CAPÍTULO 5

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El dulce canto de los pájaros me devuelve a la realidad. Hacía tiempo que no los escuchaba cantar con tanta suavidad, sin preocupaciones. Me revuelvo entre las sábanas cinco minutos, hasta que mi padre me destapa de una forma cruel que consigue hacerme tiritar.

-Princesa, el reino te espera.

-Pues que cambien la corona a mi sucesor para que reine...

-No tienes sucesor, así que te toca levantarte igual -dice con media carcajada.

-Que el sucesor de la corona sea... ¡Chincho! -digo incorporando y señalando a mi perro, que me mira con desconcierto desde la cama.

A Chincho le encanta dormir conmigo, pero sobretodo los días de invierno, ya que se acurruca a mi lado para darle calorcito. Quiero mucho a mi perro, es el único que ha estado conmigo en los peores momentos y me ha querido igual hiciese lo que hiciese. A eso sí que se le llama: amor incondicional.

Me levanto y me dirijo a la ventana. Hoy parece un día nublado, y será mejor que coja un paraguas.

Desde mi ventana puedo observar todo lo que pasa en las casas de enfrente. Es como si no tuviesen cortinas. El otro día vi a la Señora Marisa liándose con el jardinero, cuando ella es felizmente casada. Pero yo no soy una chivata, ni mucho menos. La vida de la gente no me importa demasiado, así que no pienso destruir un matrimonio por ser chismosa.

Al fin y al cabo, la vida se encarga de atarnos los cordones.

tengo la mirada perdida en la nada cuando, de repente, fijo la mirada hacia abajo, donde puedo percatar a un chico cogiendo cajas empaquetadas y llevándolas desde un todoterreno hasta la casa de la Señora Louise, mi vecina. Intento fijar la vista para ver quién es el misterioso, y de repente me doy cuenta.

El universo me odia.

Josh mira hacia arriba y por mala suerte, es consciente de que yo lo estoy mirando. Ahora que pienso, mi cara y mi pelo recién levantados no deben ser la séptima maravilla del mundo. Josh se para enfrente mi ventana, y me guiña un ojo.

Iuhg.

Le sonrío y, para agradecerle este gran acto de idiotez, le muestro mi amplia y cálida sonrisa enseñando lentamente mi hermoso dedo del medio.

Corro las cortinas y lo dejo pasmado viendo mi duro acto de crueldad hacia su dignidad, y bajo las escaleras a por un poco de comida. Entro en la cocina y revuelvo todos los estantes. No queda ni una gota de Nutella. Normal, des de que Chincho la descubrió, cada vez que se queda solo intenta abrirla y comérsela, aunque no lo consigue. Pero la Nutella siempre está en un sitio diferente, y la faena es para encontrarla.

Pienso, pero no se me ocurre ningún lugar. Mis pensamientos son perturbados por el timbre. Alguien lo está pulsando frenéticamente, como si los que estamos dentro estuviéramos justo detrás de la puerta esperando su llegada. Soplo y me dirijo hacia ésta para abrirla. Cuando la abro, qué mayor sorpresa que encontrarme con el chico que hace cinco minutos estaba en la calle.

-Qué haces aquí, Josh. ¿Qué parte de: eres un completo cretino, no me molestes más, no entiendes?

-Ninguna, por eso sigo aquí -dice con un sonrisa esbozada en los labios.

-Parece que te gusta esto de molestar a la gente.

-Sólo es divertido si te molesto a ti.

-Yo también me divertiré mandándote a la mierda a cada segundo, Joshie. Que dulce amistad -digo con ironía.

-Espera, ¿ya me estás mandando a la friendzone? -dice como si estuviera herido, secándose una lágrima inexistente.

-Para mandarte a la friendzone, para empezar, tendrías que estar enamorado de mí, y todos sabemos que esto es imposible -le explico.

-¿Quién ha dicho que no lo esté? -me dice acercándose a mí con una voz más cálida y suave. Le cojo la cara con toda mi mano y se la echo para atrás.

-Buen intento, tigre. ¿Querías algo?
Él mira el interior de la casa como buscando a alguien, y luego mira mi cara de desconcierto.

-¿Estás sola? -me pregunta con seriedad. Realmente no sé a qué viene esa pregunta.

-Sí, mi padre se ha ido a trabajar tan buen punto en que me he levantado y...

Mi frase se ve cortada por el hecho de que me aparta a un lado y entra en mi casa, como si nada, y se acomoda en el sofá. ¡¿Qué se ha creído?! Cierro la puerta de golpe.

-Ya te estás largando.

-¡Qué te lo crees tú! Mira, hacemos un trato. Yo me quedo, y así tu no estás tan solita, y yo no me aburro tanto. ¿Qué te parece?

Me lo pienso. Mucho. ¿Realmente vale la pena? Bueno, supongo que un poco de compañía nunca viene mal...

Y acepto.

-Regla número uno: no se sube a mi habitación, ni cuando estoy ni cuando no estoy.

-¿De qué tienes miedo, de que te robe los peluches? -dice sarcástico y con esa sonrisa que me gustaría borrar de un puñetazo. Me acerco rápido hacia él e intento atacarle, pero con un movimiento rápido me coge el brazo y me tira al suelo, inmovilizada por él, que está encima mío.

-Regla número dos: -sigo explicando con él a centímetros de mí- no se me humilla ni se me ataca.

-Ups, pues parece que esta me la he saltado -está disfrutando del momento.- qué pena... ¿no crees?

-Borra esta sonrisita, Josh, y quítate de encima.

-¿Y si no quiero qué, preciosa?

Su cara se va acercando más a la mía. Este chico me pone de los nervios. Este momento me hace acelerar la respiración, y se me nota a una hora lejos que estoy nerviosa.

-¿A caso me estás amenazando con besarme, Josh?

-Uy, parece que alguien aquí está nerviosa... Descubrámoslo -me responde.

Su cara está a milímetros de la mía, y en pocos segundos ya no habrá distancia alguna. Con un ágil movimiento, levanto la rodilla y la golpeo contra su entrepierna, haciendo que sus músculos se contraigan y emita un grito ahogado.

-Lo siento, quería descubrir si dolía -le suelto con una sonrisa malévola en mi cara.

Ahora me siento mal... Pobre Josh, sólo quería a otra en su colección, pero yo no pienso dejarme llevar por este imbécil. Quizás con otras funciona, pero yo no soy como ellas ni mucho menos. Yo tengo mis principios.

-Buen golpe, Jackson -confiesa él estirándose a mi lado. Realmente me estoy riendo por dentro, se lo merece pero, ¿cómo narices sabe mi apellido? Se lo pregunto sin estrecheces.

-Uno tiene sus contactos.

Nos quedamos en silencio.

-¿Por qué llevabas cajas a casa de la Señora Louise?

-Uou niña, cuántas preguntas... Que es esto, ¿un interrogatorio?

-Sí, en realidad te estoy haciendo un favor. Te estoy preparando para cuando te lleven arrestado y lo haga la policía, que ese día no tardará mucho en llegar -le suelto con una sonrisa irónica.

-Lo que tu digas, preciosa...

-Que sea la última vez que me llames así -le advierto.

-Por qué, ¿quieres que mienta? -dice con su media sonrisa.

-No, quiero que mantengamos las distancias.

-Lara moriría por oír lo que te digo ti.

-Pues va, díselo. Total, la tienes a tiro. Seguro que se le bajaron las bragas con tan solo verte. Pero yo no funciono así.

-¿Ah no? ¿Y cómo funcionas entonces? -me pregunta incorporándose. Parece que he captado su atención.

-Eso sólo lo saben las personas que se merecen conocerme, y ese conocimiento sólo lo otorgo yo.

PERDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora