Capítulo 6.

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Si parpadear durará mas segundos, estoy segura que ya hubiera caído tendida en él suelo, dormida.

Faltan aproximadamente dos horas para poder regresar a casa. Acorde nuevamente con Alex, llamarlo al finalizar él turno. Sin discutir le puso crédito a mi celular. Le insiste que me permitiera pagarle, pero su respuesta solo fue un gruñido malhumurado. Algún día le pagaré con creces todo lo que hoy, hace por mi.

A lo lejos veo hablando a mi jefe, con una chica. ¿Porque sigue viviendo a este restaurante? ¡Es dueño de la cadena mas grande de bares y restaurantes!

Según me contó Celina, él tipo se aparecía una vez cada varios meses. Pero nunca, nunca, se le veía dos veces por aquí. Esta completamente extrañada de su precensia.

—¡Ey, chiquita! —Me llama un tipo desde la barra —Toma una copa conmigo —Lo examinó y a decir verdad, no está de mal ver. Pero esta ebrio, y por la sortija que escondió en el bolsillo de su saco, antes de hablarme, sé que está casado.

Le sonrió falsamente —Lo siento señor, no puedo aceptar bebidas de los clientes en mis horas laborales —Le digo. Y no es mentira, esa es una de nuestras reglas.

Sonríe malicioso —¿Cuál es tu hora de salida? Podría esperarte... —Empieza a sugerir.

Me abstengo de blanquear mis ojos —Imposible, mi novio viene por mí y es demasiado puntual —.

—No se porque, pero creo que estás mintiendo —Comenta.

¿Qué? O sea, ¿Tan fea estoy para que no crea mi mentirilla?

Suspiró un poco incómoda —No es mi problema, y solo para que este un poco más informado de mi trabajo, puedo pedirle a los de seguridad que saquen a cualquier cliente que me este molestando —Y eso tampoco es mentira, supongo que Aaron si se preocupa por sus empleadas.

El tipo alza la ceja —Con que chida ruda, ¿Eh? —Añade en tono sarcástico —Yo también sé mucho sobre su trabajo, perras como tú que se creen decentes, pero si lo fueran no estarían trabajando a estas horas —Toma una pausa, para darle un trago a su bebida —Tratas de ocultar que solo estás en busca de una buena polla para follar, con esa carita de mosca muerta que tienes, y hacerte la ofendida cuando un tipo te invita una copa, que sin ninguna mala intención solo quiere saber un poco más de ti... —Trata de victimizarse.

A si que, ¿Ahora resulta que soy la villana de este cuento?

Sonrió y niego con la cabeza —Mi vida no se basa solo en el sexo, como en la de muchos otros. Y no, no soy un león en busca de una presa. Pero si lo fuera, le aseguro que no escogería para pasar el rato, a un tipo que esconde su sortija de matrimonio frente a las camareras, porque es tan estúpido que no se le ocurre hacerlo antes de entrar. Y con el dinero que planeaba gastar en las bebidas que decline, mejor compre un regalo a su esposa, que compense su idiotez. Ahora sí, con permiso y que disfrute su velada —Me retiro con aire superior.

¡Ja! ¡Nunca te metas con Ariana! ¡Nunca!

Escáneo el bar y para mi sorpresa -o incomodidad- veo que la mirada de Aaron está fija en mí. Supongo que se quiere asegurar que si llego aceptar bebidas de alguien, echarme enseguida a la calle.

Pero no le daré ese gusto.

Me acerco hacia el nuevo cliente, que acaba de tomar asiento, en una mesa del fondo. —Hola, ¿Qué le puedo traer? —El tipo levanta la cara, de su muy bonito celular.

Sonrío, al ver de quién se trata —Ariana, ¿Qué haces aquí? —Me pregunta mi vecino, un poco sorprendido.

Me encojo de hombros —Necesito el dinero.

Te odio, mi amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora