CAPITULO 36

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Horas antes

LEIRE

El frío recorre mi cuerpo desnudo. Mis manos sujetas a mi espalda impiden que haga un solo movimiento. Parpadeo acostumbrándome a la tenue luz de la habitación. Diviso una silueta parada mirándome desde la puerta.

– Veo que no eres de dormir mucho

Mi mente reconoce su voz. La ira crece en mi interior al tenerlo en la misma habitación que yo. Mi mente capta el estado de mi cuerpo al desnudo.

– ¡Eres un asqueroso! ¡Suéltame!

– Tengo muy buena vista desde aquí bonita

– ¡No vas a conseguir nada! ¡Déjanos en paz Thomas! – grito con furia

– No te alteres linda – sonríe

– ¡Nos van a encontrar! – mis ojos lo miran con asco – ¡Eres muy inútil si piensas que estamos incomunicadas!

– ¿Hablas de esto linda? – su mano muestra la pulsera de emergencias de Zaida. Mi cuerpo se desvanece al mirarla – ¿Enserio creías que era tan tonto? – ríe de una manera cínica

– ¿Que vas hacer con eso? – pregunto

– Tirarlo en un lugar muy lejos de aquí – sonríe

– ¡Eres un bastardo!

– Ya ya deja de chillar, vas a despertar a tu hermana

– ¿Que le has echo idiota? – mi voz tiembla al escucharlo

– De momento nada – sonrie

– Porfavor – suplico – no le hagas nada – las lágrimas no tardan en salir – me tienes a mi no le hagas nada porfavor – susurro con la voz temblando por las lágrimas

Su sonrisa crece a medida que mis mejillas se bañan en lágrimas. Encogo mi cuerpo todo lo que puedo a pesar de las cuerdas. Siento como se acerca, agacho la cabeza al máximo.

– Me encanta verte tan vulnerable – siento su sonrisa ensancharse.

Su mano acaricia mi pelo, un sollozo escapa de mis labios al sentirlo tan cerca.

– Eres muy hermosa Leire – sus dedos recorren mi rostro sin pudor

Mis ojos se nublan cada vez más. Apenas puedo pronunciar palabra. Aparta mi cabello a un lado y su boca encuentra mi cuello. Trago saliva al sentir como devora mi cuello sin piedad. Las lágrimas caen a gran velocidad de mis ojos.

– Lo vamos a pasar bien bonita – sonríe encima de mi piel

– Porfavor...no – susurro

– Vas a disfrutarlo cariño – ríe

Su mirada penetra la mía con diversión. Sus manos quitaron los amarres de mis manos. Toma mi cuerpo y lo tumba en el suelo. Su ropa desaparece en menos de un segundo del cual no tengo tiempo ni para respirar.

– Veras que bien lo vamos a pasar – sonríe más todavía y siento como se introduce dentro de mi sin cuidado

Un grito sale de mi boca al sentirlo. Su cuerpo se mueve rápido y brusco sin darme tiempo ni siquiera a relagarme

[...]

Limpio mis lágrimas con las manos. Abrazo mi cuerpo con mis brazos con la mirada perdida.

– Me ha encantado este momento juntos linda – su cuerpo descansa apoyado sobre la puerta

– Te he dejado algo de ropa en la silla – observo la susodicha y en esta hay una camiseta vieja – ahora iré a hacerle una visita a tu hermana – Lo miro al instante

– Te he dicho que no le hagas nada – me levanto para encararlo

– ¿Y enserio creías que te haría caso? – levanta una ceja y siento mis piernas flaquear

– ¡Eres un falso!

– Me han dicho cosas peores guapa – guiña su ojo derecho y sale de la habitación.

Mis ojos se llenan de lágrimas y vuelvo a la posición de antes. No me puedo creer que esto nos esté pasando. ¿Cómo vamos a salir de aquí? Los sollozos impiden concentrar mi mente en busca de una solución. No puedo dejar de pensar que va a pasar con Zaida. Levanto mi vista hacia la camiseta doblada encima de la silla. Alzó mi brazo para atraparla y la coloco sobre mi piel con dificultad haciendo que algo caiga al suelo. Salto en el sitio por el sonido y busco con la mirada que es. La figura de una pulsera abarca mis cinco sentidos y corro hacia ella a pesar de los dolores, pulso el botón rojo varias veces rezando porque no se haya estropeado y envié alguna señal. Suspiro mientras me apoyo en la pared de nuevo. Mis caderas arden de dolor con cada movimiento que he hago. Las lágrimas vuelven aparecer al recordar lo que ha pasado hace unos minutos.

– Todo va a salir bien – susurro.

Cierro los ojos y escondo la pulsera bajo la camiseta. El sueño se hace presente en mi.

No te duermas Leire  – susurro para mi misma –  no la dejes sola

Al final el sueño vence la batalla y quedó dormida en aquella posición.

[...]

Las suaves caricias en mis mejillas consiguen que abra los ojos. Por un momento creo que todo ha sido una pesadilla, pero ver su cara tan cerca hace que vuelva a la cruda realidad. Aparto su mano al instante

– No me toques – susurro

– Veo que no despiertas muy amable por las mañanas – sonríe

– ¿Qué quieres? – hablo más fuerte esta vez

– Venia a dejarte algo de comida

– No tengo hambre – contesto y aparto la vista de el

– No comas entonces – ríe – más te vale después no pedir un trozo de pan

– No quiero nada de ti – escupo mis palabras

– De todas maneras no estás aquí por ti – ríe más

– ¿Qué es lo que quieres exactamente Thomas? ¿Dinero? – esta vez me atrevo a mirarle a los ojos

El silencio reina entre los dos. Al parecer no se esperaba esa pregunta.

– Quiero lo que es mío – hace una pausa – tu hermana me dejo sin motivo y yo busco venganza

– ¡La engañaste! – grito – ¡La humillante delante de todos! ¿Como encima no quisieras que te dejará?

– Ella es mía y tú ahora también – son sus últimas palabras antes de abrir la puerta y marcharse.

Sus palabras hacen eco en mi cabeza una y otra vez

Ella es mía y tú ahora también 

Lo ha dicho tan convincente que he sentido miedo por un segundo. Compruebo que sigo teniendo la pulsera de Zaida y pulso varias veces de nuevo el botón rojo.

Por favor dios mio ayúdame 

Cóseme ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora