Es inesperado.

362 22 9
                                    

Continúo contemplando al equipo de fútbol en su practica. Niall no se ha percatado de que estoy aquí. Si lo hubiera hecho, dudo que no pensaría de mi como alguien que lo acosa. No lo hago, aunque ciertos malentendidos a veces demuestran lo contrario. 

Suspiro, ¿cuánto tiempo he estado aquí? Vuelvo a suspirar. Hace frío —el invierno comenzándose a apreciar— a pesar del radiante sol que destella en el celeste y despejado cielo. 

Un chillido histérico me sobresalta. ¿Qué ha sido eso? Inmediatamente, imagino al profesor de detención detrás de mí, con un arma blanca a mis espaldas a punto de asesinarme por haberme escapado de allí. Aunque, ese grito ha sido muy femenino. Y si es una mujer, ¿quién mas podría ser? Espero con todas mis fuerzas que sea el profesor, cuyo nombre aún no sé. Debería saberlo, ya que he estado pasando tanto tiempo últimamente en detención. 

Como si algún personaje de alguna película de terror esperara por mí —posiblemente Chucky— miro hacia atrás, asustada. Y como si no fuera para menos. Melanie me señala, formulando un "¡tú!" en sus carnosos y rojizos (producto de algún buen brillo labial) labios. Furiosa, comienza a bajar los escalones, dirigiéndose hacia mi. Me matará. ¿Es por qué estoy mirando a Niall? ¿Es por qué me odia? ¿Es por qué Niall la ha ignorado durante tanto tiempo que ahora se siente frustrada y desea descargarse con mi ser? Bueno, eso no tiene sentido. Aunque saber que fue ignorada por Niall resulta reconfortante, no quita mi miedo. Siento que apenas llegará, mi cabeza dará un giro de ciento ochenta grados gracias a una buena abofeteada suya. Y yo siento que no me quedaré atrás. 

Llega hasta unos cuatro o cinco escalones por encima al mío y se detiene. Sea cual sea la razón por la cual se ha detenido, estoy más que agradecida. Ni quiero imaginar como podría haber terminado eso. Ella me apuñala en el estomago con la mirada, me odia tanto. Y de nuevo me pregunto por qué. Yo la insulto mentalmente, no la tolero, pero no la odio. O quizás, no la odio a tal punto de mirarla con tanto rencor e impotencia. De pronto, alguien obstruye el lazo de miradas aniquiladoras. He contemplado ese cuerpo cierta cantidad de veces ya que lo reconozco sin mirarlo al rostro. Harry ha sido la razón por la cual Melanie se ha detenido. Y la entiendo. Quizás golpear a una chica —y posible amiga— delante de Harry, el mejor amigo de tu novio, no era una buena idea. Oh Harry, mi héroe y mi perdición...

“Ella no te iba a golpear, idiota” me auto-insulto. Lo sé. Igualmente, Harry me salvó de una escena a la que no me gustaría pertenecer. 

—Si no quieres tener más días en detención, será mejor que regreses ahora mismo— dice con cierto humor en su tono, divertido. Antes de mirarlo, veo a través sus piernas de modelo. Melanie deja de mirar y observa nerviosa hacia otro lado, como si estuviera pensándoselo demasiado. Y de repente, se va. Uf.. Qué intenso. 

Miro a Harry y le sonrío. Esperen, ¿no estaba enojada con él?

—No me hables, eres muy idiota Harry— y me doy la vuelta, observando nuevamente al equipo de fútbol. Trato de hacerme la ofendida, pero el enojo se me ha ido e imagino a Harry con su típico gesto del “ceño fruncido” y lucho porque mis carcajadas no salgan a la luz. 

De repente, sus manos me toman por mi espalda y los muslos de mi pierna. ¿Qué está haciendo? En un ágil movimiento, me levanta en sus brazos y caigo en su pecho, mientras el me sujeta y comienza a moverse. Estoy shockeada, wow. Apenas estoy acostumbrada a los abrazos con los hombres y él me toma de esa forma. Aunque su pecho me sienta tan bien. Es como una dura almohada, pero tan suave a la vez. Y ese aroma embriagador, esa esencia tan propia de él que me desmaya.

—¡Estúpido! ¿Qué haces?— le grito, una vez que puedo reaccionar y empujo mi mano contra su pecho. Se detiene y me observa estupefacto. Oh, es tan lindo. Y hará lo que tan bien sabe hacer: frunce el ceño. Me gustaría besar esa parte de él hasta suavizar su gesto, sin embargo, lo hace ver tan sexy. Y la palabra sexy me da gracia. Pero así se lo ve y me gusta. De pronto, lo veo divertido y sonriente. Oh, no. Eso no siempre significa algo bueno. Y en otro ágil movimiento, me cambia de postura. Mi estomago se apoya en su hombro, de tal modo que el resto de mí cae por su espalda mientras que él me sujeta por las piernas. Estoy colgando de él como si fuera una bolsa de papas. Qué bien. Pero...¡¿Cómo se atreve?! ¿Qué pensarían si nos ven? 

Its Gotta Be YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora