Capítulo 19 | A salvo

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Ally sintió que empezaría a llorar en cualquier momento: la pantalla del ordenador le estaba mostrando en tiempo real los rostros de sus amigas. Eli y Adria estaban allí —tanto como la tecnología se los permitía— y realmente las sentía a su lado. Se sentía confortada al tenerlas tan cerca. Nunca se habían separado durante tanto tiempo. A veces alguna de ellas se iba de vacaciones a alguna ciudad, pero procuraban mantenerse en contacto. Además, siempre tenían tiempo de despedirse.

Pese a que habían intentado mantener comunicación durante los últimos meses por teléfono, nada se comparaba a ver las caras de sus amigas. Durante mucho tiempo, ellas fueron su único apoyo, y no tenía cómo agradecérselos.

La castaña intentó luchar contra las lágrimas que amenazaban con aparecer. Las extrañaba tanto.

—Jamás podré pagarles todo lo que han hecho por mí —les dijo—. Nunca en mi vida habría podido encontrar amigas mejores que ustedes dos.

El rostro de Eli se enterneció.

—Todo lo que sea por ti, cariño. Sabemos que si la situación hubiera sido al revés, tú habrías hecho exactamente lo mismo por nosotras.

De eso estaba segura. Las tres habían formado lazos demasiado fuertes, demasiado estrechos. Lo de ellas era como una hermandad. No había un solo sacrificio que no estuvieran dispuestas a hacer por alguna.

—¿Cómo han sido las cosas con tu padre? —preguntó Adria—. Aún no hemos podido ver a Anthuan. Las clases inician hasta la próxima semana.

Lo extrañaba tanto. Se había acostumbrado a su presencia, y no había un solo segundo del día en que no pensara en él, en que no estuviera deseando tenerlo a su lado, besarlo, abrazarlo, y bueno, repetir su última noche juntos.

Intentó espantar sus pensamientos.

—Mi padre me dejó esta mañana una nota diciendo que llevaría a Olivia, su hija, al colegio. Me prometió que en cuanto regresara hablaríamos.

Se escuchaba un poco extraño todo eso: hablar de su padre llevando a su hermana al colegio para luego regresar y hablar. Era como de otro mundo, de otra vida.

—¿Se volvió a casar?

Ally asintió.

—Sí, y tiene una pequeña niña. Llegamos muy tarde, y solo pude verla dormida.

—¿Y a la esposa? ¿La conociste ya?

—No aún. Estaba en un retiro con la empresa, y llegará mañana en la tarde.

Se sentía un poco ansiosa sobre eso. Era como empezar una vida desde cero, toda ella llena de incertidumbre. No sabía qué creía la esposa de su padre sobre ella, si estaba de acuerdo o no con su presencia en esa casa, o si su pequeña hermana sería un terremoto o, por el contrario, un adorable angelito que se acostumbraría a la idea de tener que compartir a papá. Sonaba un poco raro preocuparse por una niña chiquita, sobretodo teniendo en cuenta lo mucho por lo que había pasado, pero no podía negar que la idea la ponía un poco nerviosa.

—No sabíamos cómo te tomarías la noticia de ver a tu padre.

Ally torció el gesto.

—No muy bien al principio, la verdad —el rostro de la muchacha se ensombreció—. Fui un poco dura con Anthuan cuando me lo dijo, y no estoy orgullosa de eso. Sé que sólo querían lo mejor para mí.

—Siempre vamos a querer que estés bien, y regresar a casa ni siquiera era una opción.

—Aún me preocupa Anthuan —confesó—. Si eso hombres estaban fuera del hostal, es porque seguramente llevaban tiempo viéndonos. A los dos. Y yo estoy aquí a salvo, pero no sé él. Pueden hacerle algo malo.

Sólo por ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora