Capítulo 15 | Frenesí

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Allyson miró con atención el celular que sonaba en la mesa, mientras se hacía una coleta alta. El aparato lo habían comprado ella y Anthuan unos días atrás para comunicarse con las personas que habían dejado atrás.

En esos momentos, quien llamaba era la madre del muchacho. Ally dudó por un segundo, pero al mirar por la ventana y encontrar a su novio hablando con Rubén, decidió no interrumpirlo.

—¿Hola?

—¿Ally? —la voz de Galdys sonó aliviada—, ¿cómo están?

—Muy bien —mejor que bien, pensó.

—He estado intentando comunicarme con Anthuan desde hace un rato.

—Esta mañana hemos ido a buscar empleos, pero sólo yo he conseguido algo.

—Oh, bueno, ya verás que Anthuan no tardará. Es brillante

Ally asintió, sin saber qué debía decir a continuación. Durante la amistad de ella con Anthuan, logró tratar con la mujer, pero no sabía a qué atenerse luego de que ambos escaparan.

—¿Ally? —habló nuevamente la voz de Gladys.

—¿Sí?

Sintió a la mujer dudar antes de hablar nuevamente.

—Cuídalo mucho, hija. Conoces la historia de Anthuan. Su padre y yo hemos intentado brindarle todas las posibilidades que han estado a nuestro alcance, y no queremos que algo malo le suceda. No sabemos ni siquiera la razón de que se encuentren lejos —dijo—. Dios, ni siquiera sabemos dónde están.

—No es algo malo, lo prometo. Y estamos seguros.

—¿No estás mintiéndome? Ally, cariño, sabes lo mucho por lo que ha pasado mi hijo.

Nuevamente, Allyson asintió.

—Le juro que no permitiré que nada le pase. Estamos bien, de verdad.

—Está bien—dijo la mujer, aparentemente resignada—. Dile a Anthuan que llamé, por favor.

—Lo haré.

Cuando colgó, Ally se quedó mirando el teléfono. Hasta ese día, no había comprendido del todo cómo los padres de Anthuan estaban tan calmados, pero finalmente lo entendió: él no era un adolescente escapando con una chica, era un hijo que finalmente —después de toda una vida— se estaba atreviendo a tomar riesgos.

Ally sonrió una vez más, dejó el teléfono sobre la cama, y se acercó hasta donde Rubén y Anthuan conversaban. Se acercó a este último y le rodeó la cintura con sus brazos, y como si de un acto reflejo —o un hábito— se tratara, el muchacho le envolvió las manos con las suyas.

Habían ido aquella mañana a buscar empleo en la cafetería, pero solo Allyson lo había conseguido.

Rubén rascó su cabeza.

—Es el único sitio del que sabía que necesitaran a alguien.

Anthuan torció el gesto. No le agradaba la idea de ser el que no aportara nada.

—Ya podremos encontrar algo. No hay de qué preocuparse —aseguró la castaña—. Además, con lo de la cafetería podremos comprar la comida.

A Anthuan aquello no lo tranquilizó.

—Aún así, Ally. En cuatro días se cumple el tiempo para pagar el alquiler de la habitación.

La muchacha se movió hasta quedar junto al muchacho, y ambos sonrieron. Sintiendo que estaba sobrando en aquella pequeña reunión, Rubén carraspeó y ellos lo miraron.

Sólo por ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora