Si tan solo supieras.

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Martes. Un nuevo día. No me ha costado levantarme tanto como los otros días. Bien, ¿a quién quiero engañar? Casi fui a buscar un cuchillo para asesinar a mi madre por la mañana. Voy en el auto, he obligado a mi padre a apagar la estúpida radio. Un día más escuchando la voz fastidiosa y aturdidora del conductor y quemaría el estéreo.

Llego al colegio y soy consciente que soy un zombi viviente. No puedo estar de otra forma, no soy capaz de caminar sin que las piernas me temblasen por el sueño, asique no me importa.

Espero encontrarme con Leila, y respecto a Elena, espero que se digne de una vez a contarme lo que le sucede; sin embargo, es demasiado temprano para lidiar con ella. Dejo el asunto para más tarde, cuando al menos logre despertarme.

Camino por los pasillos y no las veo. Ni veo a nadie. O sea, están todos esos inadaptados y estúpidos que se creen mucho, pero obviamente, yo me alejo de ellos. Nunca me interesaría estar con esa gente. ¡Necesito a Elena y Leila, por Dios!

Bien, en el pasillo no están. Camino vagamente por todo el colegio, doy vueltas y antes de rendirme, se me ocurre ir al gimnasio. La última vez que estuve allí, no fue la mejor de las experiencias de todas. Fue horrible. Sin embargo, decido ir. Es mejor que quedarme sola dando vueltas, supongo.

Inocentemente, empujo las puertas con todas las esperanzas del mundo de encontrar a mis amigas allí. Y ¡oh, qué sorpresa! Están. Y a la reunión se les han unido Niall, Melanie, Harry y Zayn. No entiendo qué rayos hace Zayn en mi colegio, tal vez ya se cambió. Pero creo que eso es lo que menos importa. Repentinamente, con todas aquellas personas observándome, me siento de más allí. Se han hecho amigos, y me han excluido. Sí, porque en ese grupo de personas sentadas en el suelo, nadie es mi amigo. A excepción de Leila, quizás. Duele ver esto. Este gimnasio solo me trae malos recuerdos. Automáticamente, me prometo no volver. ¿Y ahora qué hago? Me siento paralizada. "Debes moverte" aconseja el subconsciente. "No me digas, genio" le respondo. ¡Esto resulta tan bochornoso! Me imagino a mí misma frente a ellos, con los ojos como platos y una expresión alarmante, escandalizada y asustada. ¡Qué ridículo! Debo irme. Giro sobre mi talón y salgo corriendo de allí. Escucho a alguien que me llama, pero no importa, sigo corriendo. No soy capaz de detenerme. Quiero llorar de la vergüenza, pero debo aprender a no hacerlo, debo aprender a controlar mis lágrimas, mis sentimientos.

Esto de venir al colegio se está volviendo complicado...Quizás debería cambiarme, como ha hecho Zayn, a otra escuela. Pero eso sería un cambio muy drástico ¿verdad?

"No importa, Aria. Sólo no llores y sigue adelante. Está todo bien" me consuelo a mí misma. Creo que me estoy volviendo loca.

¿Y ahora qué? "Recalculando...recalculando" hace eco en mi mente, cómo la voz del GPS. Decido ir hacía el baño, el típico lugar para esconderse en el colegio. Veo mi reflejo en el espejo. Mi malhumor plasmado en mi rostro. Con esta cara, nadie querrá meterse conmigo. Tengo una cara de "háblame y te aniquilaré", mientras que por adentro estoy que decaigo y un deseo de llorar hasta deshidratarme me persigue hace días.

Alguien toca la puerta.

-Está ocupado, fuera - gruño. Me siento como Shrek. Quizás él sea mi hermano perdido, quién dice.

-Aria, soy Harry - parezco no caer en la cuenta del que me está hablando en este preciso momento es Harry Styles. ¿Enserio es Harry o me están jugando una broma? Porque si me están jugando una broma, deberían saber que hoy estoy bastante violenta. - ¿Me abrirás? -su voz suave y lenta lo delata. Sé que el que está detrás del pedazo de madera denominado puerta, es Harry Styles. Traidor.

- ¿Qué quieres Harry? - se acabó mi amabilidad, después de todo, él fue el que me ignoró todo el día de ayer. Ni siquiera fue capaz de saludar.

Its Gotta Be YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora