Apenas había sido capaz de pegar los ojos en toda la noche; había sido demasiada presión para ella, más de lo que su ser podía soportar. Por un lado se encontraba su padre, de quien todavía no sabía nada y quien probablemente se estaba debatiendo entre la vida y la muerte en esos momentos, y por el otro, estaba su mamá, a un piso de distancia, haciéndole compañía a Fernando y no a su propia hija. Por mucho que amaba la idea de que eso no le importara, no podía engañarse —ni engañar a cualquiera de las personas con las que estaba en esos momentos—, lo cierto era que le afectaba, y mucho.
Y es que una parte de su ser, esa que va ligada a tu instinto y te hace querer tener el amor y el calor de tu madre, quería salir a la luz. Cuando la vio unas horas atrás quiso esconderse en el abrazo de la mujer, pero sólo hicieron falta unas palabras para entender que, probablemente, no existía una idea más alejada de la realidad que esa, y se regañó por tener esperanzas. Nunca había encabezado su lista de prioridades, y era obvio que no comenzaría en esos momentos.
La mano de Anthuan se movió a lo largo de su brazo, como recordándole que él estaba ahí con ella, y sonrió con cansancio. No podría estar más agradecida con la vida por haberlo puesto en su camino; no se cansaba de decirlo una y otra vez.
Dirigió una mirada a Elizabeth, quien se había mantenido en silencio desde el mismo instante en que Adam entró al quirófano: no había dicho una sola palabras, y se limitaba sólo a dirigir una que otra mirada perdida a su hijastra, quien para ser sincera ya se estaba asustando. A veces le daba la impresión de que en cualquier momento saltaría a gritarle por poner en riesgo a su familia... y eso era algo que no sabría resistir porque entonces quedaría en el aire.
Luchó por espantar esos pensamientos de su mente: eso no pasaría. Su padre tenía que recuperarse, retomar su vida y amarla para siempre, justo como había prometido.
—¿Hablaste con tu mamá? —preguntó Ally a Anthuan, tratando de distraerse. Quería pensar en otra cosa.
Él se removió en su asiento, y tras callar por unos segundos, respondió:
—Sí, lo hice. Quiere matarme.
La muchacha se llevó las manos al rostro, en señal de preocupación.
—Debe estar odiándome. No querrá verme ni en pintura. Me va a poner una orden de alejamiento. Querrá que me mude al cachito del mundo.
Él apenas pudo contener una risita.
—Esto es serio, Anthuan. Tu mamá no nos querrá juntos.
—No te equivoques, Ally. Es cierto que en estos momentos no eres precisamente la persona favorita de mi madre, y que no lo serás en mucho tiempo, pe...
—Vaya, gracias —interrumpió ella en tono sarcástico.
—Pero —prosiguió él— lo superará. Poco a poco sabrá todo lo que pasó anoche, y entonces comprenderá que de esta historia no todo es malo. Me perdonará y te perdonará.
Ella hizo una mueca.
—Ya lo veremos —dijo—, pero si yo fuera tu madre, estoy bastante segura de que haría desaparecer a tu noviecita.
Él se limitó a acercarla a su pecho, tratando de calmarla. No era el momento de preocuparse por eso.
Tan sólo unos minutos después, un hombre vestido con una bata azul los llamó, y tanto Ally como Elizabeth corrieron al encuentro con él, presas del pánico, pero felices de tener algún tipo de respuesta.
—Adam está en sala de recuperación —dijo, y Ally sintió que un enorme elefante acababa de bajarse de su espalda. Durante las últimas horas un enrome nudo se había armado en su garganta cada vez que pensaba en el estado de su padre—. Una enfermera les avisará en el momento en que puedan pasar a verlo, pero por ahora estén tranquilas, pues se encuentra fuera de peligro, a pesar de la cantidad de sangre que perdió. Una vez esté consciente, hablaremos del paso a seguir —dijo con una sonrisa agradable—. Es un hombre muy fuerte.
ESTÁS LEYENDO
Sólo por ti ©
Teen FictionAlly es una chica que se ha refugiado en el mundo de las letras para olvidar la realidad bajo su techo. Anthuan, por su parte, es un tímido adolescente que amaría tener el valor suficiente para plantarse frente a la chica que quiere y hacerle not...