Capítulo 3.1. Ser irracional.

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Al separarse mis ojos me di cuenta de lo que ocurre, el despertar acaba de comenzar.

Me siento bastante mareado, y en principio, pero al transcurrir unos minutos esta sensación de tranquilidad y quietud se me comienza a pasar. Estoy sentado en mi asiento, en el avión, que parece haberse estrellado después de unas doce horas de incansable vuelo, de gritos de alegría por haber escapado, llantos de desesperación más tarde, no había comido, ni yo, ni nadie, el avión no contaba con este servicio, más aún cuando se triplicaba la capacidad, y se dividía el espacio. No recuerdo exactamente que paso en el vuelo, lo único que se , es que dormí todo lo que pude, me sentía bastante cansado por la medicación, y angustiado pues odio viajar en avión, le tengo miedo. Llegado el momento desperté entre un mar en calma, y el infierno volador cubierto de alas y ventanas. La agonía se sentía en el ambiente y la caída en picado era más desesperante que la esperada muerte en el avión, viendo los rostros de los asesinos acercarse, de aquí nadie podía escapar, menos esconderse, pero asumir mi muerte no era mi objetivo e inmediatamente me coloque la mascarilla para respirar, cediéndosela por momentos a una niña de unos nueve años que se encontraba a mi lado. Por supuesto la caída, hizo a los que no estuviesen sentados volar hasta el techo, incluida la niña a la cual sujete del brazo, la mayoría de ellos murieron por el oxigeno y el ininterrumpido golpear de sus espaldas contra el techo.

Después de aquella interminable pesadilla, el piloto pudo aterrizar forzosamente en lo que parecía una isla, y al llegar al suelo, los cadáveres del techo bajaron inmediatamente bañándonos en sangre como si de una tormenta se tratara. La niña que calló en mis brazos herida, pero aún con signos vitales, abrió lo ojos y lloró, por lo que me pareció fue dolor, pero no en su cuerpo, sino al ver a su familia muerta junto a ella.

Al ver esta situación, como pude trate de escapar entre el mar de cadáveres, tomando entre mis brazos a la niña, al parecer había una sola salida, la de emergencia de la parte trasera y por suerte estoy bastante cerca, aunque la avalancha de gritos y gente en busca de la luz del sol a mis espaldas me asustase, decidí correr hacía la única oportunidad que tenía, Al llegar a la puerta, tuve muchísimo cuidado, la puerta se había desgarrado dejando punas afiladas por toda la circunferencia y tras salir, recibí un empujón, de una señora que corrió muy apurada hacía la selva, donde parecía estar bastante ubicada, con dos jóvenes que parecían sus hijos.

Sinceramente no sabía como reaccionar, me sentía asfixiado, pero justo cuando puse el primer pie en tierra firme, mi animo cambio ya no estaba asfixiado por el terror, el hambre, la aglomeración... el aire... se sentía muy diferente, era como si... Era demasiado puro, extremadamente puro, sentía que mis pulmones no dieran cabida para tanto, como si acabase de nacer y respirase por primera vez, y no solo me pasaba mi, la niña en mis brazos abrió los ojos sorprendida, no solo por el oxigeno concentrado sino por la luz, que brillaba directamente en nuestra cabezas. Todo parecía muy distinto, incluso los árboles de alrededor, pero no tenía tiempo para mirar, ella se desangraba y la verdad yo, como todos los pasajeros me moría de hambre.

Tras separarnos un poco del grupo, deje a la pequeña en el suelo, saque de mi bolso de mano un abrigo e intente hacerle como pude un torniquete que parecía haberla aliviado y parado el sangrado. Una vez me pude sentar junto a ella pude observar con detenimiento la situación.

Todos había huido, por supuesto sin saber a donde, o eso parecía bajo este árbol, donde bajo su sombra observaba el avión. Parecía que todos buscaban los mismo que yo, alimentos, pero ese sitio parecía no tener absolutamente nada de nada, los árboles eran muy extraños, eran muy altos, el clima se sentía muy húmedo, la flora exageradamente frondosa, verde y abundante, y de color verde, cosa que recordé de los libro de historia del instituto, pues al comenzar nuestra era tecnológica, los pocos árboles naturales que quedaron fueron teñidos de blanco, pues según la nueva era, el blanco era sinónimo de perfección y pureza, el lema de la nueva era, aunque para ser verdes nunca había sentido en mi vida un aire tan puro.

Todos corrían en direcciones contrarias y no se porque me dio curiosidad por ver un poco más. Me levanté mirando directamente a la niña y le dije que volvería pronto, pero ella siguió sin responderme, no se si tal vez hablase en otro idioma o me tuviese miedo, pero si me quedaba ahí sentado no volvería a comer. Justo detrás del árbol, parecía haber un sendero en el suelo que conducía a una parte un poco más despejada de la abundante masificación natural. Tras caminar unos minutos por allí descubrí que eran plataneros, miles y miles de plataneros, y no dude en acercarme, pero extrañamente estaban cubiertos, tome uno con fuerza e intente descifrar que pasaba, parecía que tenía una cáscara y cuando descubría como quitársela me d cuenta que en realidad si eran lo que buscaba, comida abundante para calmar el hambre.

Arranque unos cuantos más y regrese para alimentar a mi compañera, pero decidí que ya ese árbol no era seguro, la tome en mis brazos mientras ella hacía el intento de comer, y justo cuando me iba a dar la vuelta vi a la muchacha que entro justo antes que yo al avión con su padre y el que parecía su hermano, intente llamarla, pero no sabía su nombre y correr con esta niña en mis brazos me desanimo, decidí dejarla ir, y buscar un sitio donde ambos refugiarnos durante la noche.


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