Capítulo 4.

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El día transcurre normal, para mí bien, ya no tuve ningún enfrentamiento con nadie. El amigo, hermano, novio, o lo que sea de Aaron, se levantó totalmente enfadado, y salió del restaurante, gracias a Dios ya no hablo con Gámez. Eso sin duda, me habría traído demasiados problemas.

-Yo me quedo contigo ¡Ni loco dejaré, que te regreses sola! -Exclama Alex, una vez que es nuestra hora de salida, y le explicó que me quedaré de suplante en el bar.

Ruedo los ojos -Tampoco permitiré que te quedes aquí, hasta las cuatro de la mañana, tú casa está más lejos que la mía, así que de ninguna manera.

Bufa -No seas tontita, no será la primera vez que me quede en tu casa. Específicamente en tu cama -Mueve las cejas de arriba, abajo, lo cual hace que ría.

-¡Calla! Cualquiera que te escuchará pensaría que somos novios -Hago una falsa mueca de asco.

-Acepta, que si fuéramos novios, haríamos una estupenda pareja, como Brad Pitt y Angelina Jolie... Solo que sin dinero y feos.

Me río -Y heterosexuales los dos -Bromeó.

Tuerce la boca -Si no me gustara el pene, juro que me encantarías -Me dice, riendo.

-¡Alex! -Chillo avergonzada, nunca me acostumbraré a su peculiar estilo de hablar.

Vuelve a reír y se calla segundos después -Ya, hablando enserio. Me quedo contigo.

-No te haré cambiar de opinión ¿Cierto? -Niega de manera obvia -Hagamos un trato, en lugar de que estés aquí toda la noche, preferiría que fueras a casa con mamá, ella ya te conoce, sabes que te adora, aparte que estarás haciéndole compañía, me sentiré mejor, al saber que tú, estás con ella ¿Si? -Le digo en modo de súplica.

-Esta bien -Dice, no muy convencido -Pero cuando finalice tu turno, me llamas y vendré a recogerte -Iba a renegar, pero no me lo permitió -No pierdas tu tiempo, en hacerme cambiar de opinión, sabes que no lo lograrás -Advierte.

Bufó -Esta bien -, digo rendida y el sonríe.

-Tu turno ya termino, ¿No? -Se escucha la voz de Aaron a nuestras espaldas, refiriéndose a Alex.

Mi amigo, frunce el ceño y lo mira confundido. Y ¿Yo? Bueno yo, no tengo el valor de girarme y verlo a la cara -¡Eh! Mmh si -Tartamudea al contestarle.

-¿Y qué esperas para irte? -Le replica disgustado.

Mi amigo suelta una bocanada de aire, y sé que está luchando por no contestarle de mala manera -Si, yo ya me iba -Le contesta cortante y nuevamente se gira hacia a mí -Ari, pequeña, me llamas ¿Vale? -Asiento tímida, siento la mirada de nuestro jefe a nuestras espaldas, y eso sólo aumenta mi nerviosísimo.

El sonríe, me abraza rápidamente y me da un fugaz beso en la frente. Tras eso, lo voy caminar hacia a la salida.

Yo, como la cobarde que soy, prefiero entrar al tocador de damas, que está justo enfrente de mi, a girar y encontrarme con la penetrante mirada del tipo que tengo detrás.

Quince minutos después, estoy empezando a pensar en la posibilidad de salir ya, aunque el bar, no se abre dentro de media hora más, es sospechoso estar tanto tiempo en el baño.

Doy un respingo cuando una voz tan odiosamente perfecta, me habla -¡Vaya! Por fin saliste, estaba pensando en ir a comprar unas pastillas para diarrea -Toda la sangre de mi cuerpo, parece acumularse en mis mejillas y bajo la mirada -Espero que hayas tenido el tiempo suficiente allá dentro, no quiero que mis empleados pierdan tiempo, ¿Está claro?

¿Está jodiendome? Uno ya no puedo esconderse tranquilamente en el baño, porque ya piensan que tenemos diarrea.

¡Vaya mierda!

Te odio, mi amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora