Capítulo 16 | Piel sobre piel

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—¿Te das cuenta de que actúan como una pareja de casados? —preguntó Adria al otro lado del teléfono.

Allyson soltó una pequeña risita. Tanto Anthuan como ella habían empezado a trabajar casi dos semanas atrás, en un intento de continuar con lo que a ella ahora le gustaba llamar "su romántico escape", y estaba funcionando para ambos.

—Ya se los había dicho, pero soy más feliz de lo que he sido en mucho tiempo —una sonrisa ladeada enmarcó su rostro—. Aquí no existen los gritos, ni las miradas gélidas, ni esa horrible sensación de impotencia, de no poder hacer nada en contra de mi realidad. Gracias a Anthuan, aquí todo eso ha desaparecido.

Adria y Elisa soltaron un gritito de felicidad.

—Dios, Ally, empiezas a sonar como Eli. Dan asco las dos —aunque su amiga intentó que su voz sonara asqueada, para ninguna de ellas fue un secreto que en realidad aquello le agradaba—. Tendré que conseguirme nuevas amigas.

—Morirías sin nosotras.

—Es cierto —respondió, en aparente tono resignado.

El silencio inundó la línea, como si el tema hubiera concluido repentinamente, pero Ally llevaba mucho tiempo de conocer a sus amigas, y sabía aquel silencio se debía a que callaban algo importante, no a que no tuvieran nada qué decir.

—¿Qué ocurre?

—¿Aquí? Nada —respondieron ellas al unísono.

—Sé que pasa algo —insistió Ally—. Ustedes jamás se callan de un segundo a otro. Y voy a empezar a preocuparme.

Se escuchó un sonoro suspiro al otro lado, y luego Adria habló:

—No queremos que te pongas mal, ¿sí? Pero hemos visto a Fernando cerca de nosotras, y tu mamá ha intentado hablarnos más de una vez.

Ally rascó su frente, e intentó calmarse. Se dijo a sí misma que su padrastro jamás podría encontrarla, que estaba lejos de aquella casa de tormentas, gritos y golpes.

—¿No ha intentado hacerles nada?

—No, Ally.

—¿De verdad? —insistió ella.

—Des verdad, Ally. Jamás te mentiríamos.

La castaña asintió.

—Se lo diré a Anthuan. Solo... solo para ser un poco precavidos, ¿sí? Y ustedes, por favor, cuídense.

Allyson era consciente de que había arrastrado a Anthuan a aquella situación, y era poco o nada lo que podía hacer al respecto para ese momento. Sin embargo, no quería que alguien más estuviera en peligro por ella. Le aterraba la idea de que Adria y Eli resultaran lastimadas de alguna forma por su culpa.

Anthuan subió las escaleras hasta llegar a la habitación que compartía con Ally. Al abrir la puerta, la encontró sentada en la cama, con las piernas cruzadas bajo ella, mientras masajeaba los dedos de sus pies, e imaginó que estaba agotada por causa del trabajo.

Ella sonrió al levantar la vista y encontrar la mirada del muchacho.

Él se acercó a su novia, y dio un rápido beso sobre sus labios. Pensó lo maravilloso que sería su vida si siempre fuera de ese modo, y amó aquella idea.

—¿Cómo estuvo tu tarde? —preguntó la muchacha.

—Estuvo bien —aseguró—. Luna comprende más de lo que cree.

Sólo por ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora