Por suerte o por desgracia

59 3 1
                                    

En ese momento, te aferras a lo que tienes a tu alcance. Es algo egoísta, pero deja de serlo si ese algo te buscaba a tí a la vez que tú lo buscabas a él. En realidad, si él no quiere cogerte, ese es tu fin, y él lo sabe. Pero, si se abalanza contigo hacia lo más profundo, esa acción de origen egoísta se convierte en amor.

-¡Agárrate más fuerte, más fuerte!-tus ojos reflejaban miedo.¿Por qué tenías miedo?

-¡No puedo, déjame caer!¡O yo te soltaré!-dije aflojando la mano, Tu pelo te tapó un ojo. Agarraste mi mano con tal fuerza que creía que mi circulación se había cortado. Y tiraste de mí.

- Por favor...no lo hag-y ahí, tu voz se quebró. Yo miré a tu rostro. Y, de tu rostro al mío se deslizó una gota de agua de tus ojos al tiempo que me subías. Cuando sentí el suelo tocar mis rodillas, me embargó un gran alivio. Sin embargo, no dejábamos de mirarnos fijamente. Llevaste tu mano a mi mejilla y recogiste tu lágrima. Lo que no sabías era que en tu rostro había muchas más. "Es la primera vez que alguien hace algo así por mí" pensé justo antes de que me abrazaras. Al principio, la falta de aire me hizo no poder reaccionar bien. Pero luego, cerré los ojos y rodeé tu cuello con mis brazos. Una cálida lágrima descendió por tu espalda.

-Estabas llorando...-lo peor es que yo también lloraba. Te apartaste y me miraste.

-Tenía miedo.- dijiste mientras me apartabas el mechón de la cara.

-Miedo?-dije confundida. Me parecía incomprensible que alguien como tú pudiera temer algo. Te levantaste y me tendiste la mano.

-No me preguntes por qué. No intentes comprender por qué tenía miedo por el peligro que sufría alguien que no conozco porque yo tampoco lo sé. -Una vez más me levantaste. Yo bajé la mirada y caminé hacia la cueva. Mis piernas me fallaban, asi que me iba tropezando y la lluvia no lo hacía más sencillo. Cuando llegué, me caí de rodillas aposta en el suelo. Estaba seco. Tú te sentaste momentos después. Antes de resoplar.

-No tengo saco ni aislante, pero tengo comida. Salchichas crudas. -dejaste la mochila enfrente a modo de prueba. Yo saqué mi aislante y mi saco.

-Por lo menos podremos pasar una noche. Creo que tengo un mendrugo de pan en la parte delantera.-yo puse mi mochila junto a la tuya. Te recostaste en una pared cercana. E hiciste un gesto a modo de invitación para que me apoyara en tí. Yo me arrastré hacia tu abdomen. Estaba duro, pero pronto se relajó. Y entonces, a la vez, soltamos un largo suspiro. Reímos. Estábamos muy cansados, pero obviamente yo no percibía tu parte, aunque al parecer tú sí la mía. Me miraste con unos ojos que nadie antes me había mirado. Me apartarse un mechón de la cara con la ternura que nadie antes me había demostrado. Me acomodaste en tu pecho con el cuidado que nadie antes me había mostrado. Y empecé a dudar de tí.

-Qué te propones?-te pregunté con el poco aire que mis pulmones fabricaban.

-Ahora mismo?-yo asentí sin mirarte.- protegerte, protegerte con mi vida hasta que volvamos a estar con ellos a salvo.-en mi interior me pregunté por qué pero no lo exterioricé.

-No habrán echado de menos?

-Sin duda.-reí secamente.

-Sin duda... a tí sin duda.-me volví hacia tí.-a mí nadie me echa de menos. Nunca.-dije volviendo a mi antigua posición. Tú suspiraste. Me cogiste desprevenida al levantarte. El saco y el aislante estaban extendidos ya. Yo hice acopio de fuerzas para llegar hasta tu posición. Cogiste laa salchichas crudaa y me diste un par. Yo partí el pan justo a la mitad, y te di la parte más grande, aunque no había mucha diferencia. Cuando acabamos de comer, te miré y no podía apartar la vista. Te miré como nunca antes había visto mirar nadie. Que si fue amor? No lo sé, pero no me importa no saberlo. Empezaste a dormir junto a mi lado. Y fue en ese momento cuando me dí cuenta. Me dí cuenta que ya te había visto antes. Me di cuenta de que habíamos hablado. Me di cuenta de que no fue hace mucho tiempo cuando compartimos momentos juntos. Me di cuenta de por qué no me habías revelado tu nombre. Me di cuenta de todo entonces.

Ahí lo sentí por primera vez.

Yo ya no quería volver a separarme de tí.

Nunca más.

Mi mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora