CAPITULO 5

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ZAIDA

Me sente en la ventana y contemple la que seria mi habitación durante tres meses, gire mi cuerpo para ver el jardín, había una hermosa piscina. Sus tumbonas respectivas e incluso una barbacoa. Lo que me recordó cuando mi padre reunía a toda la familia en casa para hacer unas de sus famosas barbacoas con salchichas y chuletas. Recordé su increíble pero a la vez estúpido delantal rojo con letras de “Papá Cocinero”. Cuando me regañaba por querer acercarme al fuego y sus mil intentos de conseguir que admitiera que me gustaban sus salchichas. Era cierto, me encantaban, pero siempre le decía lo contrario.

Limpie con rapidez la lágrima que surcaba mi mejilla. Suspiré pesadamente. Le echaba de menos. Más de lo que creía. Pestañeo varias veces para evitar que las demás caigan a continuación. Mire mi habitación de nuevo.

- Por favor que esto pase rápido - suplico mientras cierro los ojos.

[...]

El sonido molesto de mi teléfono me trajo de vuelta al mundo real. Saque mi iPhone del bolsillo trasero de mi pantalón con un mensaje de texto de una de mis amigas.

Lucía

¿Como te ha ido? ¿Estas bien? Te echamos de menos rubia ❤

Mordí mi labio sonriendo evitando volver a llorar. Apenas acababa de llegar y ya las echaba de menos. Escribí la respuesta en menos de un minuto.

Zaida

Bien, más o menos, quiero largarme a Madrid ya, yo más a vosotras 😘

Deje el teléfono a un lado y fui a la habitación de los mellizos.

- ¿Habéis terminado chicos? - hablo desde la puerta viendo como colocaban sus juguetes

- ¡SI! - gritaron los dos a la vez

Río ante el gesto.

- ¿Queréis ir al parque? - me acerco a ellos con una sonrisa

- Porfavor porfavor porfavor - hicieron un pequeño puchero

Volví a reír

- Esta bien - me levanto - vamos

Bajamos al salón con ellos agarrados de mis manos. Buscaba a mi madre sin tener resultado alguno.

- ¿Mamá? - la llamo

- Estoy aquí - habla desde la cocina

Me acerque a la puerta sin llegar a entrar. Ella colocaba la poca compra por la que se ve que paramos antes de llegar.

- Llevo a los pequeños al parque ¿Vale? - la miro.

- De acuerdo – me mira – Que disfruten – se acerca a ellos y deposita un beso sonoro en sus mejillas.

Dirigí a los pequeños hasta la puerta de la casa. Al salir recordé haber pasado por un pequeño parque no muy lejos de casa. Lo vi mientras bajaba las maletas. Cuando llegamos, salieron disparados hacia los columpios.

– ¡Tata empujanos! – gritaban mientras se intentaban subir a ellos.

Me acerque hasta conseguir que se montaran. Y me dediqué a empujarlos hasta que brazos cesaron del cansancio. Pablo y Carlos se fueron a jugar con los niños que habían en los toboganes. Yo me senté en unos de los bancos del parque.

Cóseme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora