Capítulo 28.

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La oscura y fría noche provocaba una sensación extraña de inseguridad en mí misma. En cambio, la fiesta de la hoguera aún continuaba -hasta trajeron un DJ- Mientras tanto, caminaba con Jason hacia aquella fiesta -preferimos intentar relajarnos en vez de estar, llorando y cada uno contando sus penas. Y aún así, creo que los únicos que no disfrutábamos de esta hoguera éramos Jason y yo- En ese mismo instante, se me pasó por la cabeza el hecho no ver a mi hermana ni a Dani y ni al más importante, Franklin, al rededor. Así que, esto solo suponía dos cosas:

La primera: Estarán conversando de algo importante.

La segunda: Se encuentran en la casa abandonada. Siendo sinceros, un buen lugar para hablar de un tema tabú.

Lizly: -Jason...

Jason: -¿Qué pasa ahora?

Lizly: -Me estoy meando- dije mientras hacía una postura un tanto extraña.

Jason: -¡No jodas! Pues vete detrás de una piedra. Ya sabes, al estilo neoandertal.

Lizly: -¡Vale, no me estreses! -dije mientras me agarraba la tripa por el supuesto dolor que empezó a aparecer- Ahora vuelvo.

Caminé un poco lejos aparentando encontrar una roca en donde pudiese mear -Eso es lo que debería de pensar Jason- En realidad, quería perderle de vista para dirigirme hacia aquella casa. -Creo que empezaré a llamarla casa del terror. Porque cualquier mierda que sucede, ocurre allí- Caminé unos metros excasos cuando de repente, mis oidos percibieron unos sonidos extraños. Al parecer, provenían de detrás de una enorme roca. En silencio y haciendo el menor ruido posible, comencé a andar hacia aquella enorme roca. Me situé delante, y al elevar mi cabeza para observar quién era el culpable de hacerle daño a mis pobres oidos, vi una escena de... un tío y una tía...

Oh Dios! Mi puta inocencia se acaba de ir a la traste. ¡Espera! Lizly, recuerda que tú ya perdiste tu virginidad. Así que, nada de inocencia.

-Eh mira amor, tenemos expectadores- dijo el chico rubio teñido señalándome con la mirada.

En ese momento, al verme la chica, se avergonzó de tal manera que se vistió rápidamente, recogió sus cosas y bajando la cabeza, se disponía a largarse.

-Hey, ¿a dónde vas?- le preguntó el chico.

-Ves, te dije que no era buena idea este lugar. ¿Por qué nunca me quieres hacer caso? Me voy- dijo tajante la chica.

Al ver que la situación se puso tensa, me di la vuelta y empecé a dar grandes zancadas para alejarme lo antes posible de allí. Mientras ponía caras de desesperación, vergüenza y horrorosidad, alguien tiró de mi brazo haciéndome girar y acorralándome en un abrazo. Al elevar mi mirada -ya que era más alto que yo- me encontré con unos ojos negros que expresaban un sentimiento profundo. Algo tan extraño que me hizo tragar fuerte.

-Sabes... te hechaba de menos.

Lizly: -¿Qué? Mira, yo no tengo ni idea de quién eres ni qué es lo que quieres de mí. Así que, ¿podrías hacer el favor de soltarme?

-Jajaja Obviamente no -dijo con una sonrisa que me recordaba al ogro empedernido- Has hecho que mi chica se fuera y ahora, ¿te quieres largar sin más?

Lizly: -Mira si no me sueltas juro que...- y en ese momento, sorprendentemente, me soltó.

-Te prometo que nos volveremos a ver, Lizly- dijo mientras se marchaba.

Lizly: -Ttss imbécil. ¿Quién narices se ha creido que... ¡Espera! -miré rápidamente en la dirección por la que se había marchado- ¿Cómo narices supo mi nombre?

Sonrisas FalsasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora