CAPÍTULO 6

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-¿Me vas a responder a la pregunta? -replico un poco impertinente.

-¿A cuál de las mil? -me pregunta con una carcajada.

-A la de Louise.

-Ah, sí. El caso es que me mudo a su casa junto con Claudia. Nuestros padres tienen un trabajo ajetreado que ocupa la mayor parte de su tiempo. Así que mejor que nos cuide alguien que nos muestre atención que no con quienes tenemos que esperar levantados hasta la una de la madrugada para verlos.

Josh parece melancólico. Está claro que añora pasar tiempo con sus padres.

-Y esta es nuestra familia feliz: Louise, mi primo mayor, Claudia y yo. Mi primo y yo nunca nos hemos llevado bien. Él saca todas mis imperfecciones y yo le restriego sus perfecciones.

-Pero, ¿sacar las perfecciones no es algo bueno? -pregunto extrañada.

-¿Realmente la perfección es buena?

Tiene razón. La perfección no es perfecta, irónicamente. Sin defectos, no puedes apreciarlas. Tengo curiosidad por saber si Josh tiene perfecciones.

-¿Y las tuyas, Josh?

-¿En serio crees que tengo alguna? -pregunta como si fuese lo más alarmante que hubiera mencionado nunca hacia su persona.- con el tiempo, las personas se descubren.

Nos quedamos tumbados unos minutos más, mientras él observa el techo y yo sus ojos color oliva. Tan profundos, que parece que te vayan a absorber. Hasta ahora no me había fijado de que lleva un piercing de aro en el labio inferior. Seguramente se lo debe haber puesto ahora mismo. Esa camiseta negra ajustada hace resaltar su esbelto cuerpo aún más. Vaya, parece que hoy he empezado a conocer otro lado del cretino de Josh, su lado más íntimo y profundo, y me hacía sentir, en alguna parte, importante por ser de las pocas personas que han podido presenciarlo.

Me quedo atontada admirando sus imperfecciones, cuando pego un brinco de espanto al ver la hora, y en que todavía me tengo que arreglar.

-¡No te muevas de aquí! -le advierto
- Voy a cambiarme de ropa. Ya sé que mis pintas de vagabundo son muy sensuales, pero no puedo ir así al bachillerato.

-Uh, que tentador... -bromea.

-Cállate.
-Cállame.

-Si quieres te callo, pero mi manera favorita son a golpes -digo risueña.- O sino que lo haga tu almohada, de bien seguro lo disfrutará más.

Él se tapa los ojos con las manos como si no viese nada, bromeando, y subo rápido a cambiarme. En un minuto me visto con la ropa adecuada como para no parecer que vengo de una casa de locos, aunque estando Josh aquí, sinceramente lo es.

Lo hago salir de mi casa a empujones como si alguien nos estuviese atracando.

-Hey, calma preciosa, -me dice resistiéndose a mis empujones. De repente se gira y me coge las muñecas, de nuevo immobilizadas. Acerca sus labios a mi oreja y me susurra: -ya te llevo en mi moto.

Me deja ir y me mira con sus ojos cálidos y profundamente verdes. Yo lo miro, y suelto una carcajada.

-¿Quieres que me suicide? ¿Quién ha sido tan estúpido como para aprobarte el carné, y luego para comprarte una moto? -suelto a risas.

Él me mira con esa sonrisa de chulo, también esbozado en su mirada.

-No lo niegues, te encanto.

-Más te gustaría, Josh... soñar es gratis -le digo mientras le doy unas palmaditas en su brazo en señal de consuelo.

Finalmente acepto a que me lleve, porque no tengo ningún plan mejor para llegar antes al bachillerato. Así que me pongo el casco y me agarro fuertemente a su cintura. Nunca he subido en moto, y es algo que me da bastante respeto.

PERDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora