Capítulo 14 | Solo para ti

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Anthuan parpadeó un par de veces antes de abrir realmente los ojos. Estaba de medio lado, frente al tranquilo rostro de Ally, quien aún se encontraba sumida en sus sueños. Él contempló sus rasgos, contento de poder tenerla tan cerca de él. Sus delicadas pestañas se movían ligeramente por el movimiento de sus párpados, una señal de que estaba soñando, ¿podría ser posible que él estuviera en ese sueño?

Sintió que el aliento se le escapaba. ¿Durante cuánto tiempo había estado fascinado con la ternura de Ally, con su carismático rostro? Recordaba con claridad cómo esperaba cada día por vela desde la distancia, y muchas veces se preguntó si ella no lo habría notado ya, e intentaba ignorarlo. Por supuesto, quienes no tardaron mucho en darse cuenta fueron Eli y Adria: ellas empezaron a mirarlo con ojos acusadores, aunque no de forma extraña. Siempre había sabido que ellas harían cualquier cosa por Allyson, se notaba la unión existente entre ellas.

¿Realmente creyó que algún día despertaría en la misma cama con ella? Aunque durante la noche pasada ellos no habían hecho nada que supusiera  desvestirse  —y, de hecho, estaban con la misma ropa del día anterior. Solo se habían limitado a hablar entre susurros, como si temieran romper la magia que estaba surgiendo entre ellos—, que lo primero que hiciera al abrir los ojos fuera ver a Ally, lo llenó de júbilo. Finalmente, ahí estaba. Después de mucho tiempo, esos suaves labios se posaban sobre los de él como si ese fuera precisamente el lugar que habían estado esperando toda la vida. A sus cortos dieciocho años —próximos diecinueve, se recordó—, jamás se había sentido de aquel modo.

Observó lo poco que dejaban ver las sábanas del cuerpo de Allyson: no era mucho, pero incluso la visión del hombro de la castaña, bañado con algunos lunares, hacían sentir a Anthuan tan contento, que decidió dirigir su línea de pensamientos hacia otro lugar antes de que fuera demasiado tarde.

Regresó, entonces, su mirada al rostro de la muchacha, enmarcado por las suaves ondas de su cabello, y se sintió en un sueño del que jamás quería despertar.

Los párpados de Ally comenzaron a batir, y pronto un par de luminosos ojos café observaron con ternura a Anthuan, quien de inmediato sintió cómo su corazón comenzaba a latir frenéticamente.

—No imaginas cómo me siento cuando me miras de ese modo —murmuró ella, encantada por la preciosa forma en que Anthuan la veía, como si fuera su milagro personal. Se sentía querida. Sentía que podía enfrentarse a todo siempre que esos ojos estuvieran allí para decir lo mucho que la querían.

Por primera vez en su vida, se sintió admirada.

Anthuan apartó un mechón de cabello que se había escapado del rostro de su novia... se sentía tan bien de llamarla así, incluso en su mente.

Se acercó a ella y besó su mejilla. Tras lo ocurrido el día anterior, Anthuan tenía pleno conocimiento de que podía besarle los labios, pero había algo en aquel gesto que acababa de hacer que se sentía igual de bien.

Ally sonrió. Al parecer, ella se había percatado de lo mismo.

—Te quiero, Anthuan.

Esas dos palabras, seguidas de su nombre, lo hicieron sentir el más afortunado de todos los hombres. Nada de lo que había vivido antes podía compararse con tener a Ally en su vida.

—Te quiero, Allyson.

Tras una nueva sonrisa, ella se levantó de la cama, y entró al baño. Pronto, Anthuan escuchó el agua caer, e intentó concentrarse en cualquier otra cosa que no fuera en Ally completamente desnuda a solo unos metros de él.

Cerró con fuerza los ojos, en un intento de liberarse de sus propios pensamientos. Era un hombre, sí, y tenía necesidad, pero si había pasado dieciocho años sin tener relaciones sexuales, no iba a morir en aquellos días, o meses por no hacerlo. Se preguntó, entonces, si Ally habría estado con algún chico. Sabia —ella misma lo había dicho— que había salido con algunos muchachos en el pasado, pero la conversación nunca llegó lo suficientemente lejos para que él supiera hasta dónde había experimentado la que ahora era su novia. Nunca se sintió capaz de preguntárselo, tampoco.

Sólo por ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora