CAPITULO 1

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ZAIDA

Los pájaros cantan, el sol brilla entrando  por tu ventana, te despiertas feliz, tranquila, alegre, sin problemas, relajada, un nuevo día empieza.
No hay mejor despertar.

Pues no.

No fue así.

Lluvia, tormenta, truenos, ruidos extraños, el viento sopla fuerte, pesadillas, te despiertas sobresaltada, ahogada en lagrimas, temblando, asustada, mirando de un lado a otro de la habitación.

Pues no.

Tampoco fue así.

Tal vez no sepamos con exactitud cuál es la peor manera de despertarse. Pero la que yo si se es a base de cosquillas.

– ¡Eric! ¡Para! – grito al sentir los dedos de mi hermano clavándose como agujas en mi piel.

Su risa hace acto de presencia mientras me retuerzo como gusano sin tener el control de mi cuerpo

– Venga dormilona, abajo te está esperando el desayuno – habla mientras aleja sus manos de mi cuerpo y me mira con sus ojos azules llenos de diversión

El oxígeno llega de manera lenta a mis pulmones y aparto el cabello que cubre mi cara devolviendole una mirada furiosa

– Eres muy amable cuando te lo propones – digo sarcástica

– No te enfades enana – susurra besando mi cabeza segundos antes de abandonar mi habitación

Entro al baño que hay en mi habitación y abro el grifo de la ducha. Mientras espero a que el agua se caliente observo mi reflejo en el espejo.

Mi cabello rubio alborotado, ojos achinados por el sueño y una cara de dormida es mi resultado.
Todo lo contrario a mi hermano. Su pelo negro como la noche, sus ojos azul océano, su increíble sonrisa y su carisma son lo que lo acompañan por las mañanas.

Decido entrar a la ducha cuando noto que el agua esta a una buena temperatura
Mis músculos se relajan al sentir el contacto de mi piel con el agua caliente. 
Quito los últimos síntomas de sueño que hay en mi cuerpo a la vez que voy terminando mi corto baño.
Me envuelvo en una toalla mientras camino hasta mi armario.
Coloco mi ropa interior y me decanto por unos vaqueros sencillos y una camiseta de mi hermano.
Que puedo decir, me encanta la ropa que queda enorme.

Bajo las escaleras terminando de peinar mi pelo. Al entrar a la cocina, la cual no está sola, saludo a mi madre sin recibir una respuesta de su parte.

Como de costumbre

Susana, mi madre, sigue preparando el desayuno sin prestarme atención mientras su cabello rubio danza en su espalda en sintonia con los movimientos de sus caderas que caminan por la cocina.
Su cuerpo me da la espalda como si yo no estuviera aquí. 
Eric entra y sirve mi desayuno, su mirada es clara, debo comérmelo todo y sin rechistar. Sus ojos no estaban tan suaves como antes. 
Eric besa mi frente y se despide de nosotras para irse a trabajar dejándonos solas de nuevo.

Una melodía, para mi gusto bastante desagradable, se interpone en el recorrido de mi quinta cucharada de cereales entre mi boca y está.
Reconozco la voz de mi hermanastra y su intento de cantar las canciones de su grupo favorito.
Leire lleva cinco años siendo mi hermanastra. Es bastante parecida a Eric sin ser realmente hermanos, es castaña y tiene unos increíbles ojos marrón café como su padre. Tiene mi misma edad lo que hizo mucho más fácil nuestra relación cuando nos conocimos. Su carácter alegre y simpático logra captar la atención de todos. 

Todo lo contrario a mi 

Lucas, el padre de Leire, se casó con mi madre siete años después de la muerte de mi papá. El es un hombre muy prestigioso, honrado e importante. A pesar de sus pocas canas y arrugas en su rostro, es un hombre muy apuesto. Tiene un trabajo muy importante con el que gana bastante dinero, lo que hizo que la vida de mi madre cambiara, de estar trabajando casi todo el día a estar viajando a cada rato.

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