Los vídrios de las ventanas de las edificaciones se cambiaban entre ellos mismos, hacían un ciclo constante, donde custodiaban las pocas ventanas que daban paso a la luz natural, levitando en las fachadas de los edificios, huyendo del contacto visual con los humanimales, y advirtiendo que había vida allí dentro, aunque fuese mentira, pues muchos de los edificios de las grandes ciudades estaban desocupados a causa de las extensas migraciones a lo largo del planeta. Realmente los híbridos habían sembrado el miedo, y la atmósfera se sentía perdida y sumisa a un destino borroso e incierto.
Muchas vidas se habían perdido a causa de injusticias, de despecho, orgullo, y prejuicios. Las generaciones más jóvenes pedían a gritos una mano que los ayudase, pero esa mano probablemente estuviese cubierta de escamas, fuese demasiado débil o demasiado traicionera, pero ¿realmente la culpa de estos sentimientos y frustraciones era debida a la naturaleza de estos seres o era producto de las relaciones de ellos mismos con su entorno? Esa misma pregunta comenzaron a hacerse los humanos, desde hacía tiempo todo había cambiado, no solo con la intención de protegerse, o descubrir maravillas biológicas ¿eran realmente los humanos el producto del maltrato que ellos mismos les causaron a su entorno que ahora regresa en forma de espejo, con su faceta cruel de conquistadores y su inferioridad animal como esclavos naturales? De ser así evidentemente, la picada de una abeja podría hacerlos odiar a estos insectos por mucho tiempo, pero sin embargo, no tenían pudor para evitar muertes innecesarias de animales, o su maltrato.
Toda la polémica ambientalista más que nunca llegaba a sus consciencias poco a poco, sin necesidad de difamación, a fin de cuentas esa conquista enemiga, significaba una estrategia política, un paso adelante que resonaba en sus cabezas más como un error que como una lección de humildad. Lo cierto es que todos los esfuerzos humanos por disculparse, intentar tolerarlos, o protegerse a través de todos los métodos habidos y por haber, no los hizo callar. Los humanimales tomaban las calles de ciudades como Bogotá, a pie, con banderas que ondeaban curiosamente con mucho ánimo, de estampado negro y rojo, parecía que era su símbolo de fortaleza, y si ese pedazo de tela caía al suelo significaba su completo fin.
Esta mezcla tan rica en genes, albergaba cualquier tipo de naturaleza inventiva, estos personajes medían en promedio unos dos metros de altura, y durante sus cabalgatas aterrorizadoras quemaban objetos, en especial tornillos, las mujeres tejían para los ataques collares de los que pendían, y justo antes los prendían en llamas y ardían escandalosos por las calles en las noches de caza, dejando bien claro quiénes eran los más fuertes. Por otra parte los hombres utilizaban mangas cubiertas de estos en cuestión, símbolo representativo del primer objeto por el que 'Eiro' el primer humanimal existente sintió curiosidad, cuando vivía aislado en una jaula, seleccionándolo de entre otros 20 objetos.
Todo su mundo estaba completamente plagado de símbolos, como los saltos impulsivos y agresivos con los que les encantaban desplazarse, pues hacía sentir a otros seres vivos de las cercanías presos del depredador. Otro claro ejemplo de sus costumbres era el ruido, salían a la calle con lo que conocían como Slimon, una especia de parlante inalámbrico activado a través de su cuerpo; lo curioso fue que, estos sonidos que solían ser música o mensajes en clave, era imposible determinar su procedencia pues estos altavoces parecían ser omnipresentes y además inmateriales, tecnología que robaron de laboratorios que incluso en esa época aún no habían sido revelados. Lo curioso de estas marchas es que jamás se verían crías o hijos de humanimales, pues habían conseguido un fórmula para avanzar muy rápidamente el crecimiento en esa etapa, se dieron cuenta de que si sus mismos cerebros se acostumbraban a pensar de manera racional, organizada, y fría, sus dones se acoplarían a su forma de vivir, por lo tanto, estas entre comillas infancias podían durar alrededor de unos 2 años, excepto por pequeñas excepciones. Esto les permitía tener un ejército más grande, en mucho menos tiempo, además de que los embarazos dependiendo de con que raza animal estuviesen mezclados, los tiempos de gestación se reducían increíblemente, o en el peor de los casos se alargaba. Estas ventajas hicieron de los humanimales una especie con un avance reproductivo inmensamente superior al de los humanos, siendo en pocos años un 45% de la población total entre ambas especies, teniendo en cuenta todas las muertes que ellos mismos les habían causado.
Problemas aquejaban a la organización social, a los parámetros de seguridad, a la invasión popular, pero ninguno tan grave como el de la salud pública. Infinidad de humanos morían a manos de humanimales pero muchos más aún a causa del clima (tormentas eléctricas/gravitacionales, granizadas de Elio, lluvia de CO2) y de la difícil curación de enfermedades por culpa de la imposibilidad de conseguir fármacos. Todos los laboratorios eran destruidos simultáneamente, los enfermos de cáncer no tenían acceso a su tratamiento, al igual que muchos otros enfermos que perdieron su oportunidad de vivir. Las quejas no servían de nada, y si un vegano debía comer carne lo haría, no había inclusive comida, dependiendo de la localización geográfica. Las granizadas de helio que se filtraban por la atmósfera, provocaban mareos, desmayos, y en casos leves, cambios a voces agudas bastante graciosas. La falta de oxígeno mataba constantemente a asmáticos, como era el caso de tormentas de arena, lluvias de CO2 o circunstancias alarmantes que disparaban sus pulsaciones. Sin embargo todos estos problemas que les causaba la atmósfera no eran a causa de los humanimales, ya solitos, los humanos se habían encargado de contaminar suficiente el planeta y por si fuera poco, eliminar el viento del planeta tierra, por lo tanto el espacio era muchísimo más difícil de ventilar, como en caso de incendios donde muchas muertes eran producto del humo cómplice de la asfixia letal.
Por otro lado, después de tantas muertes, parecía que los supervivientes eran los más fuertes, los más jóvenes, ágiles e inteligentes. Parecía que a causa de todas las dificultades de supervivencia hubiesen aparecido esos niños índigos que prometían liderar el mundo con dotaciones empáticas e intelectuales superiores. Por supuesto no era para nada fácil asimilar la muerte de cualquier familiar en un segundo, vivir escondidos tras la sombra de una derrota, el hambre, las enfermedades y la soledad que aquejaba el planeta. Estas nuevas generaciones, que cada vez eran más numerosas, no por la cantidad de nacimientos, sino por proporción total después de tantas muertes, parecían tener un plan, pero imposibilidades como pensar en guerra, sin alimentos, armamento y energías, parecía ser una inmensa locura.Todos necesitaban unirse como hermanos, comenzar a velar por el bien de los demás y sentirse acompañados, exactamente lo que habían hecho los híbridos. Comenzaron a crearse pequeños grupos de jóvenes que buscaban comida, medicinas y cubrían demás necesidades para sus pocos familiares vivos, y como contraparte los humanimales enviaban más corresponsales a encargarse del asunto convirtiéndose en un hobby de acoso y homicidios. No tenían como defenderse, no tenían motivos para vivir, no tenían un modelo a seguir, no habían medios de comunicación ni libertades, y aunque se traicionasen a sí mismos como especie era muy difícil que los humanimales aceptaran un humano en su equipo, a menos que les sirviera como cebo.
Mucho se comentó acerca de los poderes que todas las crías de los humanimales heredaron, pero muy poco sobre los millonarios opuestos que pudieron poseer un hubo de Kores ¿Qué pasó con los humanos que también tenían dones?
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