Capítulo 31.

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Caminaba en dirección a la casa de Franklin acompañada por Jason, quien no había articulado palabra desde que dejó de llover y quien tan solo se limitaba a mirar el cielo. Al llegar al lugar y ver a Franklin, le entregué su chaqueta y mis piernas temblaron de tal manera que por cuestión de segundos pensé caer al suelo. Jason, por el contrario, permanecía serio y tranquilo.

Franklin: -¡Hey, Jason!- dijo golpeando su hombro en forma de saludo.

Jason: -Hola tío. Venga, te dejo a Lizly. Ya hablaremos- se apresuró a decir, a la vez que se marchaba.

Observaba a lo lejos, cómo el estúpido de Jason caminaba y se alejaba de nosotros dejándonos solos. Cosa que al darme cuenta, intenté caminar rápidamente con la intención de huir de Franklin.

Franklin: -Lizly, tenemos que hablar- dijo sujetando mi brazo impidiendo que me marchara.

Lizly: -Tú y yo no tenemos nada de lo que hablar. Así que suéltame- exigí.

Franklin: -¿Qué es lo que planeáis Jason y tú?- juntó las dos cejas confundido -Porque desde ayer, estás muy rara y para colmo, no me quieres ni mirar.

Lizly: -Nada que a ti te importe y de igual forma, no hace falta ni que te lo diga porque ya lo sabes. Como siempre, la única en enterarse de sus propias cosas, soy yo. Así que bien enterado estarás.

Franklin: -¿Qué insinuas?- preguntó desconcertado.

Lizly: -Oh, vamos. ¡Como si no lo supieras!- aparenté estar sorprendida -Eres un puto cerdo Franklin. Así que no me toques y suéltame ya, que me estás haciendo daño.

Franklin: -¿Cerdo? ¿Cerdo, yo?- frunció el ceño incrédulo.

Lizly: -No, el vecino- ironicé -Te acostastes conmigo, para saber si había sido virgen o no. Ayudaste a mi hermana, a Lizy, para averigüarlo.

Franklin: -¿Qu-qu-quién te ha dicho eso?- dijo tartamudeando -¿Acaso ha sido Jason?

Lizly: -Vaya, tan solo te preocupa cómo lo he averigüado. Pues que sepas que también he descubierto tu gran mentira- me miró confuso -Tu madre no murió por no hacerse la operación. Me mentiste Franklin. Sabía que ibas a acabar haciéndome daño pero dije: Bah, mientras disfrute de este amor, todo lo demás me da exactamente igual. Me daba igual salir lastimada, si al final iba a ser feliz a tu lado. Pero no pensé que el daño que me harías, sería tan grande- dije sintiendo cómo las lágrimas que había tenido reprimidas por tanto tiempo, estaban saliendo sin control alguno.

Franklin: -Lizly, no es lo que piensas. Sí que es verdad que esa noche me acosté contigo por eso, pero...

Lizly: -¡Para Franklin! ¡Para joder! Para de contarme una excusa tras otra. Estoy harta de oír siempre lo mismo. Además, no sé si lo nuestro fue alguna vez en serio. De hecho, la culpa es mía por apresurarme en todo, por estar soñando despierta y por haberme hecho falsas esperanzas contigo. Así que Franklin, suéltame, déjame ir, por favor. Quiero vivir de ahora en adelante una vida normal. No quiero vivir en mentiras y enrredos. ¡Ya no quiero saber nada de vosotros!- grité irritada, a la vez que expulsaba todo el dolor que contenía dentro -¡Y suéltame! ¡Suéltame! ¡Suéltame, joder!

Franklin: -¡No pienso hacerlo! ¡No voy a dejarte ir! ¿¡Me escuchaste!?- gritó, al igual de fuerte que yo. Al instante, sin oportunidad a oponerme, me abrazó escondiendo mi cabeza entre sus brazos.

Lizly: -¡Suéltame idiota!- exigí con voz temblorosa.

Ya no me podía mantener en pie, ni siquiera podía abrir mis ojos por las constantes lágrimas que desprendía. Simplemente me encontraba abrazada y absorbiendo aquel aroma, el cual deseaba volver a sentir sobre mi piel. Todo era tan jodidamente extraño. Cuando pensé que había comenzado a enamorarme de Jason, va y aparece el imbécil descerebrado de Franklin. En verdad, nunca pensé que lloraría tanto por un hombre o por mi vida en sí.

Sonrisas FalsasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora