Capítulo 24 | No otra vez

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La sonrisa de Ally no tenía intención de ceder mientras observaba a Livi y Anthuan tan sólo a unos metros de ella. Se habían hecho amigos en unas cuantas horas. En esos momentos, el muchacho empujaba el columpio en el que estaba su pequeña hermana, mientras ésta reía sin parar, y le exigía que la impulsara "sólo un poco más alto".

Resultó que el plan de Livi —¿cómo fue que no imaginó que tendría uno?— consistía en comer helado en el parque, no en un centro comercial, con el fin de rogar y poner una de sus tan practicadas miradas de inocencia para conseguir que se quedaran jugando allí, y lo logró. Allyson hizo una nota mental sobre lo mucho que debía practicar su inmunidad contra las miraditas de su pequeña hermana.

Por ahora, seguía cediendo cada vez más.

Anthuan dejó a Livi jugando, y caminó hasta sentarse en la banca junto a su novia.

—Ya entiendo cómo es que te conquistó tan rápido —le confesó, y Ally rio.

—No has visto nada. Esa niña tiene poderes psíquicos. Gobernará el mundo, ya lo verás.

El muchacho negó, y tomó la mano de la chica entre las suyas.

—Puedo entender cómo se han llevado también en tan poco tiempo, ¿sabes? No eres muy diferente.

Ella lo miró y se llevó una mano al pecho, fingiendo estar dolida por la "calumnia" que él acababa de lanzarle, pero tras un besito en la mejilla, sonrió.

—Me conquistaste por completo, Allyson Quintana.

—Y tú a mí, ¿eh? ¿O es que crees que yo iba por la vida aceptando tres infernales horas de números sólo porque sí?

Él negó.

—Le debo la vida a Eli y Adria. No saben cómo cambiaron el rumbo de mi vida en día que me pidieron que me encontrara contigo en la biblioteca.

Ally le lanzó una sonrisa tierna, y se recostó sobre su hombro.

—¿Alguna vez nos imaginaste así?

—¿Juntos? Bueno, sí que lo imaginaba —aceptó, y le dio un besito en la coronilla—, lo soñaba.

—Yo no —confesó—. Yo jamás creí que llegaríamos a este punto, Anthuan. Jamás creí que me pasaría nada de lo que me está pasando, al menos no la parte buena de todo esto: tú, Livi, mi padre, Elizabeth... ni siquiera lo soñaba. Mi mayor esperanza era la universidad.

Entrelazaron sus manos.

—Jamás creí que alguien llegaría a amarme del modo en que tú lo haces, que tendría a una persona como tú en mi vida, que de algún inesperado modo, saldría de aquel infierno. Te lo debo.

—Tú también me sacaste de mi propio infierno.

Ambos callaron. No hacían falta palabras: se lo habían dicho todo y más.

Es increíble cómo puedes tardar años topándote con una persona, viéndole casi a diario —¿y por qué no? Siendo consciente de su presencia—, sin ser capaz de imaginar que en algún momento, será capaz de cambiarte la vida, de regresarte la felicidad que tanto has anhelado, y de la que habías perdido toda esperanza de alcanzar, y cómo todo lo que eres, lo que has sido y lo que has vivido parece tener un poco de sentido.

Anthuan había vivido un episodio terrible en su infancia que le costó mucho más que lágrimas: lo dejó con un trauma y él ni siquiera se había esforzado en superarlo. Por el contrario, se sumergió en un mundo aparentemente seguro y no fue capaz de luchar por soltarse, hasta que encontró fuerzas en una chica que también estaba rota.

Sólo por ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora