Capítulo 3.7 Ser Irracional

93 10 7
                                    


Pasamos un rato sentados, mirando a el infinito, viendo como el sol poco a poco se deslizaba sobre nuestras cabezas y los pensamientos pasaban por nosotros sin inmutar nuestra tranquilidad, viviendo una paz que ni siquiera nos había hecho pensar en el retorno. Este era prácticamente el segundo día que pasábamos aquí, y parecía que hubiese estado allí por un año, aquí todo transcurría tan despacio, el correr del agua, el ponerse del sol, el transcurso del día, aún me seguía fascinando esta sensación que movía todo a mi alrededor, y no podía parar de preguntarme con que más podría sorprenderme este sitio.

Al girarme a la derecha, observe como mi compañera respiraba ya de forma normal, entre la herida y el bajar caminando, se había agotado, aunque seguía sin mediar palabra. Sentía que de alguna forma la conocía, el vuelo de su pelo largo, y el color verde de sus ojos me recordaba a alguien, pero seguía sin saber a quién, y tratar de entenderlo no haría esto mejor.

Apoye mis rodillas en el suelo y me levante, aunque al hacerlo mi amiga no le quitaba la mirada al horizonte. Entre cerré mis ojos y me tape el sol con la mano. Parecía una persona !una persona! No podía entender porque me sentía tan entusiasmado por encontrarme con alguien más pero supongo que sentir que hubiese pasado un año aquí, sin hablar con nadie me había hecho sentir muy solo. Toque el hombro de la niña, y le di la mano para que emprendiéramos juntos el camino a la compañía, y por mi mente no pasaron dudas de que algo malo pudiese pasarnos. Me imagino que de la misma forma, ellos sentían conmoción por encontrar supervivientes al accidente, pero lo que no consigo aclarar es si realmente son supervivientes o tal vez habitantes de esta isla.

Conseguí visualizar en estos pasos, que no era uno, sino dos personas, parecían jóvenes, un chico y una chica, agarrados de la mano, y conforme se acercaban también me preguntaba si estaban corriendo hacia nosotros o huían de algo más que ni mi compañera ni yo conseguíamos aún avistar.

Sí, estábamos bastante cerca, a escasos treinta metros, y al ver la sonrisa en sus rostros solo pude entender que venían a ayudarnos, y por primera vez la niña me miró con una sonrisa de par en par. Nos detuvimos, a dos metros, pero me dí cuenta que la chica solo tenía ojos para mí, parecía no haberse inmutado por la presencia de mi compañera. Nos miramos todos por un segundo y nos abrazamos unos a otros, con una sonrisa que llenó el vació que había dejado el accidente. Luego nos intercambiamos y la chica abrazo a mi amiga.

Esto era increíble creo que todos estábamos tan sorprendidos que aún no podíamos mediar palabra, o eso pensaba yo, espero no ser el único que hable español

-¿Hola?- mencioné con un nudo en la garganta. Los dos desconocidos sonrieron de nuevo y se miraron mutuamente, pero justo un instante después ambos sacaron de su bolsillo un cuchillo, y no tardaron un segundo en abalanzarse sobre mi cuello, conteniéndome contra el suelo y sosteniendo una cara de preocupación bastante importante que me hizo ahora sentirme realmente en peligro, pues parecía que no dudarían en matarme si no hacía lo que me pedían.

Mi compañera se giró lentamente sorprendida, parecía tener mucho miedo, y al no hablar sus ojos lo decían todo, parecía haberse paralizado, por supuesto quien no, pero sucumbió a su miedo y comenzó a correr desprendiéndose de él torniquete que vendaba su herida, me miró inmortalizando mi presencia y corrió selva a dentro sin volver a mirar atrás, le había salvado la vida, me había abandonado y ahora dos siniestros asesinos parecían buscar más sangre que reconciliación, aunque por el observar de la huida parecía que estaban más interesados en la niña que en mí.

-Buenas tardes, y disculpa nuestra... peligrosa discreción- Comento con un tono nervioso y asfixiado la chica- Supongo que el haber pasado la noche a la deriva, no nos ha hecho más amistosos, pero como comprenderás necesitamos respuestas- Su cabello negro y corto tapaba parte de su ojo derecho, el cuchillo rozaba mi cuello, y su hermano contemplaba la escena aplastando mi pecho contra la arena para evitar mi escape

Humanimales #WattysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora