No soy de aquellas personas que creen que las cosas pasan por algo. No creo en aquello de "no hay mal que por bien no venga". No creo en que el amor puede superar todas las adversidades, porque en verdad no es así. No en mi caso.
Me bajo del auto, dispuesta a correr, a gritar, a volverme loca sin importarme quien me vea, pero luego recuerdo que el está aquí, no quiero que me vea así, no quiero que vea como me descontrolo sin más. Pero mi cuerpo me traiciona, las lágrimas vuelven a salir justo cuando pensé que ya no tenía más para llorar. Escucho como Christopher baja del auto. Ya no estamos persiguiendo a mi madre, después de todo ya no tengo razón...
Era poco tiempo el que había pasado cuando el vino a recogerme, tenía el Gps del teléfono de mi madre encendido para rastrearla por allí, no estaba a muchos metros de distancia de nosotros, así que Christopher no se molestó en manejar con prisa, ella tampoco lo hacía, y lo que menos queríamos es que ella se diera cuenta de que la seguíamos y no fuera hasta su verdadero destino.
Un semáforo en rojo nos agarra a poca distancia de mi madre, ella logra pasar pero nosotros no, yo me preocupo, si bien tengo el Gps no me fío mucho en el, prefiero verla con mis propios ojos, seguirla segundo a segundo. Pero no pude hacer nada al respecto, no es como si apresurar a Christopher fuera la solución a ello, desquitarme con el no sería justo, no cuando el trata de ayudarme.
Él toma mi celular y se fija en la pantalla que camino a tomado mi madre. Llevamos una hora manejando y lo único que veo son árboles, árboles, árboles, estaba tan metida en mis pensamientos que ni siquiera me preocupe en verdad por el camino. Cuando de repente lo reconozco. Hace mucho que no lo veía, pero estaba segura de que era ese. Ella se dirigía a La casa del lago.
A nuestra casa del lago.
A la casa que mi hermano y yo amábamos de niños.
A la casa donde veníamos de vacaciones cada año a pasar las fiestas en familia.
A mi casa.
Pocos metros más adelante ella dobla hacia la derecha, a la entrada de mi casa. Christopher se detiene mientras ella espera a que la puerta automática se abra y entra. No nos ha notado, quizás el deseo por ver a su amante la tenga tan cegada como ahora, que no ve el daño que me está ocasionando.
Siento que tengo ganas de vomitar. Así que bajó del auto. Las ganas incontenibles de llorar vuelven, y no puedo controlarlas.
¿Porque no supuse que lo haría? ¿Porque no supuse que tendría tanto descaro como para venir a acostarse con él en nuestra casa?
Bueno, al menos no era tan estúpida como para terminar haciéndolo en la casa donde dormimos todos los días. Al menos hizo algo bien.
—Liza...
—dame un momento por favor—doy unos pasos hacia adelante, quiero dejar de llorar pero no puedo. Christopher no se acerca a mí y tampoco intenta calmarme, por lo que me tomo un tiempo y luego, sin importarme mi aspecto, me doy la vuelta para mirarlo. Tiene un sobre entre las manos. Yo frunzo el ceño y lo miro con confusión.
—¿qué es eso?
No me contesta. En lugar de eso me tiende el sobre y yo me acerco para tomarlo. No tiene nada escrito adelante, por lo que lo abro y meto la mano en el interior. Levantó la vista hacia Christopher pero él no me está mirando, tiene la mirada perdida en algún lugar del sobre. Yo empiezo a temblar, pero sin detenerme en lo que hago saco mi mano junto con las fotos que hay en el interior, dejo caer el sobre y miro las fotos. Mientras pasó una por una mi corazón se rompe cada vez más. Es mi madre, y no sólo con un hombre. Con varios. No podría decir cuantos, porque en verdad no los conté.
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Raro ©
Romance-No soy tu amigo. No planeo serlo. No me hables o busques, alejate por tu bien. Un buen comienzo para una gran historia, me dije a mi misma irónica. ¿Y ahora cómo terminaría el puñetero trabajo que nos asignaron? Mi compañero y mi futura posibilida...