Narra Aaron.
Estoy en la pequeña cocina de Ariana, aguantandome las ganas de maldecir, éste lugar parece una maldita ratonera, evitó soltar algún comentario desagradable no deseo herirla.
Busco en el frigorífico, algo apto para prepararle, sólo hay fruta y una que otra verdura, eso no me sirve, necesita comer algo más.
---No tienes nada de comida... ---Le digo.
---Sólo quiero una fruta, no tengo hambre.
---Ariana... ---La llamo en manera de advertencia.
Hace un pequeño puchero, ocasionando que sonría ---Vamos a mi departamento, allá duermes, ¿Está bien? ---Asiente adormilada ---Busca algo de ropa, para no tener que regresar por la mañana.
Hace un gesto tipo militar, y se levanta de la silla, entrando a su habitación.
Aprovecho, para mandarle un mensaje a Alejo:
Me debes muchas explicaciones, imbécil.
A la mayoría de la gente no les agrada para nada, Alejo. Pero nadie se ha tomado la molestia de conocerlo. Ha pasado por cosas incluso más dolorosas que yo. Lo conocí un día afuera de mi casa, mendigando un poco de comida, yo se la ofrecí. Mi madre que en ese tiempo aún vivía, lo acogió como a un hijo más, los tramites de adopción no se llevaron a cabo, porqué al poco tiempo después mis padres fallecieron. Ambos éramos unos chiquillos pubertos, cuándo eso sucedió.
Gracias a la inmensa fortuna que me heredaron mis padres, incluso un pequeño porcentaje que le dejaron Alejo pudo costear su carrera universitaria.
Tiene la finta de ser todo un maldito desobligado, pero es incluso más responsable que yo.
Si deseas hablar de Ariana, ni te molestes, no me arrepiento de nada. —Contesta Alejo.
No voy a soportar tu actitud prepotente con ella, Alejo, te lo advierto.—Respondo.
No me vengas con clases de moral, Aaron, ¿Oh ya se te olvido para qué la querías?
No digas estupideces.
Contesta de inmediato: Ya te metiste entre sus piernas, hermano, qué es lo qué haces con todas tus empleadas, conmigo no vas a fingir qué realmente te interesa esa simplona.
Decido no contestarle, sé que tiene razón. Quizá lo único que me mueve a seguir con ella es la enfermedad de su madre. De alguna manera recuerdo lo qué yo sufrí cuando mis padres murieron. Sé que está mal, pero no puedo evitar soltar esos ridículos comentarios sólo para qué ella se sienta mejor.
Si no me hubiera contado su historia aquella vez que irresponsablemente se embriagó, nada de esto estaría pasando.
Ni siquiera yo sé a dónde pretendo llegar con esto, maldición, de cierta manera se que podría enamorarse de mí.
Pero no puedo dejarla durante la mierda qué se aproxima para ella.
La observo salir con una pequeña mochila, las sombras oscuras bajo sus ojos me confirman qué necesita urgentemente un descanso, sin contar qué ya es notable su pérdida de peso, parece qué en cualquier momento se va a desplomar. No miento al decir qué eso me preocupa.
Tampoco soy estúpido, sé que al convivir con ella puedo empezar a desarrollar cariño. Un riesgo qué no estoy dispuesto a correr.
Aaron Gámez no puede enamorarse de una simple criada.
Mi plan inicial sólo era acostarme con ella, por eso le pedí al idiota de Genaro qué con cualquier pretexto la mandará a mi departamento.
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Te odio, mi amor.
RomansaTiene demasiados tatuajes, si. Pero no por eso, es el típico chico malo de todas las historias. El no tiene un pasado violento, pero si uno muy doloroso. El no boxea ilegalmente, por nada del mundo permitiría que su linda cara se viera afectada por...