Capítulo 9 | Un nuevo inicio

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—¿Cuándo regresarás, Ally? —preguntó Elisa, con el gesto sumido en la preocupación.

Adria y ella se aseguraban de llamar cada día a su amiga desde que se habían enterado de la atrocidad que Fernando hizo. Era por ese motivo que se encontraban en una banca, alejadas del resto de estudiantes, quienes se dirigían a sus salones, hablaban con sus compañeros o reían entre ellos de algún chiste matutino sin saber que, a sólo metros de ellos, dos amigas intentaban compartir el teléfono mientras se aseguraban de que Ally no hubiera sufrido un nuevo abuso por parte de su padrastro.

—Intentaré hacerlo pronto, quizás la próxima semana —respondió la muchacha. Su voz sonaba lúgubre, sin vida, como había estado durante la semana anterior, cuando todo había ocurrido—. El moretón en mi rostro ya casi se puede ocultar con maquillaje, y por lo demás, utilizaré ropa que logre cubrirme.

Aunque callaron, Adria y Elisa se miraron, y ambas observaron el miedo reflejado en los ojos de la otra.

El padrastro de Ally siempre había sido un hombre violento, y eso no era un secreto para ninguna de las tres, sin embargo, la última vez llegó muy lejos. Se descontroló de tal modo, que no le importó en qué parte del cuerpo de Ally golpeaba su puño.

—Ally —comenzó Adria, intentando sonar como la voz de la razón—, Eli y yo creemos que ya es hora de denunciarlo. Nosotras siempre estaremos aquí, pase lo que pase.

La castaña al otro lado de la línea, guardó silencio por unos segundos, y luego volvió a hablar.

—Ya se los he dicho. No puedo —susurró—. Mamá lo negará todo, y entonces será peor.

—Tienes las pruebas en tu propio cuerpo, Allyson.

—No voy a hacerlo —dijo. Esta vez su voz sonó firme—. Mi madre no se alejará de Fernando, y ella será la única perjudicada. No pienso someterla a algo así.

Adria y Eli se dirigieron una significativa mirada: habían insistido durante mucho tiempo en aquel tema, pero la respuesta era siempre la misma. Temían que llegase el día en que su amiga no soportara nuevos golpes.

A sus ojos, Allyson era frágil, sentían que cualquier cosa podría dañarla, pero lo cierta era que su amiga era mucho más fuerte de lo que ellas creían.

—¿Anthuan ha seguido preguntando por mí? —preguntó Ally, urgida por cambiar la conversación. Aunque hizo un esfuerzo para que su voz sonara calma, sus amigas notaron el anhelo latente en ella.

Para ese punto, los sentimientos de Allyson no era un secreto para ninguna de las tres.

—Cada día. Ya no sabemos qué otra excusa decirle. Estamos seguras de que no se cree en lo más mínimo que tengas un resfriado, ni siquiera uno fuerte —aseguró Elisa

—Tal vez debimos decirle que tenías mononucleosis o hepatitis. No habría insistido tanto en verte.

—La mononucleosis se contagia a través de besos, Adria

—¿Y es que no quieres que él piense que te besas con alguien?

El silencio reinó al otro lado de la línea, brindando a Eli y a Adria una nueva confirmación de lo que ellas ya sabían.

—No lo digo por algo en especial —aseguró finalmente—. Es sólo que le prometí que iría a su exposición, y tal vez no pueda hacerlo. Es mañana.

—Deberías intentarlo. Parece algo realmente importante para él.

—No imaginas cuanto.

En esos momentos, las dos chicas distinguieron a Anthuan, quien se aproximaba hacia ellas. Aunque vacilaba un poco al andar, como si no estuviera seguro de lo que sucedería, en sus ojos podía distinguirse lo decidido que estaba.

Sólo por ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora