CAPITULO 34

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ZAIDA

2 de agosto

Termino de colocar los últimos globos de colores en el salón.
Miro con orgullo mi resultando de una gran mesa de cumpleaños. Hoy es el cumpleaños de los mellizos, y como siempre, hemos preparado una fiesta en casa. Todos los años solemos celebrar su cumpleaños con alguna temática infantil, a la cual asisten todos los amigos de los mellizos y los familiares más cercanos. Este año estamos en Sevilla así que será algo más íntimo. Han pasado varias semanas desde lo sucedido con Dani. Me gusta estar con el, es maravilloso. Sin embargo no estoy lista para tratar ese tema con el, no aún. Si hay algo que me hace feliz aquí, es estar con el. Y no quiero estropear nuestra relación por mis manías. Al fin y al cabo son cosas que nadie tiene porque soportar. Demasiados lo hacen ya. Me es inevitable pensar en Eric al tener en mente este tema. Suspiro melancólica. Le debo tanto. Es la persona que siempre ha estado ahí. Y que por mi culpa siempre a estado obligado a cuidar de mi y de mi carga. Una lágrima resbala por mi mejilla al seguir imaginando la vida que tendría mi maravilloso hermano si yo no hubiera sobrevivido.Eric entra con el resto de la comida al salón. Limpio mi rostro con las manos y le muestro una débil sonrisa.

– ¿No crees que es demasiado? – pregunto

– Esos mocosos no tienen fondo en el estómago enana – Eric ríe a mi lado.

Decora por último la mesa del salón con más cosas.

Ha quedado perfecta

Ha quedado perfecta

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– Y....Eric – lo miro – ¿Donde esta la tarta?

– ¡Mierda!

– ¿La has olvidado? – mis ojos se abren al máximo

– ¡Joder si! – suspira. Su mano vuela a su cabeza sobándose la sien en nuestra de frustración, mientras la otra esta apoyada en su cadera – Estaba tan pendiente del decorado que olvide ir a recogerla

– ¿Quieres que vaya yo? – me mira por unos segundos sin responder. Su mirada se centra en mi y asiente.

– Esta bien – sonríe – dile a Leire que te acompañe

Ruedo los ojos. ¿Que todavía tengo cinco años?

– Pequeña no quiero que vayas sola

¿Acaso tiene telepatía?

Ya, ya lo suponía – subo la escalera ignorando su respuesta.

Llamo a la puerta de Leire y cruzo mis brazos.

– ¿Pasa algo? – abre la puerta y me mira.

– Tienes que venir conmigo a por la tarta

– ¿No se encargaba Eric? – frunce el ceño

– Si pero se le ha olvidado – río.

– Esta bien – ríe conmigo y bajamos al salón.

– ¡Enseguida volvemos! – grita al salir de casa

Las calles de Mairena envuelven nuestros cuerpos. La gente camina con prisas entre nosotras. Las cafeterías se llenan a cada minuto que pasa. Los bloques de ladrillo rojo y ventanas viejas le dan a este sitio un semblante de comodidad. Fijo mis ojos en el cuerpo que avanza a mi lado. Leire tiene la vista clavada en el suelo.

– ¿Te pasa algo? – pregunto

Tarda unos segundos en reaccionar hasta mirarme desorientada.

– ¿Eh? Ah no, no...– vuelve a su puesto inicial

– Ya claro – bufo – ¿Piensas que me lo creo?

Me mira de reojo

– Esque...– suspira – Estamos en agosto y...

– No sigas – cierro los ojos al momento – no quiero pensar en eso

– No se que vamos hacer – sus ojos se cristalizan

Mis brazos envuelven su cuerpo en forma de consuelo. Su cara se esconde en mi cuello.

– No quiero separarme de el Zaida...– solloza– me he entregado a el

Mis ojos casi se salen de sus órbitas

– ¿Lo habéis echo? – susurro

Leire asiente volviendo a sollozar más fuerte.

– No se lo que va a pasar Leire – suspiro – pero yo tampoco quiero marcharme

Sus ojos encuentran los míos con tristeza. Limpio sus lágrimas con mis dedos. A decir verdad he intentado evitar este tema todo este tiempo. Se que no quiero irme de aquí pero no estoy tan segura de que vamos hacer.

– ¿Crees que ha sido demasiado rápido? – sorbe su nariz, y sus ojos se aguan de nuevo al preguntar

– ¿Querías hacerlo? – asiente – entonces ya está

– Pero tu...

– Yo nada – la corto – yo también quise hacerlo en su momento

– Después te mintió Zaida – me mira – ¿Qué hago si Jesús hace lo mismo?

– Jesús no te va hacer eso – sujeto su rostro con mis manos – Entiende que mi caso fue diferente, ni siquiera sospechaba que era una jodida apuesta de unos niñatos ¿vale? – asiente – ni Jesús ni Dani son como ellos

– Tienes razón...– susurra – lo siento

– No lo sientas cariño – la abrazo – no lo sientas

Beso su cabeza fundiendonos en un gran abrazo en mitad de la calle.
Siento como Leire se separa de mi brutalmente, alzó la mirada y logro ver como alguien golpea a Leire frente a mis ojos y está cae al instante al suelo. La silueta tira de mi cabello hacia atrás colocando un trapo malgastado con un líquido fatigoso impregnado en el. Mis extremidades luchan por soltarme de el, pataleo hasta el cansancio y los gritos que desprendo son ahogados por la tela que cubre mi boca. Haciendo que el liquido entre a mis pulmones a gran velocidad. Mis intentos por separarme de el son fallidos, mis fuerzas decaen y mis ojos llorosos logran ver el cuerpo inerte de Leire tirado en el suelo. El cuerpo que me sostiene forcejea conmigo. Cada vez siento los ojos más pesados. Todo se vuelve negro.



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