encontramos a Sofi, Hannah y a mis padres en el salón. Mi madre estaba sujetando una cuchara de madera con un mango largo y la movía como si fuera una batuta. Enfrente de ella estaban sentados mi padre, que tocaba dos tapaderas de sartenes como si fueran dos platillos, Hannah, que agitaba unas llaves con gran intensidad y Sofi, que le daba golpes a una caja de cereales con una cuchara. Todos estaban muy concentrados siguiendo las órdenes de mi madre mientras Lauren y yo les mirábamos divertidas. Un ruido poco armónico invadiendo la habitación.
-Camila, Lauren, ¡hola! –Saludó mi madre. –Llegáis justo a tiempo para uniros a la orquesta, ¡vamos!
Yo no me lo pensé dos veces y cogí un viejo botijo que estaba en una de las estanterías del salón y me puse a soplarlo. Miré a Lauren y le hice un gesto para que viniera a sentarse con nosotros. Ella me sonrió de medio lado.
-Lo que yo decía: divertidos. – Lauren tomó asiento y se puso a chasquear sus dedos al son de la música, que más que música eran muchos ruidos inconexos.
Estuvimos así un buen rato hasta que mi madre llegó al culmen de la canción y de un rápido aspaviento nos ordenó que parásemos. Todos los instrumentos improvisados se detuvieron de una y la canción llegó a su fin. Los seis aplaudimos entusiasmados, había sido sensacional.
-¡Ha sido genial! –Exclamó Hannah.
-Sí, y cuando todos hemos empezado a tocar bajito y poco a poco hemos ido subiendo el volumen para después hacer mucho ruido ha sido lo mejooor. –Dijo mi hermana muy contenta, hablándole a su mejor amiga con una sonrisa.
-Esa ha sido mi parte favorita también. –Me susurró Lauren cubriéndose la boca con la mano para que nadie más que yo pudiese escucharla. Qué pensarían sus amigos del sótano de Mark Lenders si la vieran haciendo el tonto de esta manera con mi familia, se le iría la fachada de guay que tiene de un plumazo.
Pasamos un poco más de tiempo interactuando con mi familia y después mi vecina y yo nos subimos a mi habitación. Las dos nos sentamos en la cama, con la espalda apoyada en la pared, todo se estaba volviendo más cómodo con ella, sin tanta presión como había tenido tiempo atrás.
-¿Qué te ha parecido Normani? –Me preguntó Lauren mientras se alisaba el pantalón.
-Me ha sorprendido bastante, no me esperaba que fuera tan agradable y graciosa. Me alegro de que hayas querido presentármela. –Respondí sinceramente.
-Sí, es genial. Además se preocupa mucho por los demás, por lo que siempre es un gran apoyo. –Añadió Lauren distraídamente.
-Es estupendo que tengas a una persona tan buena a tu lado. –Estaba contenta de que mi vecina pudiese contar con alguien así.
Un breve silencio cayó entre nosotras, pero no duró mucho tiempo.
-Oye, Camila. –Lauren se giró levemente para mirarme. – Lo que quería decirte antes era que...-Lauren se mordió levemente el labio y bajó su mirada a mi boca. Dudó un momento pero finalmente se inclinó y me besó. Dios, qué bien se sentía. Lauren se separó y se alejó de mí un poco.
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Deseo sexual en abundancia [Camren]
RastgeleCamila Cabello tiene las hormonas revolucionadas por culpa de la buenorra de su vecina, Lauren Jauregui. Las dos chicas comienzan a ser cada vez más cercanas y Lauren va introduciendo a Camila poco a poco en su turbulento mundo. Camila se dejará lle...