Capítulo 30

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Pasé un expléndido día con Mario, si me enamoré de él fue porque me hacía reir.

Desde que estuve hoy con él no hemos parado de reir ni un sólo momento, eso me gustaba.

- ¿Quiéres que te lleve a tu casa?- Preguntó.

- No tienes por qué, pero gracias-. Respondí.

- ¿Has venido en coche?- Volvió a preguntar.

- No, andando-. Respondí.

-Pues no hay más que hablar.

Cogió las llaves de su coche y de la casa y lo puso encima de la mesa.

- Sino quieres que te lleve yo, por lo menos te tienes que llevar mi coche, es tarde-. Dijo mientras acariciaba mi mejilla izquierda.

- Llévame tú-. Susurré.

Nuestros labios se iban juntado cada vez más, cuando se estaban rozando quería robarle un beso suyo, puede que así lo reconozca.

Cuando estuvimos a punto de darnos un beso mi móvil sonó, me despegué para contestar.

- Hola mamá. Estoy en casa de...bueno, en mi casa con Mario, ¿querías algo? Vale, sí, tengo las llaves. Adiós-. Colgué.

Cuando colgué tiré el móvil lejos de donde estabamos y nos besamos, ningún recuerdo me asaltaba, pero sentía la necesidad de querer más y más.

- No recuerdo nada pero siento como si los huviera besado antes-. Dije con la resporación acelerada.

- Los has besado todas las mañanas antes de que me fuera a la universidad y a trabajar, también en aquellas noches locas en las que siempre salíamos ganando, la definición de amor más exacta en la que sentimos el uno por el otro-. Dijo en forma de respuesta.

Me puse encima de él sin dejarlo de besar. Mario me quitó la camiseta dejándome en sujetador, pero poco me importaba.

Le quité la camiseta dejando al aire su torso muy bien pulido, lo contempré unos minutos y nos seguíamos besando.

Mario me cogió y me llevó a la habitación donde supuse que dormíamos los dos. Me quitó los pantalones y yo lo suyos pero los besos y caricias no cesaban, esas caricias que conseguían ponerme la piel de gallina.

- Te quiero, Janet-. Dijo mientras me besaba.

- Yo también te quiero.

Nos quedamos completamente desnudos y con besos hicimos el amor.

Al día siguiente, cuando me desperté vi la cara de Mario, me estaba contemplando.

- Buenos días-. Dijo.

- Buenos días.

- No sabes las ganas que tenía de volver a decirte esto es persona.

Yo me acerqué y lo besé, un beso mañanero, mi favorito.

- Pues ya me lo has dicho.

Miré el reloj y vi que era muy tarde, tiempo de volver a casa. Me vestí y él me acompañó hasta la puerta.

- Entonces, ¿no quieres que te acompañe?- Preguntó.

- No, es de día, ¿quién me va a hacer algo en pleno sol?- Pregunté sonriente.

- Bueno, ten cuidado.

- Lo tendré.

Le di un beso y me marché.

Cuando quedaba muy poco para llegar a mi casa sentí como alguien me perseguía, aceleré el pasó pero esa sensación no disminuia hasta que sentí una mano taparme la boca y meterme en una furgoneta, me quedé dormiga por la cantidad de cloroformo que respiré.

Skater BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora