Debo de tomar varias respiraciones, antes de por fin tranquilizarme. Mis nervios están ha punto de colapsar. Una vez sentada en un asiento del microbús, que me llevará de regreso ha casa. Comienzo ha morder mis uñas, un mal hábito que siempre hago cuando estoy demasiado ansiosa.
Cuando el autobús se detiene, me bajo inmediatamente, y por fortuna no tengo que caminar más, el edificio donde vivo, está exactamente enfrente de la parada.
Veo la serie de departamentos y si no estuviera segura que están completamente bien por dentro, aseguraría que este edifico esta ha punto de desplomarse. En serio, da lastima. Pero es lo único que pude encontrar con una renta que se ajustará con mi sueldo.
Saludo a la encargada del lugar y pienso intérnamente en el gran escritorio que tenía el recepcionista del otro edificio. Aquí, solo hay una pequeña mesa con algunos paquetes que llegan para los inquilinos.
Antes de entrar ha mi departamento, saco mi aparatejo y busco el contacto de mi amigo Alex, para llamarlo. -Ari, ¿Qué pasó? ¿Dónde estás? -Me pregunta inmediatamente después de contestar.
Suspiró nerviosa -Ya estoy en casa -Comunico.
-¿Ya? -hace una pequeña pausa y puedo asegurar que está viendo su reloj -Pero si no ha pasado una hora desde que te deje en ese lugar -dice confundido -¿Qué sucedió? -Pregunta al fin.
-¿Me creerías si te digo que preferí venirme y ni siquiera entre al edificio?
-Claro que no-, resopla -No importa qué tan enojada hayas estado, tú nunca dejas una cosa inconclusa. Ahora, dime ¿Qué sucedió realmente? -Ambos nos quedamos en silencio -No me digas que ese rabo verde intentó hacerte algo... ¡Porque juro que...
-Creo que ya no lo podremos llamar más así, ¡De viejo no tiene una pizca! -Bromeó -Mañana te contaré todo ¿Si?
Bufa -Pero ¿Estás bien?
-Si, no te preocupes. Nos vemos mañana ¡Diviértete!
-Esta bien. Te quiero, Ari. -Y finaliza la llamada.
Abro la puerta de nuestro departamento y veo la pequeña sala de estar, que está ha unos cuantos pasos de la cocina. En el fondo hay tres puertas. Dos habitaciones, y el cuarto de baño. Algo, verdaderamente pequeño. Pero no me quejo, mi madre y yo, hemos sabido construir un hogar.
Entro a la habitación de mi madre, haciendo el menor ruido posible, si es que esta dormida, no quisiera despertarla. Pero descartó esa idea, al percatarme que está leyendo unas de sus novelas favoritas.
-Mami, hola. -Saludo, mientras me posicionó a un lado de ella, en la cama.
-Te esperaba más tarde, cielo. -Dice mientras cierra su libro y voltea hacia mi dirección.
-No fue necesario quedarme más tiempo -Contesto cortante y mi madre solo asiente -¿Cómo estás? -Le preguntó.
Suspira -Bien -Sonríe con pesadumbre -Solo un poco cansada.
-¿Tomaste todo tu medicamento hoy?
Posa su mano en la frente -No he tomado la última pastilla -Me informa.
Niego con la cabeza y sonrío, hace una hora que se la debió de haber tomado, pero no digo nada, sinceramente no tengo ningún ánimo de pelear. Me levanto de la cama y me acerco al buró que tiene a un lado. Tomó la pastilla, junto con un vaso de agua y se la tiendo ha mi mamá. Al instante me doy cuenta que es la última del frasco, evitó decirle, empezará a preocuparse, ya mañana veré, como volver ha comprarlas.
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Te odio, mi amor.
RomanceTiene demasiados tatuajes, si. Pero no por eso, es el típico chico malo de todas las historias. El no tiene un pasado violento, pero si uno muy doloroso. El no boxea ilegalmente, por nada del mundo permitiría que su linda cara se viera afectada por...